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Dios hace preguntas: nosotros también deberíamos

Christopher Buck | Jul 9, 2018

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Christopher Buck | Jul 9, 2018

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¿Sabías que Dios hace preguntas? ¿Cómo? Podrías preguntar. ¿Por qué?

En esta serie de «Transformando el tiempo», hemos intentado mostrar cómo las perfecciones divinas, tal como nos lo recuerda el propio calendario bahá’í, pueden ser traducidas en buenas obras.

De manera sorprendente, «preguntas» (en árabe: masā’il) es presentado por el Báb, quien creó lo que ahora es el calendario bahá’í, como un atributo de Dios. Así que revisemos este inusual y notable «Nombre de Dios».

Al decir que «Dios hace preguntas», esto se refiere a varias escrituras que representan a Dios como una pregunta con un propósito divino. En realidad, no es que Dios haga una pregunta personalmente, ya que Dios no es una persona, aunque experimentemos a Dios personalmente.

Las enseñanzas Bahá’ís ven a Dios como una esencia incognoscible. Me gusta decir: «¡Dios es el misterio supremo con el mayor número de pistas!» Estas pistas, las maravillosas huellas de la grandeza del Gran Ser que se encuentran en todo nuestro mundo, reflejan la Inteligencia suprema que diseñó todo nuestro universo.

La «persona» de Dios es lo que los bahá’ís llaman la manifestación de Dios: los profetas y mensajeros que han fundado las religiones del mundo. En otras palabras, Dios se comunica con nosotros a través de los diversos mensajeros de Dios, que han aparecido en momentos clave de la historia para espiritualizar y guiar a la humanidad.

Los más importantes entre estos embajadores, interlocutores, representantes, maestros y ejemplos de Dios son los fundadores de las grandes religiones del mundo, quienes han revelado Escrituras que han tomado la forma de libros sagrados, los cuales hoy podemos leer fácilmente en Internet.

Por lo tanto, al decir que «Dios hace preguntas», esto simplemente significa que, de vez en cuando en varias escrituras, se representa a Dios planteando preguntas, dando una pausa para pensar. Aquí hay un ejemplo:

Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y él dijo: ¿Quién te dijo que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del cual te mandé que no comieras? Y el hombre dijo: La mujer que me diste por compañera, ella me dio el fruto del árbol, y yo comí. Y Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es esto que has hecho? Y la mujer dijo: La serpiente me engañó, y yo comí. – Génesis 3:8 -13.

Aquí, la oración: » Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día » es una metáfora de «la presencia del Señor Dios». De lo contrario, la idea de que Dios dio un paseo por el Jardín del Edén, buscando Adán y Eva, y preguntar dónde se encuentran después de no poder encontrarlos, tan solo estira la credulidad. Tratar de interpretar este pasaje literalmente nos lleva a ciertos absurdos. Para entender su significado más profundo, debemos leer esta narración de manera espiritual.

Este ejemplo en el que vemos a Dios haciendo preguntas es familiar para la mayoría de los judíos y cristianos. Veamos ahora otro ejemplo, familiar para la mayoría de los musulmanes: «¿Qué es eso que tienes en tu diestra, Moisés?» – Corán 20:17.

El Báb comentó sobre esta cuestión, en un breve comentario revelado en árabe, disponible en línea aquí: Javāb-i Su’āl az Istifhāmāt-i Qur’ān.

  1. 192–196 of (pp. 98–100 of the INBA40 pdf).

Aún se está a la espera por la traducción de este texto. La versión en línea del árabe es difícil de leer; sin embargo, un erudito bahá’í, Armin Eschraghi, nos ha brindado un breve resumen:

La versión corta es: El Báb afirma que las preguntas hechas por Dios en el Corán (tales como: «Moisés, ¿qué es eso en tu diestra?») No son realmente preguntas. Poseen diferentes capas de significados (el Báb continúa describiendo ocho) y, según el Báb, aquellos que poseen una verdadera comprensión se darán cuenta de que las preguntas son a la vez respuestas claras, del mismo modo que las alusiones son como expresiones claras para ellos. – Armin Eschraghi, comunicación personal (6-7-2017).

Las preguntas formuladas por Dios, en los ejemplos dados anteriormente, parecen ser preguntas de responsabilidad y autoconciencia. Las respuestas a las preguntas fueron bastante obvias. Dios, por supuesto, simplemente estaba haciendo las preguntas para el beneficio de Adán, como en el pasaje del Génesis citado anteriormente, y para el beneficio de Moisés, en el versículo citado anteriormente también.

Entonces, esto nos lleva a la pregunta: «Si Dios hace preguntas, ¿deberíamos nosotros también?» La respuesta, por supuesto, es «¡Sí!» Veamos el tema de la responsabilidad.

¿Qué se entiende por «rendición de cuentas»? El Oxford English Dictionary dice:

  1. La calidad de ser responsable; responsabilidad de dar cuenta y responder por la conducta, el desempeño de deberes, etc. (en uso moderno a menudo con respecto a la responsabilidad parlamentaria, corporativa o financiera para el público, los accionistas, etc.); responsabilidad.

En otras palabras, la rendición de cuentas es asumir la responsabilidad de las propias acciones. Hacernos preguntas a nosotros mismos es una forma de reflexionar sobre lo que hemos hecho, lo que tenemos que hacer y la mejor manera de hacerlo.

Existe una manera muy práctica de hacer esto, de acuerdo con las enseñanzas bahá’ís. Bahá’u’lláh escribió:

¡OH HIJO DEL SER! Pídete cuentas a ti mismo cada día antes de que seas llamado a rendirlas, pues la muerte te llegará sin aviso y habrás de responder por tus hechos. – Bahá’u’lláh, Las Palabras Ocultas, p. 11.

Es lo que finalmente tendremos que hacer, al llegar la muerte, algo que idealmente deberíamos hacerlo en la vida real, cuando todavía tenemos tiempo para actuar sobre cualquier problema que debamos resolver. Tomar en cuenta las propias acciones implica necesariamente hacernos preguntas sobre si nuestras acciones diarias fueron buenas o malas, si fueron útiles o no, y cuál es la mejor manera de avanzar, al mejorar como personas y mejorar el mundo que nos rodea.

Piense en cuestiones como una búsqueda de conocimiento. Excepto por lo aprendido pasivamente, la adquisición de conocimiento comienza con preguntas. Cuando la curiosidad es viva y dinámica, perseguimos nuestros intereses con ímpetu y entusiasmo. Entonces el conocimiento comienza con preguntas. Los dos van juntos. Cuando una pregunta te lleva a una respuesta, ¡la respuesta te puede llevar a otra pregunta!

Este tipo de cuestionamiento despierta y expande nuestra conciencia. Por ejemplo, podemos hacernos preguntas existenciales que tengan que ver con la existencia, el propósito y el significado de la vida misma. También podemos hacer las preguntas prácticas: cómo resolver problemas, cumplir objetivos, mejorar, servir a la humanidad y llevar adelante una civilización en continuo progreso.

Las preguntas motivan. Las preguntas generan conocimiento. Las preguntas cumplen el primer principio bahá’í: «Buscar la verdad». Las preguntas nos ayudan a cada uno de nosotros en nuestra investigación independiente de la realidad. Las preguntas abren las mentes. Las preguntas son materia de reflexión. Las preguntas nutren el alma. Las preguntas nos mantienen activos, mentalmente en forma, espiritualmente despiertos, conscientes de que existe mucho por descubrir, mucho por aprender y mucho por enseñar.

Cuando las preguntas resultan en respuestas, y obtenemos conocimiento, entonces podemos servir como fuente para las preguntas de los demás. Como exprofesor, aprendí rápidamente que una de las mejores maneras de involucrar a los estudiantes es haciéndoles preguntas interesantes, no las temidas preguntas sobre la tarea o la tarea de lectura requerida la última noche, sino preguntas sobre cuestiones relevantes e importantes.

Las preguntas están en el corazón del conocimiento. Las preguntas inspiran. Estas nos hacen crecer. Las preguntas son divinas.

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