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¿Por qué permitimos el exceso?

Maya Mansour | Jul 1, 2018

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Maya Mansour | Jul 1, 2018

Las opiniones y puntos de vista expresados en este artículo pertenecen al autor únicamente, y no necesariamente reflejan la opinión de BahaiTeachings.org o de alguna institución de la Fe Bahá'í.

Recientemente comencé a trabajar para una empresa de catering, lo cual me permite visitar nuevas partes de Chicago, la ciudad donde vivo.

He tenido que ir a grandes museos, salas de sinfonía y otros lugares que, de lo contrario, nunca hubiera asistido.

Algo a lo que este trabajo me ha expuesto es a lo normalizado que es el desperdicio de alimentos. Cada noche, tiramos platos y platos de comida intacta, esto debido a que es ilegal que la gente se lleve los restos de comida por razones de seguridad. Esto significa que incluso la comida nunca salió de la cocina debe ser desechada.

En cada evento, a mí y a mis compañeros de trabajo nos duele tirar tanta comida comestible. Creo que hay una mejor manera de hacer esto. No deberíamos tener que tirar tanto exceso de comida cuando tanta gente sufre de hambre. Parece que tirar tanta comida es una brecha sin resolver en el sistema, o un descuido: ¡podemos hacerlo mejor!

Pero en nuestra cultura, las cantidades excesivas de residuos se normalizan, desde el nivel individual hasta en las instituciones más grandes, como la empresa de catering en la que trabajo. Parece que mientras más consumimos, más desperdiciamos. Además de todo esto, muchas de las cosas que desechamos tienen un tiempo de vida en esta Tierra tres veces más larga que la vida de un ser humano promedio.

Todo esto me hace pensar en cómo la industria del servicio de alimentos se construye para satisfacer nuestras necesidades físicas, pero no necesariamente se adapta a nuestras necesidades más grandes, más espirituales. Los proveedores de alimentos, como la mayoría de los trabajos de la industria de servicios, tienen la tarea de garantizar la satisfacción física, sin considerar las implicaciones espirituales. Puede satisfacerse la necesidad de calmar el hambre inmediata de las personas, pero es más difícil controlar la moderación, la administración ambiental o la igualdad cuando toda la cultura proviene de un lugar que permite e incluso celebra el exceso.

Al reflexionar, me doy cuenta de que este es un defecto en el sistema que apunta hacia un paradigma más amplio: la falta de reconocimiento de nuestra naturaleza espiritual y cómo eso está conectado con nuestra obligación de cuidarnos unos a otros, así como a la Tierra.

Las enseñanzas bahá’ís hablan sobre la importancia del progreso material y espiritual, y las vinculan entre sí:

Bahá’u’lláh enseñó que los corazones deben recibir las dádivas del Espíritu Santo de modo que la civilización espiritual sea establecida. Pues la civilización material no se adecua a las necesidades de la humanidad y no puede ser la causa de su felicidad. La civilización material es como el cuerpo, y la civilización espiritual como el alma. Sin el alma el cuerpo no puede vivir. – ‘Abdu’l-Bahá, ‘Abdu’l-Bahá en Londres, p. 29.

Sin duda, el progreso material es algo bueno y digno de alabanza, pero al proceder así, no olvidemos el importantísimo progreso espiritual, cerrando nuestros ojos a la luz divina que está brillando entre nosotros. – ‘Abdu’l-Bahá, pp. 62-63.

‘Abdu’l-Bahá comparó la sociedad con un ser humano, donde la civilización material es el cuerpo y la civilización espiritual es el alma. Imagino que este humano no puede crecer para alcanzar su máximo potencial a menos que se nutra física y espiritualmente.

¿Puedes imaginar una sociedad que solo funcione con estructuras formadas por la fusión de aspectos espirituales y materiales? Desde la producción de nuestra música favorita hasta el producto que cultivamos en las granjas o compramos en las tiendas, cada proceso y producto se crearía con alegría humana y elevación espiritual. En este estado futuro de la sociedad, nos preguntaremos, «¿qué cosas podríamos crear para ayudar a catalizar el progreso interno y externo de las personas?» En lugar de «¿qué cosas podríamos crear para que la gente compre?».

En esa sociedad, no se desperdiciaría comida y todos podrían ir a la cama satisfechos con la cena que comieron esa noche.

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