Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Podemos desarrollar vínculos profundamente catárticos sobre la infelicidad del mundo al tener conversaciones significativas con otros, pero ¿es este nuestro objetivo final?
A menudo, estas conversaciones terminan sin un análisis más profundo de los problemas del mundo. Expresamos desesperación, descontento, enojo y cualquier otro sentimiento que tengamos. Aunque ciertamente es necesario evaluar nuestros problemas, ¿no debería haber un siguiente paso?
Podemos profundizar más estas conversaciones si avanzamos más allá del análisis o la contextualización de los problemas y damos un paso más adelante al examinar cómo podemos intentar sanar las heridas del mundo. Podemos tener conversaciones orientadas a encontrar soluciones, en lugar de centrarnos únicamente en los problemas.
En su próxima conversación significativa, cuando surja algún tema relacionado con los problemas más graves del mundo, haga una de estas preguntas:
- ¿Qué se necesitaría para resolver este problema?
- ¿Qué podemos hacer, personalmente, para abordar este difícil problema?
- ¿Cómo podría un grupo global de personas comprometidas hacer una diferencia?
Tal vez surja una solución sorprendentemente viable, e incluso si no sale una solución de la conversación, al hacer la pregunta, usted alentará a los que lo rodean a pensar sobre las cosas desde una perspectiva diferente.
Si bien eso puede sentirse demasiado optimista incluso para comenzar a abordar los problemas, es posible implementar soluciones, incluso cuando no son fáciles. La humanidad ha abordado problemas y ha encontrado soluciones en el pasado. Para poder mantener nuestros pies en la realidad, debemos reconocer el alto nivel de sacrificio y esfuerzo que se requerirá para que ocurra un cambio global, pero aún así tener esperanza:
Todo conocimiento es bueno, pero no producirá su fruto a menos que vaya acompañado de acción… Confiamos que las personas lleguen a comprender y saber que la unidad es buena, e igualmente confiamos en que no se satisfarán y conformarán con solo saberlo. No digáis únicamente que la unidad, el amor y la hermandad son buenos; es preciso trabajar para lograrlos. – Abdu’l-Bahá, Abdu’l-Bahá en Londres, pág. 60.
No se desanime si sus esfuerzos son rechazados como utópicos por las voces que se opondrían a cualquier sugerencia de cambio fundamental. Confíe en la capacidad de esta generación para desenredarse de los embrollos de un mundo dividido. – La Casa Universal de Justicia, 20 de julio de 2000, pág. 2.
Muchas personas, por razones obvias, han perdido la esperanza en este momento actual de la historia. En lugar de limitarnos a pensar en todas las sombrías razones por las que quizás no tengamos esperanza, tal vez deberíamos preguntarnos: ¿Qué me haría más optimista? ¿Pasar tiempo con los niños, los futuros líderes de nuestro mundo, me ayuda a tener más esperanza? ¿La oración y la meditación me dan esperanza? ¿Debo pasar más tiempo aprendiendo sobre lo que hacen las personas buenas para abordar los problemas del mundo?
Cada persona requiere algo diferente, por lo que formular estas preguntas y, poco a poco, alimentar la esperanza dentro de nuestros corazones puede llevar a conversaciones más brillantes, conversaciones que construyen una sociedad mejor y más saludable.
Las palabras tienen un profundo impacto en el mundo que nos rodea. Todo lo que hablamos no tendría mucho significado sin una acción reflexiva, a través de las conversaciones que tenemos podemos plantar las semillas para el cambio en el mundo que nos rodea.
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