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Idealista o realista, ¿cuál eres tú?

David Langness | Dic 22, 2020

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David Langness | Dic 22, 2020

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Raspa la superficie de cualquier cínico y encontrarás a un idealista decepcionado. – George Carlin

¿Por qué llamamos a todas nuestras generosas ideas ilusiones, y a las mezquinas verdades? – Edith Wharton, La Casa de la Alegría.

Todo escepticismo es una especie de idealismo. – Soren Kierkegaard

El hombre nace como un idealista predestinado, porque ha nacido para actuar. Actuar es afirmar el valor de un fin, y persistir en afirmar el valor de un fin es hacer un ideal. – Oliver Wendell Holmes, Jr.

¿Te consideras un idealista o un realista, un soñador o un escéptico?

Antes de que respondas, veamos primero las definiciones del diccionario, para aclarar ambos términos:

re-a-lis-ta n. 1. Aquel que tiende a ver o representar las cosas como realmente son, aquel que enfrenta los hechos y actúa de manera práctica

i-de-a-lis-ta n. 1. Aquel que aprecia o persigue altos o nobles principios, propósitos y metas; un visionario

Mucha gente probablemente se ve a sí misma como una combinación de las dos, pero trataré de convencerte, en el curso de estos ensayos, de que deberías empezar a pensar en ti mismo como un verdadero idealista.

Lo sé… es un gran paso. En la era moderna, numerosas encuestas han mostrado que la mayoría de la gente tiende a describirse principalmente como realistas. Este punto de vista pragmático y prevaleciente, visto como una aceptación testaruda de las cosas tal como son en lugar de una visión soñadora de las cosas como podrían ser potencialmente, encaja con nuestra perspectiva materialista contemporánea. Tendemos a creer en lo que podemos percibir con nuestros cinco sentidos, a confiar en la «realidad» del mundo físico y a desconfiar de la existencia de cualquier cosa que no podamos captar inmediatamente. Cuando alguien dice «soy realista», lo vemos como analítico, duro e inteligente. Cuando alguien dice «soy un idealista», a menudo lo vemos como ingenuo e inexperto, alguien con la cabeza en las nubes.

¿Lo has notado? Este punto de vista a menudo cambia con la edad.

Los jóvenes -niños, adolescentes y adultos jóvenes- suelen tener tendencias idealistas. Típicamente llevan en sus corazones y mentes ideales, principios, valores y metas que aspiran a algo más grande y elevado que lo que existe hoy en día en el mundo «real». Sabemos que históricamente el mundo cambia porque las nuevas generaciones idealistas ven una nueva realidad potencial y actúan para llevarla a cabo; mientras que las generaciones realistas más antiguas pueden resistirse a ese cambio.

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Los realistas pueden no tener puntos de vista cínicos o negativos, pero a veces ven las cosas con ojos menos esperanzados. Los realistas tienden a lo racional, sopesando sus opciones antes de tomar cualquier acción. Los realistas tratan de hacer elecciones seguras, prudentes y prácticas. Los realistas se centran en el presente y en el futuro inmediato, esperando cuidadosamente que las cosas vayan inevitablemente mal en algún momento. Los realistas, en su mayoría, tienden al pesimismo.

Los idealistas, sin embargo, tienden al optimismo. Los idealistas corren riesgos. Los idealistas creen que pueden realizar sus sueños y nobles ambiciones, con suficiente agallas y energía. Los idealistas del mundo, en su mayoría jóvenes pero no completamente, tienden a ser pensadores y hacedores positivos. Los idealistas se centran en el futuro a largo plazo y más lejano.

¿Cuál de ellos es usted? ¿Qué tan grandes son tus sueños?

Las enseñanzas bahá’ís nos instan a todos a convertirnos en idealistas «divinos» usando las «virtudes, poderes y facultades ideales» que nos distinguen de todo lo demás en la naturaleza. Abdu’l-Bahá, el hijo del fundador de la Fe bahá’í y el intérprete autorizado de los escritos bahá’ís, escribió:

El hombre posee inteligencia consciente y reflexión; la naturaleza no la tiene. Éste es un punto fundamental establecido por los filósofos. El hombre está dotado de voluntad y memoria; la naturaleza está privada de ellas. El hombre puede demostrar los misterios latentes de la naturaleza, mientras que ella es inconsciente de sus propios fenómenos. El hombre es progresista; la naturaleza estacionaria, sin el poder de progresión o regresión. El hombre está dotado de virtudes ideales, por ejemplo, la inteligencia, la voluntad, entre ellas, la fe, la confesión del reconocimiento de Dios, mientras que la naturaleza está exenta de ellas. Las facultades ideales del hombre, incluyendo la capacidad de adquisición científica están más allá del alcance de la naturaleza. Éstos son poderes por los cuales el hombre se distingue y diferencia de todas las otras formas de vida. Es el don del divino idealismo, la corona que adorna las cabezas humanas. A pesar de este don, de este poder sobrenatural, es asombroso que los materialistas se consideren dentro de la cautividad de la naturaleza y de sus límites. La verdad es que Dios ha dotado el hombre de virtudes, poderes y facultades idealísticas, de las cuales la naturaleza está desposeída y por los cuales el hombre se eleva, se distingue y es superior. Debemos agradecer a Dios por estos dones. – Fundamentos de la unidad mundial.

Este «divino idealismo«, dice Abdu’l-Bahá, es una «corona que adorna las cabezas humanas«, un «poder sobrenatural» que eleva a los seres humanos por encima de todas las demás formas de vida. Bendecidos con la conciencia, dotados de la capacidad de ver más allá de lo meramente físico, y singularmente conscientes de sí mismos, los humanos tenemos la notable opción del optimismo o el pesimismo, del realismo o el idealismo. La mera posesión de tal opción nos dice que tenemos la oportunidad de elegir entre la esperanza y el cinismo.

Veamos, en el próximo ensayo de esta serie, la base filosófica detrás de esa importante elección.

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