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Igualdad de la mujer: el principio y la profecía bahá’ís

Christopher Buck | Jun 20, 2023

PARTE 5 IN SERIES Descifrando las profecías

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Christopher Buck | Jun 20, 2023

PARTE 5 IN SERIES Descifrando las profecías

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Los bahá’ís creen que las mujeres tienen un papel crucial que desempeñar en la abolición definitiva de la guerra, según un discurso de Abdu’l-Bahá expuesto el 7 de mayo de 1912 en el Hotel Schenley de Pittsburgh.

Examinemos cómo los bahá’ís conciben a Abdu’l-Bahá y sus escritos y pronunciamientos, antes de presentar otras reflexiones sobre la igualdad de la mujer como principio y profecía bahá’ís.

Todo lo que Abdu’l-Bahá dijo y escribió puede considerarse una extensión de los escritos de Bahá’u’lláh, ya que Abdu’l-Bahá estaba dotado de un conocimiento íntimo y profundo del genio profético de Bahá’u’lláh, hasta el punto de que, según el Guardián de la Fe bahá’í, Shoghi Effendi, «Sus palabras [las de Abdu’l-Bahá] no son iguales en rango, aunque poseen igual validez que las expresiones de Bahá’u’lláh».

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Para ilustrar esto, veamos el siguiente discurso de Abdu’l-Bahá, relacionado con la igualdad de la mujer como principio clave y profecía de Bahá’u’lláh, contenido en una tabla revelada por Abdu’l-Bahá en París el 28 de agosto de 1913:

En esta Revelación de Bahá’u’lláh la mujer marcha a la par del hombre. En ninguna actividad se quedará atrás. Sus derechos son iguales en grado a los del hombre. Ella accederá a todas las ramas administrativas de la política. Alcanzará en todo un desarrollo tal, que llegará a ser considerada como la más elevada posición en el mundo de la humanidad, y tomará parte en todos los asuntos. Ten la seguridad. No te fijes en las condiciones actuales; en un futuro no lejano el mundo de la mujer llegará a ser completamente refulgente y glorioso. ¡Pues Su Santidad, Bahá’u’lláh, así lo ha deseado! Cuando se realicen elecciones, el derecho al voto será un derecho inalienable de la mujer, y la entrada de la mujer en todas las esferas de actividad humana es una cuestión irrefutable e incontrovertible. Ningún alma puede retardarlo o impedirlo.

Abdu’l-Bahá fue bastante enfático al respecto, no sólo que los derechos de la mujer, como cuestión de principio, son «iguales en grado» a los del hombre, sino que, como cuestión de profecía, «en un futuro no muy lejano el mundo de la mujer será completamente refulgente y glorioso«. Abdu’l-Bahá escribió además:

Cuando las mujeres alcancen el más alto grado de progreso, entonces, de acuerdo con las exigencias de tiempo y lugar y de su gran capacidad, obtendrán extraordinarios privilegios. Tened confianza en todo esto. Su Santidad Bahá’u’lláh ha fortalecido excepcionalmente la causa de la mujer, y sus derechos y privilegios son uno de los más importantes principios de ‘Abdu’l-Bahá. ¡Tened la seguridad! Pronto llegará el día en que los hombres, dirigiéndose a las mujeres, dirán: «¡Benditas seáis! ¡Benditas seáis! Verdaderamente, sois merecedoras de todos los dones. Verdaderamente, merecéis adornar vuestras cabezas con la corona de la gloria sempiterna, porque en ciencia y en artes, en virtudes y perfecciones, vosotras seréis iguales al hombre, y en cuanto a ternura de corazón y abundancia de misericordia y simpatía, vosotras sois superiores.»

Aquí, no sólo « la causa de la mujer, y sus derechos y privilegios son uno de los más importantes principios de ‘Abdu’l-Bahá«, sino que, como cuestión de profecía bahá’í, «en ciencia y en artes, en virtudes y perfecciones, vosotras seréis iguales al hombre«. A pesar de que « la entrada de la mujer en todas las esferas de actividad humana es una cuestión irrefutable e incontrovertible» y de que «ningún alma puede retardarlo o impedirlo«, no se especifica el momento.

Aunque ahora podemos ver cierta inevitabilidad en esta profecía del futuro –la plena igualdad de mujeres y hombres–, el momento no es una conclusión inevitable, por la sencilla razón de que el cumplimiento de esta profecía depende del tiempo y de las circunstancias. Las condiciones para su cumplimiento, después de todo, deben ser las adecuadas y estar maduras. Las profecías no se cumplen automáticamente, ni se ejecutan por sí solas. Teniendo esto en cuenta, es importante considerar el principio y la perspectiva de acelerar, o apresurar, el cumplimiento de esta profecía transformadora del mundo, desempeñando nuestros respectivos papeles para contribuir al progreso de la promoción de la mujer en todas las esferas del quehacer humano.

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Desde otra perspectiva, la igualdad de mujeres y hombres constituye una dinámica cinética de nuestra evolución social. El futuro de la paz y la prosperidad del mundo depende absolutamente del papel ideal y progresivo de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad. El principio de Bahá’u’lláh de la igualdad de mujeres y hombres también debe considerarse como una importante fuerza sociomoral (aunque no reconocida) que impulsa la evolución social de nuestro planeta.

Pruebas incontrovertibles que establecen que la igualdad de la mujer con el hombre, como cuestión de principio, es una de las enseñanzas fundacionales, fundamentales y primordiales de Bahá’u’lláh, pueden encontrarse en esta declaración de una tabla escrita por Bahá’u’lláh:

Exaltado, inmensamente exaltado es aquel que ha eliminado las diferencias y establecido la armonía. Glorificado, infinitamente glorificado es aquel que ha hecho que cese la discordia y ha decretado la solidaridad y la unidad. Alabado sea Dios, la Pluma del Altísimo ha eliminado las distinciones entre Sus siervos y siervas y, por medio de sus consumados favores y abarcadora misericordia, ha conferido sobre todos una posición y rango al mismo nivel. Ha quebrado la espina dorsal de las vanas imaginaciones con la espada de la expresión y ha borrado los peligros de las ociosas fantasías por medio del poder penetrante de su fuerza.

Así pues, está perfectamente claro que Bahá’u’lláh ha «eliminado las distinciones entre Sus siervos [hombres] y siervas [mujeres]» y «conferido a todos una estación y rango al mismo nivel», lo que significa que el principio de la igualdad de mujeres y hombres está ahora «en vigor» en sentido operativo, aquí y ahora, aunque su aplicación a la sociedad sea un proceso progresivo que llevará tiempo y esfuerzo realizar plenamente. En otra tabla, Bahá’u’lláh escribió:

En este Día la Mano de la gracia divina ha eliminado toda la diferencia. Los siervos de Dios y sus siervas se consideran en el mismo plano. Bendito es el siervo que ha alcanzado aquello que Dios ha decretado, igualmente a la hoja que se mueve de acuerdo con las brisas de Su Voluntad. Este favor es grande y la posición elevada.

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En la noche del 19 de junio de 1913, Abdu’l-Bahá se dirigió a una multitud entusiasta bajo una carpa montada en el tejado del Hotel Sultani en Port Said, Egipto. Este importante discurso tuvo lugar justo después de sus viajes por América y Canadá en 1912 y por varios países de Europa en 1913, que habían concluido recientemente. En esta traducción provisional de su discurso realizada por Adib Masumian, mientras reflexionaba sobre la receptividad generalmente favorable de sus audiencias occidentales, Abdu’l-Bahá expuso el principio de la igualdad de mujeres y hombres –en el contexto de la historia religiosa del mundo– de una forma interesante, dramática e incluso poética:

Ahora, ¡alabado sea Dios porque el Este está iluminado y el Oeste perfumado! Cuando partíamos de Ṭihran hacia Bagdad, no había ni un solo creyente por el camino. En este viaje, sin embargo, por cualquier ciudad de Occidente que pasáramos, allí encontrábamos bahá’ís. En lugares que no lo habían oído antes –como Denver, Dublín, Búfalo, Boston, Brooklyn, Montclair, Montreal, etc.– se elevó la llamada de Dios:

No hay tumulto en el pueblo ni en la ciudad

Sino por el mechón rizado del cabello del Amigo

No hay conmoción en todo el mundo que uno encuentre ahora

Excepto la curva de la frente de ese Compañero.

La llamada de Dios se elevó de tal manera que todos los oídos la disfrutaron, todas las almas se conmovieron con ella y todas las mentes se asombraron, preguntando: «¿Qué llamada es ésta que se ha elevado? ¿Qué estrella es ésta que se eleva?». Un alma se asombraría, otra investigaría y otra más aportaría pruebas. Todos declararían que las enseñanzas de Bahá’u’lláh no tienen parangón, que son el espíritu de esta época y la luz de este siglo.

A lo sumo, alguno objetaría que el Evangelio incluye enseñanzas similares, a lo que responderíamos: «Entre estas enseñanzas está la unidad de la humanidad; ¿en cuál de los Libros [del Nuevo Testamento] puede encontrarse esto? ¡Muéstranoslo! Y la paz universal, ¿en qué Libro está escrita? Y que la religión debe ser la causa del amor y el compañerismo, y que sin éstos la falta de religión sería preferible –¿en qué Libro está escrito esto? Y que la religión debe estar de acuerdo con la razón sana y la ciencia exacta – ¿en qué Libro se menciona esto? Y la igualdad entre hombres y mujeres, ¿en qué Libro se menciona? Y el abandono de los prejuicios sectarios, religiosos, nacionales, políticos y raciales, ¿en qué Libro figura esto?». Y así sucesivamente.

Es una buena pregunta: «Y la igualdad entre hombres y mujeres – ¿en qué Libro se encuentra esto?».

La «pregunta retórica» de Abdu’l-Bahá da que pensar y nos incita a intentar encontrar la respuesta por nosotros mismos. Es posible que en la historia de las ideas haya vestigios o indicios de este principio de igualdad de mujeres y hombres en los textos sagrados de las grandes religiones del mundo, pero encontrarlos no sería tarea fácil. Ciertamente, este principio no tiene precedentes en la historia de las religiones, hasta el punto de que se presenta como un tema primordial de profunda importancia social y espiritual.

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