Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Independientemente de la fe, la espiritualidad o el trasfondo religioso que profesen las personas, las almas que aman a Dios quieren estar más cerca de Él. Las personas de todo el mundo conversan y conectan con Dios a través de la oración.
Los escritos bahá’ís dicen:
No hay nada más dulce en el mundo de la existencia que la oración. Él hombre debe vivir en un estado de oración. La condición más bendita es la condición de oración y súplica.
Tras un cuidadoso análisis de las religiones del mundo, una autora bahá’í llamada Ruth Moffett identificó los siguientes motivos e impulsos que inspiran a las personas a entrar en estado de oración. He aquí nueve razones por las que oramos:
1. Oramos para suplicar a Dios
En su libro, «Do’a: The Call to Prayer», Ruth definió la súplica como una «súplica humilde y sincera, con un sentido de dependencia de algo que es más grande que nosotros mismos».
Los escritos bahá’ís dicen:
Para un amante, la mayor felicidad es conversar con su amada, y para un buscador, el mayor regalo es conocer el objeto de su anhelo; por eso, para cada alma que se siente atraída por el Reino de Dios, su mayor esperanza es encontrar una oportunidad para rogar y suplicar ante su Amado, apelar a Su misericordia y gracia y sumergirse en el océano de Su expresión, bondad y generosidad. [Traducción provisional de Oriana Vento]
A través de la oración y la súplica, pedimos la ayuda de Dios para superar los obstáculos y alcanzar nuestros objetivos.
2. Oramos para aliviar nuestra compunción
La compunción es aquella «inquietud mental que ocurre luego de una mala acción. Es el aguijón de la conciencia, o un sentimiento de remordimiento», escribió Ruth.
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Cuando las personas que aman a Dios se sienten culpables, a menudo piden perdón en oración. Una de las oraciones por el perdón que fue revelada por el Báb –el precursor y heraldo de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í– dice:
Te ruego, oh mi Señor, me perdones por cualquier mención hecha aparte de la mención de Ti y por cualquier alabanza que no sea tu alabanza y por cualquier complacencia excepto la complacencia en tu cercanía y por cualquier placer que no sea el placer de la comunión contigo; por cualquier alegría fuera de la alegría de tu amor y de tu complacencia y por todas las cosas que a mí me pertenecen y que no tienen relación contigo, oh Tú que eres el Señor de señores, quien provee los medios y quien abre las puertas.
Como dijo el Buda: “Cuando vuestras impurezas sean purificadas y os liberéis de la culpa, entonces podréis entrar al mundo divino…”.
3. Oramos porque deseamos ser más espirituales
Ruth escribió que esta aspiración “es un anhelo, que generalmente no se expresa, por lo que está más allá de nuestros logros actuales, un vago anhelo por aquello que es puro, noble y espiritual”.
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Te he creado noble, sin embargo, tú te has degradado. Elévate pues, a la altura de aquello para lo cual fuiste creado.
Somos seres espirituales viviendo una experiencia física en este reino terrenal. Es así que aspirar a crecer espiritualmente y acercarnos a Dios es un primer paso esencial para alcanzar felicidad espiritual en este mundo y el siguiente.
4. Oramos para interceder por alguien
La intercesión es una oración que hacemos en favor de otra persona. Es una petición humilde a Dios para que ayude, cuide o cure a nuestros seres queridos.
Los bahá’ís están alentados a orar por sus padres todos los días. Esta oración por los padres fue revelada por Abdu’l-Bahá, el hijo de Bahá’u’lláh y intérprete autorizado de los escritos bahá’ís:
¡Oh Señor! En esta Grandísima Dispensación Tú aceptas la intercesión de los hijos en favor de sus padres. Este es uno de los infinitos dones especiales de esta Dispensación. Por tanto, oh bondadoso Señor, acepta la súplica de este siervo Tuyo en el umbral de Tu unicidad y sumerge a su padre en el océano de Tu gracia, porque este hijo se ha levantado a prestarte servicio y se está esforzando en todo momento en el camino de Tu amor. Verdaderamente, Tú eres el Donador, el Perdonador y el Bondadoso.
Abdu’l-Bahá también nos pidió que oráramos por aquellos que han fallecido. Él dijo:
En la oración hay una estación entremezclada, una fusión de condiciones. Rezad por ellos ¡tal y como ellos rezan por vosotros! Si atravesáis apuros y estáis en actitud receptiva, ellos son capaces, sin que os percatéis, de haceros sugerencias.
5. Oramos para expresar nuestra gratitud
Siempre podemos encontrar algo por lo que estar agradecidos. Cuando adoptamos una actitud de gratitud, vivimos vidas más felices y positivas.
«Sabemos que la gratitud es también la causa de la elevación del Alma», escribió Ruth. «Es el sentimiento de agradecimiento por los favores o recompensas recibidos. El agradecimiento brota en el corazón y encuentra su expresión en la oración…».
Como se dice en los Salmos: «Lleguemos ante su presencia con gratitud, y alegrémonos ante él con alabanzas.»
Las siguientes líneas de una oración bahá’í expresan bellamente esta expresión de agradecimiento:
¡Mi Dios, mi Adorado, mi Rey, mi Deseo! ¿Qué lengua puede expresar mis gracias a Ti? Yo era negligente, Tú me despertaste. Yo me había apartado de Ti, Tú me ayudaste bondadosamente a volverme hacia Ti. Yo era como un muerto, Tú me hiciste revivir con el agua de vida. Yo estaba marchito, Tú me reanimaste con la corriente celestial de Tu Palabra, que ha brotado de la Pluma del Todomisericordioso.
Por supuesto, nuestras oraciones siempre deben traducirse en acciones. Y, Abdu’l-Bahá dijo que «la mejor manera de dar gracias a Dios es amarnos los unos a los otros».
6. Oramos para meditar
Hacemos preguntas a Dios en nuestras oraciones y recibimos respuestas en nuestras meditaciones. Ruth escribió: «La meditación comienza con una razón continua, se nos dice, fundiéndose en un estado de reflexión calmada y ponderación devota sobre declaraciones de pensamientos, ideas y principios acerca de Dios».
Los escritos bahá’ís dicen:
Durante la meditación, el espíritu humano es informado y fortalecido; a través de ella, cosas de las cuales éste no tenía conocimiento, se revelan ante su vista. Por medio de ella, recibe inspiración divina; gracias a ella, recibe el alimento celestial.
Cuando nos abstraemos de nuestro entorno físico y empleamos nuestro poder espiritual de discernimiento para meditar en la palabra de Dios, desbloqueamos «las puertas de los misterios» y «podemos desvelar los secretos de las cosas en sí«. Bahá’u’lláh escribió:
El conocimiento es una luz que Dios derrama sobre el corazón de quienquiera sea Su voluntad.
Y, el Buda dijo: «Sin conocimiento no hay meditación, sin meditación no hay conocimiento: quien tiene conocimiento y meditación está cerca del Nirvāṇa.»
7. Oramos para inspirar nuestras oblaciones
Ruth definió oblación como «el acto de ofrecer algo como sacrificio en la adoración.» A lo largo de la historia, las ideas de oblación han cambiado, desde el sacrificio de seres humanos y animales hasta la renuncia a placeres físicos como la comida y/o el agua durante un periodo de tiempo.
Por ejemplo, muchos católicos se abstienen de comer carne los viernes durante la Cuaresma, los judíos se abstienen de comer, beber y mantener relaciones sexuales en Yom Kippur, los musulmanes no comen ni beben desde el amanecer hasta la puesta de sol durante el Ramadán, y los bahá’ís no comen ni beben desde el amanecer hasta la puesta de sol durante 19 días en marzo. Por supuesto, en la Fe bahá’í, el ayuno físico es meramente simbólico y un «recordatorio de abstinencia de deseos egoístas y carnales».
En la actualidad, a los bahá’ís también se nos pide que sacrifiquemos nuestras vidas dedicando nuestro tiempo, energía y recursos a contribuir a la mejora del mundo y a servir a la humanidad.
8. Oramos porque adoramos a Dios
«Y haz mención del nombre de tu Señor por la mañana, por la tarde y por la noche. Adóralo y alábalo toda la noche», dijo el profeta Muhammad.
Ruth describió la adoración como un «acto de rendir homenaje divino, de expresar veneración y reverencia al Ser Divino. Es una elevación alegre y espontánea de sentimientos profundos de amor, admiración, asombro y devoción». Cuando adoras y te enamoras de Dios, quieres comunicarte con Él tanto como puedas. Hay tantas oraciones bahá’ís de alabanza y gratitud que expresan bellamente este asombro y admiración.
Además de adorar a Dios y a las figuras centrales de la Fe bahá’í, los bahá’ís adoran también a los profetas de todas las demás religiones del mundo. Los bahá’ís creen que hay un Dios que ha enviado diferentes mensajeros, o Manifestaciones de Dios, para compartir su revelación con la humanidad a lo largo de la historia. Estas Manifestaciones incluyen a Abraham, Zoroastro, Moisés, Buda, Krishna, Jesucristo, Muhammad, el Báb y Bahá’u’lláh.
Los escritos bahá’ís dicen:
¡La verdad puede ser comparada con el sol! El sol es un cuerpo luminoso que dispersa todas las sombras; de igual modo la verdad disipa las sombras de nuestra imaginación.
… Debemos adorar al sol en sí mismo, y no meramente el lugar donde aparece. De igual manera, las personas de corazón iluminado veneran la verdad cualquiera que sea el horizonte donde aparece. No están circunscritas a la personalidad, sino que siguen la verdad, y están capacitadas para reconocerla sin importar el lugar de donde provenga. Es esta misma verdad, la que ayuda a la humanidad a progresar, la que otorga vida a todos los seres creados, pues ella es el Árbol de Vida.
9. Oramos para estar en comunión con Dios
La última razón por la que la gente ora que Ruth identificó es para estar en comunión con Dios. La comunión implica un intercambio de pensamientos y sentimientos íntimos a nivel espiritual.
Ruth explicó: «Existe el anhelo del alma, de recibir sabiduría, guía, luz y la apertura del alma. No para recibir la respuesta a una pregunta menor, sino para recibir la iluminación del Christos, o Logos, o Espíritu Divino».
Abdu’l-Bahá escribió que las oraciones obligatorias que los bahá’ís deben recitar cada día son «obligatorias puesto que conducen a la humildad y a la sumisión, a volver el rostro hacia Dios y a expresarle devoción. Por medio de esta oración el hombre comulga con Dios, busca acercarse a Él, conversa con el verdadero Amado de su corazón y alcanza estaciones espirituales». [Traducción provisional de Oriana Vento].
Estos son los nueve impulsos, motivos y razones por los que la gente ora. Ruth añade: «Algunos grupos religiosos enfatizan y practican uno o dos excluyendo los demás. Cada impulso es importante y todos son esenciales, aunque no se utilizarían todos al mismo tiempo. Cualquier paso sin los demás queda incompleto. La expresión de cada impulso indica el progreso del alma en el camino hacia Dios».
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