Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
«Está bien, lo haré yo». Todos hemos escuchado esas famosas palabras que conducen casi siempre al agotamiento físico, mental y emocional.
¿Alguna vez has usado esa frase o has dicho algo similar? Definitivamente yo sí, lo he usado innumerables veces y también he sufrido sus repercusiones.
¿Por qué? Bueno, confiar en los demás a menudo me ha llevado a la desilusión, los malentendidos y a problemas que podrían haberse evitado si lo hubiera hecho todo yo desde el inicio. A veces, es más fácil hacerlo uno mismo… ¿o no?
Este tema hace surgir la idea bahá’í del acompañamiento, lo que significa humildemente aprender juntos en compañía de otros:
Indica el fortalecimiento significativo de una cultura en la que el aprendizaje es el modo de operación, un modo que alienta la participación consciente de más personas cada día en un esfuerzo unido por aplicar las enseñanzas de Bahá’u’lláh a la construcción de una civilización divina. – La casa universal de justicia, A los bahá’ís del mundo, mensaje del 21 de abril de 2010.
La otra noche, hablando con mi hermana sobre el concepto de acompañamiento, discutimos lo desafiante pero valioso que puede ser ayudar a desarrollar capacidades en otros y alentar la participación universal.
Pero si cada miembro de la sociedad humana tiene el potencial de contribuir al progreso y la unificación de sus comunidades, entonces ¿por qué me cuesta tanto delegar, confiar en otros y compartir la carga?
Quizás me han decepcionado demasiadas veces, o no quiero agobiar a nadie, o quiero que las cosas sean de cierta manera. ¿El problema? Este diálogo interno se centra solo en mí y mi visión, y no toma en cuenta ni deja espacio para que otros crezcan, se sientan incluidos y desarrollen capacidades a través de la experiencia. ¿Cómo se supone que construiremos un mundo nuevo si solo unos pocos elegidos hacemos el trabajo? ¿quién puede decir que nuestro camino es el mejor?
En todo el mundo, los bahá’ís operan en grupos más pequeños de comunidades, vecindarios y ciudades conocidas como agrupaciones. Estas agrupaciones trabajan juntas para aprender sobre cómo desarrollar capacidades en otros y avanzar en su comprensión de esta idea de acompañamiento. Todos, sean bahá’ís o no, están invitados a participar en este proceso de aprendizaje mutuo. Todos y cada uno de estos grupos tienen el potencial de servir a sus comunidades e identificar lo que se requiere para su progreso, sin importar sus recursos, habilidades o capacidad:
Cada persona tiene su parte en esta empresa, y la contribución de cada uno sirve para enriquecer el conjunto. Las agrupaciones más dinámicas son aquellas en las que, independientemente de los recursos que posee la comunidad o del número de actividades que se están llevando a cabo, los amigos son conscientes de que su tarea consiste en identificar lo que se necesita para que haya progreso — la capacidad naciente que debe desarrollarse, la habilidad nueva que debe adquirirse, los iniciadores de una labor embrionaria que deben acompañarse, el espacio de reflexión que debe cultivarse, el esfuerzo colectivo que debe coordinarse— y luego encontrar maneras creativas para facilitar el tiempo y los recursos necesarios para lograrlo. – La Casa Universal de Justicia, A los bahá’ís del mundo, mensaje del 21 de abril de 2014.
El acompañamiento requiere caminar juntos por el camino del servicio, tomados de la mano; muy diferente del modo de operación de nuestra sociedad en general:
Un enfoque como éste contrasta de manera impactante con las formas agonizantes y espiritualmente en bancarrota de un viejo orden social que tan a menudo trata de explotar la energía humana a través de la dominación, la avaricia, el sentimiento de culpa o la manipulación. – La Casa Universal de Justicia, A los bahá’ís del mundo, mensaje del 21 de abril del 2010.
Operar en un espíritu de acompañamiento exige mucho de todos. Requiere que profundicemos nuestra propia comprensión del valor intrínseco de la unidad, que amemos a nuestros compañeros de equipo incondicionalmente, y que operemos de una forma transparente y que acoja las experiencias, ideas y habilidades de los demás. El acompañamiento también nos pide que nos desapeguemos de los resultados y que nos enfoquemos en un proceso que fomente la participación informada de más y más personas.
El verdadero acompañamiento se manifiesta en verdaderas y profundas amistades. De manera similar a cómo un verdadero amigo nos amaría por nuestro propio bien, aprendemos a amar de la misma manera a los demás, no solo por lo que podríamos recibir a cambio. Las enseñanzas bahá’ís dicen que este tipo de amistad verdadera, necesaria para el acompañamiento, se desarrolla a partir del conocimiento de Dios:
El amor que existe entre los corazones de los creyentes es inspirado por el ideal de la unidad de los espíritus. Este amor se alcanza a través del conocimiento de Dios; de este modo, el ser humano ve reflejado el Amor Divino en su corazón. Cada uno ve en los demás la belleza de Dios reflejada en el alma y, al encontrar este punto de similitud, se sienten atraídos por amor uno hacia otro. Este amor hará de todos los seres humanos olas de un solo mar; estrellas de un mismo cielo y frutos de un único árbol. Este amor promoverá el establecimiento de la verdadera armonía, fundamento de la auténtica unidad. – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 219.
Entonces, la próxima vez que hagas planes para una próxima reunión comunitaria, un proyecto de servicio grupal o simplemente organices una excursión familiar o un evento, trata de evitar la frase «está bien, lo haré yo» y recuerda que no estás solo. El grupo de personas que te rodea tiene un potencial innato y habilidades propias, y tienes la bendición de acompañarlos en su camino de servicio.
Recuerda que todos tienen participación en la construcción de la unidad mundial, y para hacerlo debemos fomentar la capacidad naciente en los demás. Operar en un modo de aprendizaje fomenta la participación informada y universal. Recuerda ver la belleza de Dios en todas y cada una de las almas, y que el amor y la verdadera amistad son necesarios para el acompañamiento que finalmente conducirá a la construcción de un mundo nuevo.Recuerda constantemente los atributos de humildad y desapego, y siempre trata de hacer espacio y dar voz al potencial de los demás. ¡Nuestro futuro depende de ello! Porque al igual que las semillas, todos tienen el potencial de dar fruto, proporcionar sombra y nutrientes y apoyar el crecimiento de los demás:
¡Elevad vuestros corazones más allá del presente y contemplad el futuro con fe! Hoy la semilla ha sido sembrada, sus granos caen sobre la tierra, mas aguardad el día cuando se convertirá en un árbol glorioso y sus ramas se llenarán de frutos. ¡Regocijaos y estad contentos, pues este día ha amanecido, tratad de comprender su poder, pues, en verdad, es maravilloso! ¡Dios os ha coronado con honor y en vuestros corazones ha puesto una estrella radiante; verdaderamente, su luz iluminará el mundo entero! – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 86.
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