Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Nunca olvidaré la vez que fui a la escuela dominical con mi viejo amigo David. Éramos jóvenes, yo, un bahá’í y él, un cristiano, y su madre nos llevó a su iglesia.
Me había quedado a dormir en su casa la noche anterior y no logramos despertarnos a la hora marcada, de modo que a la mañana siguiente casi llegamos tarde al servicio. Mi amigo David, en su prisa, logró ponerse la chaqueta, pero se olvidó totalmente de ponerse una camisa.
Cuando llegamos al servicio de la mañana, el pastor amablemente le hizo saber a David que se consideraba descortés llevar una chaqueta en la casa del Señor. Siendo el chico educado que era David, fue a desabrocharse la chaqueta, pero luego se dio cuenta rápidamente de que no tenía camisa debajo. El pastor entendió y dijo que estaba bien que David mantuviera la chaqueta puesta. Unos 30 minutos más tarde, el pastor dijo: «¡Pensé que te pedí que te quitaras la chaqueta!»
David tuvo que recordarle al pobre anciano que se había olvidado de ponerse una camisa esa mañana. Todos nos reímos mucho por eso.
Ahora, mientras mi esposa y yo intentamos educar a nuestro hijo, que ahora tiene la misma edad que yo en aquella ocasión en la que David olvidó ponerse la camisa en esa escuela dominical, entiendo por qué la diversidad religiosa es tan importante como la diversidad racial y cultural:
“…los bahá’ís ven en el esfuerzo de acercamiento entre las diversas religiones una respuesta a la Voluntad Divina para con un género humano que entra ahora en su madurez colectiva. Los miembros de nuestra comunidad continuarán ofreciendo su colaboración por todas las vías a su alcance. Sin embargo, es deber para con nuestros colaboradores en este esfuerzo común afirmar claramente la convicción que abrigamos de que el discurso interreligioso, si queremos que contribuya significativamente a sanar las heridas que afligen a una humanidad desesperada, debe con sinceridad y sin más evasivas abordar las implicaciones de la verdad fundamentalísima que suscitó todo este movimiento interreligioso: que Dios es uno solo y que, más allá de la diversidad de la expresión cultural y de la interpretación humana, la religión es asimismo una sola. – La Casa Universal de Justicia, Mensaje a los líderes religiosos del mundo, p. 8.
Al crecer en una familia bahá’í, di por sentado que tenía amigos de diferentes creencias y estilos de vida. Desde ir al culto de la iglesia de mi amigo David en el domingo ocasional, pasar el rato con mi amiga portuguesa y su familia comunista escuchando los debates sobre por qué Dios no existe y por qué el gobierno es corrupto, hasta escuchar hablar a mis amigos musulmanes sobre las increíbles fiestas que tendrían justo al final del ayuno durante el Ramadán, crecí en un ambiente multicultural y religiosamente diverso.
Todo eso me parecía totalmente normal. Debido a que los bahá’ís no hacen proselitismo ni presionan su Fe sobre otros, nunca tuve la misión de cambiar sus creencias. Solo escuchaba y trataba de entender cómo era vivir en sus universos. Me di cuenta de que, cuanto más escuchaba las explicaciones y las razones por las que mis amigos creían lo que creían, más los iba amando.
Al crecer en la comunidad bahá’í, he notado de vez en cuando una mentalidad en la cultura más amplia en la que las personas tal vez dudan de conocer a quienes practican otras religiones: pensando que al asociarse con esas personas podría correr el riesgo de ser influenciado por algo negativo y que podría poner a prueba sus creencias. Este nunca ha sido mi caso, solo continúa aumentando mi fe cuando me encuentro con personas de otras creencias, porque entonces veo que todos somos verdaderamente un solo pueblo. Todo lo demás son solo los pequeños matices de creencia que ayudan a crear el mosaico del mundo en el que vivimos.
Bahá’u’lláh también escribió:
“…es relacionarse con los seguidores de todas las religiones en un espíritu de amistad y compañerismo, para proclamar lo que manifestó el Orador del Sinaí y actuar con justicia en todos los asuntos
Quienes se hallan dotados de sinceridad y lealtad deben relacionarse con todos los pueblos y razas de la tierra con alegría y esplendor, puesto que la relación con la gente ha promovido y continuará promoviendo la unidad y la concordia, las cuales, a su vez, conducen al mantenimiento del orden en el mundo y a la regeneración de las naciones”. – Las Tablas de Bahá’u’lláh, p. 22.
El objetivo que tengo para mi hijo es llevarlo a una iglesia y una mezquita, una sinagoga y otros centros de fe para que pueda ver cómo otras personas expresan sus creencias, para que pueda ver con sus propios ojos la hermosa diversidad que tenemos en este planeta.
El Bab, el heraldo y precursor de Bahá’u’lláh dijo que: «… los caminos a Dios son tan numerosos como el aliento de las criaturas«. – Journey towards God, pág. 1, traducción provisional por Todd Lawson.
Qué maravilloso es tener la oportunidad de mostrarle a mi hijo solo algunos de esos caminos a Dios, y de darle el regalo de la amistad y el compañerismo con los seguidores de todas las religiones.
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