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Amor: una acción, no un sentimiento

Makeena Rivers | Sep 27, 2019

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Makeena Rivers | Sep 27, 2019

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¿Cómo aprendiste qué es el amor? ¿Alguien te enseñó?

He estado leyendo el libro de Bell Hooks: All About Love. Cuanto más profundizo en ello, más segura estoy de que lo que nuestra sociedad nos enseña sobre el amor es totalmente erróneo.

Como Bell Hooks explica tan elocuentemente, la mayoría de nosotros pensamos en el amor como un sentimiento de especial y profundo por otra persona, la forma en que nuestro corazón se llena al pensar en alguien o la agitación emocional que sentimos cuando pensamos que podríamos perder a ese alguien. Si bien pensar en la otra persona es ciertamente un componente del amor, es solo uno de los muchos ingredientes necesarios para un amor verdadero y saludable.

Hooks explica que mientras que continuemos limitando el amor a la catexis, es decir el proceso de invertir emoción en un ser querido, muchos de nosotros continuaremos viviendo vidas sin amor. Ella propone la definición de M. Scott Peck como una forma más precisa y holística de ver el amor: «la voluntad de extenderse a uno mismo con el propósito de nutrir el crecimiento espiritual propio o ajeno».

Los escritos bahá’ís dan un paso más allá y definen el concepto de amor como una fuente de crecimiento espiritual, una que se basa en la acción. Abdu’l-Bahá, hijo del fundador de la Fe Bahá’í, habló del amor como la clave para abrir una nueva forma de vida para toda la humanidad:

…cuando observamos el fenómeno del universo, reconocemos que el eje alrededor del cual gira la vida es el amor, mientras que el eje alrededor del cual giran la muerte y la destrucción es la animosidad y el odio…Es claro que en todos los grados y reinos la unidad y la armonía, el amor y la camaradería son la causa de la vida, en tanto que el disenso, la animosidad y la separación siempre conducen a la muerte. Por tanto, debemos esforzarnos con alma y vida para que día tras día la unidad y la armonía aumenten en la humanidad, y que el amor y la afinidad se vuelvan más resplandecientes, gloriosos y manifiestos. – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal, pág. 278.

Abdu’l-Bahá también nos invitó a cuestionar la forma en que expresamos el amor:

Si yo os amo, no necesito hablaros de mi amor continuamente, pues sin necesidad de palabras lo comprenderéis. Por el contrario, si no os amo, también os daréis cuenta, y no me creeríais aunque os dijese que os amo con un millón de palabras. – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 19.

Esta definición de amor puede asustar a muchos de nosotros. Cuando vemos el amor como una acción, y no solo como un sentimiento, es posible que de repente tengamos que volver a conceptualizar las relaciones que consideramos amorosas. Las relaciones con deshonestidad, mala comunicación o dinámicas de poder abusivas pueden tener componentes de afecto o cariño, pero si creemos que el amor nutre y honra el crecimiento espiritual, esas relaciones claramente carecen de amor.

Esta lente nos obliga a reevaluar lo que hemos aceptado como amor y a prestar mucha atención a la forma en que tratamos a los demás, la forma en que los demás nos tratan y la forma en que nos tratamos a nosotros mismos.

En contraste con el «amor» caótico, doloroso y disfuncional que la mayoría de nosotros consideramos una parte inevitable de la vida, los escritos bahá’ís describen el amor como una fuente de paz y compostura:

Si los eruditos y hombres de sabiduría mundana de esta época, permitieran a la humanidad aspirar la fragancia de la fraternidad y del amor, todo corazón comprensivo entendería e significado de la verdadera libertad y descubriría el secreto de la paz imperturbable y de la tranquilidad absoluta. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh, pág. 137.

Pero incluso cuando intelectualmente aceptamos el amor como fuente de alegría y bienestar, es fácil aceptar o mostrar «amor» en formas disruptivas. Afirmamos que nos amamos a nosotros mismos, pero ponemos nuestro corazón en peligro; no alimentamos nuestro crecimiento espiritual, descuidamos nuestro llamado espiritual; y tomamos decisiones basadas en el miedo en lugar de la confianza. Cuando nos impulsa el miedo, no podemos amar a los demás adecuadamente. El miedo es la raíz de muchos enemigos del amor, como los prejuicios, la avaricia y la violencia. Nos aferramos a trabajos, amigos y parejas tóxicos porque tememos dejarlos ir.

Aceptar el amor como una acción, en lugar de solo un sentimiento, nos mantiene en un nivel más alto. Muchos de nosotros creemos que el amor y la honestidad van de la mano y, sin embargo, también creemos que cuando amas a alguien, es posible que tengas que mentirle para proteger sus sentimientos. Racionalizamos esto como amor porque afirmamos que la única razón por la que mentimos es porque los amamos y no queremos perderlos. Incluso imaginamos que al mentir le hacemos un favor a nuestros seres queridos. De lo que no nos damos cuenta es que al mentir, no honramos el crecimiento espiritual de los demás, o el de nosotros mismos.

Si aceptamos que el amor depende de la honestidad, quizás nos esforzaremos más por ser sinceros. Si bien todos creen en el amor, algunos han echado a la honestidad a un lado como innecesaria. Cuando vemos el amor como algo más que un estado emocional, podemos reconocer que tenemos la responsabilidad de actualizarlo en nuestras vidas, a través del trabajo duro.

Sin esfuerzo, podemos pasar toda una vida sin experimentar o expresar un amor saludable y feliz con nosotros mismos y con los demás. Pero si requiere tanto trabajo, ¿por qué querríamos apuntar a encontrar el amor?

Los escritos bahá’ís dicen:

El amor que existe entre los corazones de los creyentes es inspirado por el ideal de la unidad de los espíritus. Este amor se alcanza a través del conocimiento de Dios; de este modo, el ser humano ve reflejado el Amor Divino en su corazón. Cada uno ve en los demás la belleza de Dios reflejada en el alma y, al encontrar este punto de similitud, se sienten atraídos por amor uno hacia otro. Este amor hará de todos los seres humanos olas de un solo mar; estrellas de un mismo cielo y frutos de un único árbol. Este amor promoverá el establecimiento de la verdadera armonía, fundamento de la auténtica unidad. – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 219.

Ciertamente, en el mundo de la existencia no existe un poder mayor que el poder del amor. – Ibid., pág. 218.

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