Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Para abolir las guerras, debemos abolir la desconfianza y el temor que tenemos por los demás, tanto a nivel personal como nacional.
Las organizaciones de estados como la Unión Europea de 28 estados han avanzado mucho, a través de medios prácticos, al crear fronteras menos duras, alentar el comercio, garantizar la seguridad regional y difundir la diplomacia. En un continente que fue cuna dos guerras mundiales en el siglo XX, ahora hemos tenido casi 75 años de paz. Estas organizaciones multilaterales han creado los componentes básicos de la cooperación, pero sus fundamentos han comenzado a resquebrajarse, con la convocatoria del Brexit en el Reino Unido, el descontento en Grecia e Italia y otros movimientos que contribuyen la desestabilidad política de la UE.
Pero de acuerdo con las enseñanzas bahá’ís, la unidad basada únicamente en factores económicos o políticos nunca proporcionará la tan anhelada unidad de las naciones que buscamos en un mundo interconectado en todos los niveles del esfuerzo humano. Abdu’l-Bahá expresó la idea de que estas formas limitadas de acuerdo solo lograrán una unidad limitada:
Existe la unidad de idioma entre aquellos que usan el mismo lenguaje como medio de comunicación; la unidad nacional donde varios pueblos viven bajo la misma forma de gobierno – tales como los franceses, los alemanes, los británicos, etc. -, y la unidad política, la cual conserva los derechos civiles de los partidos y facciones del mismo gobierno. Todas estas unidades son imaginarias y sin fundamento real, pues de ellas no procede ningún resultado verdadero El propósito de la unidad verdadera son los resultados reales y divinos. De estas unidades limitadas mencionadas sólo provienen resultados limitados, mientras que la unidad ilimitada produce resultados ilimitados…
La unidad que produce frutos sin límites es, primero, una unidad de la humanidad que reconoce que todos están protegidos bajo la gloria del Todo Glorioso; que todos son siervos del único Dios, pues todos respiran el mismo aire, viven sobre la misma tierra, se mueven bajo los mismos cielos, reciben el fulgor del mismo sol y están bajo la protección del Dios Único. Esta es la más grande unidad, y sus frutos son perdurables si la humanidad se adhiere a ella. – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal, pág. 205.
Para abolir la guerra de una vez por todas, debemos establecer la verdadera unidad y el amor por toda la humanidad. Esto puede parecer un objetivo inalcanzable; sin embargo, hemos demostrado que es posible a nivel nacional. Entonces, ¿por qué no a nivel global? Los bahá’ís creen que la gran unidad global no solo es posible, sino inevitable:
Cesarán las rivalidades, odios e intrigas nacionales, y la animosidad y el prejuicio raciales serán reemplazadas por la amistad, el entendimiento y la cooperación entre las razas. Las causas de la contienda religiosa serán eliminadas permanentemente, las barreras y las restricciones económicas serán completamente abolidas y será suprimida la excesiva distinción entre clases. Por un lado, desaparecerá la indigencia y, por otro, la acumulación excesiva de bienes. La enorme energía disipada y desperdiciada en la guerra, ya sea económica o política, será consagrada a aquellos fines que extiendan el alcance de las invenciones humanas y del desarrollo tecnológico, al aumento de la productividad de la humanidad, al exterminio de las enfermedades, a la extensión de la investigación científica, a la elevación del nivel de salud física, a la agudización y refinamiento del cerebro humano, a la explotación de los recursos no utilizados e insospechados del planeta, a la prolongación de la vida humana y al fomento de todo organismo que estimule la vida intelectual, moral y espiritual de toda la raza humana. – Shoghi Effendi, El nuevo orden mundial de Bahá’u’lláh, pág. 356.
Cuando Shoghi Effendi escribió que «La enorme energía disipada y desperdiciada en la guerra«, se usará para promover los intereses del desarrollo y la paz de la humanidad, expresó el tema central de las enseñanzas bahá’ís: que la humanidad debe unirse para poder establecer la paz universal
En este momento, todos sabemos que las naciones gastan cantidades excesivas de dinero en defensa y guerra. La “defensa” del eufemismo también significa mejorar la capacidad de hacer la guerra a otros, no solo proteger la seguridad interna. En los Estados Unidos, por ejemplo, la seguridad nacional constituye una parte significativa del presupuesto federal, que actualmente se ubica como el tercer programa gubernamental más caro ($ 696 mil millones al año en 2018) solo después de la Seguridad Social y la Salud. El gasto de Estados Unidos en defensa supera a los siguientes siete países más altos combinados, incluidos China y Rusia.
Si confiásemos en los otros países para no emprender la guerra, podríamos recortar los dólares del presupuesto de defensa para pagar los programas sociales y la educación, aliviar los impuestos y aumentar la paz y la estabilidad de nuestro mundo:
La verdadera civilización desplegará su bandera en el corazón mismo del mundo cuandoquiera que determinado número de sus distinguidos y magnánimos soberanos… se alcen por el bien y la felicidad de toda la humanidad, con voluntad firme y visión clara, a establecer la Causa de la Paz Universal. Deben convertir la Causa de la Paz en el objeto de una consulta general y procurar por todos los medios a su alcance establecer una Unión de las naciones del mundo. Deben concluir un tratado vinculante y establecer un convenio cuyas disposiciones serán sensatas, inviolables y concretas. …En este pacto exhaustivo deberán ser fijados claramente los límites y fronteras de todas y cada una de las naciones; quedarán definitivamente sentados los principios que subyacen a las relaciones de los gobiernos entre sí; y se reafirmarán todos los acuerdos y obligaciones internacionales. De igual manera, quedará estrictamente limitado el tamaño de los arsenales de cada Gobierno, pues si se consintiera que los preparativos de guerra y las fuerzas militares de cada nación se incrementasen, ello despertaría las sospechas de los demás. El principio fundamental que informa este Pacto solemne debería fijarse de manera tal que si en adelante un Gobierno violase cualquiera de sus disposiciones, todos los demás gobiernos de la tierra deberían alzarse a reducirlo a la más completa sumisión; más aún, la raza humana en su totalidad debería decidirse, con todo el poder a su disposición, a destruir a ese Gobierno. – Abdu’l-Bahá, El secreto de la civilización divina, pág. 39.
Alcanzar este tipo de pacto de paz universal no será fácil, pero como lo demuestra la Unión Europea, se puede lograr en temas económicos, fronterizos y de seguridad. Con más ímpetu por parte de las Naciones Unidas, esta paz no puede estar muy lejos en nuestras vidas. Deja que tu voz se escuche e insta a tu nación a hacer más para abolir la guerra.
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