Cómo construir unidad global desde las bases

El aforismo «piensa globalmente, actúa localmente» es hoy más cierto que nunca, pero ¿cómo podemos contribuir nosotros como individuos? Seguro que todos queremos un planeta pacífico, unificado y sostenible, pero ¿cómo lo construimos?

Los medios de comunicación y la tecnología han aumentado gradualmente nuestra conciencia acerca de las catástrofes globales, la pobreza, los conflictos y las crisis medioambientales, lo que en última instancia nos ha llevado a ser cada vez más conscientes de la unidad de la humanidad. Sin embargo, los problemas «en casa» son demasiado evidentes, como ha demostrado la pandemia del COVID-19.

En su informe Tendencias Globales 2040, el Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos afirma:

… es probable que los retos globales compartidos -como el cambio climático, las enfermedades, las crisis financieras y las perturbaciones tecnológicas- se manifiesten con mayor frecuencia e intensidad en casi todas las regiones y países … La actual pandemia de COVID-19 constituye la perturbación global más importante y singular desde la Segunda Guerra Mundial, con implicaciones sanitarias, económicas, políticas y de seguridad que se extenderán durante años … la dificultad de abordar estos retos transnacionales se ve agravada en parte por la creciente fragmentación entre las comunidades, el Estado y el sistema internacional.

Está claro que debemos promover una visión y una acción que abarquen tanto el nivel global como el local. Con este fin, los bahá’ís del mundo tienen un plan global y local único que ayuda a construir un mundo unificado. Hace más de un siglo, Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, escribió: «El bienestar de la humanidad, su paz y seguridad son inalcanzables, a menos que su unidad sea firmemente establecida». 

Los esfuerzos locales que buscan crear unidad a través de la inspiración de las enseñanzas bahá’ís pueden contribuir a la unidad global, y quienquiera desee contribuir puede hacerlo, empezando por orar para pedir la ayuda de Dios. Los bahá’ís oran todos los días, usando esta oración de Bahá’u’lláh, para que nos ayude a alinearnos con la voluntad de Dios y purificar nuestras almas del apego a nosotros mismos y al mundo material:

Soy testigo, oh mi Dios, de que Tú me has creado para conocerte y adorarte. Soy testigo en este momento de mi impotencia y Tu poder, de mi pobreza y Tu riqueza. No hay otro Dios más que Tú, Él que Ayuda en el Peligro, el que subsiste por Sí mismo.

Pero la oración por sí sola no es suficiente. Así como oramos, debemos actuar. Abdu’l-Bahá, el hijo mayor y sucesor de Bahá’u’lláh, dio este consejo «… esforzaos para que vuestras acciones sean a diario hermosas oraciones«.

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Para los bahá’ís, son los hechos y no las palabras los que demuestran una verdadera intención espiritual. Las enseñanzas bahá’ís dicen que el trabajo realizado con espíritu de servicio es también una forma de adoración. Esto incluye a aquellos que realizan su trabajo con confianza y resplandor, y a los que tienden la mano a sus vecinos durante la pandemia, o en cualquier momento. Abdu’l-Bahá enseñó que «Por fe se entiende, en primer lugar, conocimiento consciente, y en segundo lugar, la práctica de las buenas acciones».

Entre las acciones más eficaces se encuentran las que ayudan a desarrollar la capacidad de los pueblos del mundo y se ajustan a los requisitos de este momento histórico. Para cumplir esos requisitos, las enseñanzas bahá’ís hacen hincapié en la unidad de la humanidad, la igualdad de mujeres y hombres, la abolición de todas las formas de prejuicio, la eliminación de los extremos de riqueza y pobreza, la armonía esencial entre ciencia y religión, la educación universal, la investigación independiente de la verdad y el establecimiento de la verdadera justicia en el mundo, como escribió Bahá’u’lláh en este pasaje:

Lo más amado de todo ante Mi vista es la Justicia; no te apartes de ella si Me deseas y no la descuides para que Yo pueda confiar en ti. Con su ayuda verás con tus propios ojos y no por los ojos de otros, y conocerás con tu propio conocimiento y no mediante el conocimiento de tu prójimo.

Los bahá’ís de todo el mundo, motivados por lograr la justicia y la unidad mundiales, aprenden sobre las necesidades de la humanidad a través de una perspectiva dual de desarrollo espiritual y material. Los bahá’ís llevan a cabo actividades comunitarias para estudiar las enseñanzas progresistas de todas las religiones, incluyendo la formación de niños y jóvenes de acuerdo con su edad. El programa de capacitación de jóvenes es un proceso clave que cuenta con una amplia participación de varias confesiones, en el que los jóvenes estudian juntos, aprenden a expresarse en un espacio seguro y realizan servicios comunitarios.

Para ayudar a construir y modelar la unidad, se desarrollan capacidades de gobernanza global a medida que los bahá’ís se reúnen en comunidades de todo el mundo para comunicarse libremente y tomar decisiones mediante la práctica de la consulta. Las experiencias de desarrollo espiritual y social de todos los países -de las escuelas, la agricultura y los programas medioambientales, la salud y el desarrollo económico- forman la base del aprendizaje en toda esta comunidad mundial única. Los bahá’ís no tienen clero, y eligen democráticamente sus órganos administrativos a nivel local, nacional e internacional, para guiar los asuntos de la comunidad mundial bahá’í y colaborar con otros grupos de la Fe e instituciones afines.

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Los bahá’ís han participado activamente, por ejemplo, en el marco de las Naciones Unidas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La Comunidad Internacional Bahá’í (BIC) aplaudió la Agenda 2030 de la ONU en este documento, Convocatoria de nuestra voluntad común, al tiempo que abogó por que todas las personas sean consideradas protagonistas del desarrollo y no objetos pasivos. Estas plataformas para el desarrollo global ayudan a ampliar el conocimiento y a generar una voluntad común de cambio entre los pueblos del mundo. En la reciente Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, por ejemplo, la BIC compartió una película para ayudar a infundir esperanza y optimismo sobre la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer: La Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU examina el papel de la mujer en la vida pública (bahai.ca)

Bahá’u’lláh comparó el mundo de la humanidad con el cuerpo humano, donde millones de células dispares cooperan en un proceso continuo de dar y recibir. Del mismo modo, los retos a los que se enfrenta la humanidad requerirán la contribución activa de todos, armonizada para cumplir la visión de Dios de una civilización en continuo progreso. La diversa comunidad global bahá’í armoniza la energía de los individuos, las comunidades y las instituciones a través de estos procesos paralelos, y da la bienvenida a todas las personas que quieran trabajar localmente y pensar globalmente para unirse a nosotros.