Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
¿Usted se ha lamentado alguna vez? A veces me encuentro haciéndolo, y entonces me doy cuenta de que debo esforzarme por eliminar todas esas quejas negativas e improductivas de mi vida.
Todos nos hemos quejado en un momento u otro. Me refiero a esos días no buenos, días terribles, días horribles y muy malos: una neumático sin aire, llueve y llegar tarde al trabajo; está usando un traje nuevo y derrama café sobre el precisamente antes de su entrevista de trabajo; después de mudarse a su nuevo hogar, una tormenta fuerte causa averías a su casa y su seguro no cubre los daños. Probablemente todos hemos experimentado uno de esos días, aquellos en los que nos preguntamos «¡¿Por qué a mi?!»
Cuando la vida se pone difícil, a menudo tendemos a insistir en los aspectos negativos y nos quejamos sobre la injusticia de todo. Pero la verdadera prueba del carácter de una persona, y lo más difícil de hacer (me incluyo), radica en centrarse en los aspectos positivos, manteniendo la esperanza, y demostrando lo que las enseñanzas bahá’ís llaman «aquiescencia radiante»
Como bahá’í, he aprendido que la aquiescencia radiante implica hacer frente a desafíos de la vida mediante la manifestación de un sentido interno de aceptación pacífica y tranquila. Que requiere el desarrollo de una perspectiva espiritual de la vida, y aceptar lo que le depare, no sólo con coraje y estoicismo sino también con alegría. ‘Abdu’l-Bahá define la aquiescencia radiante de la siguiente manera:
Las confirmaciones del Espíritu son todos aquellos poderes y dones con los cuales algunos nacen y que los hombres llaman genio, pero para obtenerlos deben luchar afanosamente. Éstos vienen a aquel hombre o a aquella mujer que acepte su vida con aquiescencia radiante. –‘Abdu’l-Bahá en Londres.
La palabra «aquiescencia» significa «aceptación serena» y desarrollar «aquiescencia radiante» significa preferir con alegría la voluntad de Dios para uno. Al igual que el mundo natural, en armonía con el Creador, sólo podemos prosperar cuando aceptamos con alegría y con actitud radiante, teniendo fe en que el Ser Supremo sabe lo que es mejor para nuestro crecimiento. Los escritos bahá’ís lo describen de la siguiente manera:
Como nubes, derramemos nuestras lágrimas y, como los destellos del relámpago, riámonos de nuestras correrías por Oriente y Occidente. De día y de noche pensemos tan sólo en esparcir las suaves fragancias de Dios. No nos quedemos para siempre con nuestras fantasías e ilusiones, con nuestros análisis, interpretaciones y la circulación de complicadas dudas. Descartemos todos los pensamientos egoístas; cerremos los ojos a todo lo que existe en la tierra y no demos a conocer nuestros sufrimientos ni nos quejemos por los agravios. Más bien, olvidémonos de nosotros mismos y, apurando el vino de la gracia celestial, proclamemos nuestro regocijo y perdámonos en la belleza del Todoglorioso. . –’Abdu’l-Bahá, Selección de los escritos de ‘Abdu’l-Bahá, p. 312.
En lugar de lamentarnos de nuestros aprietos, esta maravillosa guía espiritual sugiere, podemos dar la bienvenida incluso a las circunstancias más difíciles de la vida con aquiescencia radiante.
¿Cómo podemos aplicar el concepto de aquiescencia radiante a nuestra vida diaria? En primer lugar, podemos darnos cuenta de que la verdadera felicidad significa apartarnos del mundo material, desprendernos del sufrimiento inevitable, y aceptar con actitud radiante sus ineludibles pruebas y dificultades:
Así es esta morada mortal: un almacén de aflicciones y sufrimiento. Es la ignorancia lo que ata al hombre a este mundo, pues en él no puede asegurarse ninguna comodidad a nadie, desde el monarca hasta el más humilde plebeyo. Si alguna vez esta vida ofrece a un hombre un trago dulce, le seguirá un centenar de tragos amargos; tal es la condición de este mundo. El hombre sabio, por consiguiente, no se apega a esta vida mortal y no depende de ella… –’Abdu’l-Bahá, Selección de los escritos de ‘Abdu’l-Bahá, p. 266 y 267
Como este pasaje infiere, los bahá’ís creen en la aceptación alegre de nuestros desafíos y dificultades con un espíritu de desprendimiento. Las enseñanzas bahá’ís dicen que las pruebas y dificultades en última instancia nos benefician, de la misma manera que la calidad del metal se prueba sometiéndolo a un intenso calor y fuego. Así como estas pruebas nos enseñan, nos guían, nos perfeccionan, tiene sentido para nosotros aceptar estos retos con alegría y en última instancia, crecemos a partir de estas. ¿Qué más podemos hacer- quejarnos? ¿Cómo es que eso nos ayuda a crecer?
Sí, el concepto de aquiescencia radiante puede parecer difícil de aceptar al principio. Es algo con lo que, también yo, continuamente lucho y me esfuerzo. Sin embargo, si pensamos en Dios como una especie de Creador amoroso que sabe qué es lo mejor para nosotros, y nunca envía una prueba que no podemos manejar, entonces es más fácil enfrentar nuestras luchas diarias y darnos cuenta que éstas nos hacen espiritualmente fuertes.
Únete a mí en un intento de poner fin al lamento y la desesperanza. Cuando la vida ponga pruebas en nuestro camino, usemos la oración, la meditación y la reflexión. Si centramos nuestras energías menos en quejarnos y lamentarnos de nuestra situación, y más en la positividad, esperanza, y en ayudar a los demás, solo podríamos descubrir que realmente podemos soportar los desafíos de la vida aceptándolos, radiantemente.
Comentarios
Inicia sesión o Crea una Cuenta
Continuar con Googleo