Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
«Cuando me convertí en padre, el primer signo de sexismo que inmediatamente percibí fue el tipo de juguetes, vestidos y colores que nuestra hija escogía», dice Denis Ojok, que vive con su esposa y su hija de 4 años, Melody, en Irlanda. «Esto es obviamente lo que los niños perciben y recogen de nuestra sociedad o de sus amigos e incluso de algunos miembros de la familia».
La paternidad a menudo hace que los hombres sean más conscientes de lo perjudicial que pueden ser los prejuicios de género en la vida de los niños. Ryan Lawrence, padre de dos hijas adolescentes en Texas, vio cómo los prejuicios se manifestaban a su alrededor de una forma que no esperaba. «Cuando me convertí en padre, pensé que mi generación había aprendido las lecciones de las generaciones anteriores», admite. «El sexismo puede aparecer en lugares inesperados».
«Me di cuenta de lo atacadas que están las niñas», dice Amin Mansuri, que crio a sus hijas de 12 y 24 años en Paraguay, y que ha escrito anteriormente sobre cómo la paternidad le ayudó a redefinir la masculinidad. «No solo por parte de asesinos en serie y criminales, sino también por parte de los acosadores en la calle o de algún tipo demasiado ansioso, mucho mayor que ellas».
Navegar por estas presiones puede ser un desafío para los padres que se enfrentan al sexismo desde una perspectiva totalmente diferente, ya que tratan de proteger a sus hijas jóvenes de aquella influencia perjudicial en sus vidas. Denis notó que Melody a veces le decía que ciertos juegos eran solo para niños, mientras que otros eran solo para niñas. Cuando le preguntó de dónde había sacado esta idea, Melody dijo que la había escuchado de sus amigos. «Le pregunté por qué pensaba que ciertos juegos eran solo para los niños. Ella respondió: «Dios lo hizo así».
«Eso me sorprendió», dice Denis. «Por supuesto, tuve que explicarle que algunas de estas ideas, creencias y experiencias son heredadas de nuestra sociedad y de nuestros amigos y familias. Intento mostrarle diferentes tipos de juegos y explicarle que los juegos son solo juegos. No importa quién lo juegue. Y siempre trato de recordarle que tanto las niñas como los niños han sido creados por Dios, así que nadie es diferente».
Abordar estas cuestiones directamente es crucial para poner fin a las tendencias perjudiciales, tanto las que provienen del exterior de la sociedad, como las tendencias subconscientes que provienen del interior de la familia.
«Una cosa que tengo que hacer como padre es analizar mi propio comportamiento», dice Ryan. «Los padres suelen formar a sus hijos para que se ajusten a sus ideas de cómo creen que deben actuar los niños y las niñas. Los padres [esperan] que sus pequeños hijos sean agresivos y duros, y si no lo son, los animan a serlo, más bien los empujan a serlo». Mientras que no existe ningún esfuerzo para «endurecer» a sus niñas o empujarlas a ser físicamente activas como los niños. Y de la misma manera, cuando las chicas actúan de forma agresiva, incluso cuando es apropiado, se les desalienta.
«Los padres deben tratar de guiar a sus hijos, pero cuando tratan de suprimir aspectos de la personalidad de sus hijos únicamente porque no concuerdan con su concepto de cómo deben actuar en función de su género, puede llevar a perpetuar los estereotipos y las expectativas que conducen al sexismo en la sociedad», dice Ryan.
Como bahá’ís, estos padres ven la educación de sus hijas de una manera que contrarresta activamente al sexismo no solo como su papel de padres, sino como un imperativo espiritual. Amin recurrió a la siguiente cita del Libro Más Sagrado de la fe bahá’í, escrito por Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, para guiar sus decisiones como padre:
“A todo padre se le ha impuesto la obligación de instruir a su hijo e hija en el arte de leer y escribir, y en todo cuanto ha sido prescrito en la Tabla Sagrada”.
Inspirado por estas palabras, Amin enseñó a sus dos hijas a leer y escribir él mismo, y junto con su esposa, las animó conscientemente a ser curiosas sobre la ciencia. «Tomamos la decisión consciente de buscar juguetes que estimulen el intelecto (LEGOs, kits de ciencia, telescopios, etc.) por encima de aquellos que parecen promover el materialismo – por ejemplo, Barbie, que originalmente fue inventada para que las niñas pudieran imaginar la vida adulta, pero que hoy en día parece estar más enfocada hacia la promoción de novios, ropa y moda. Buscamos promover la actividad física y enseñarles que pueden hacer cualquier cosa. Que podían asumir profesiones difíciles y ser líderes en su comunidad».
Pero más allá de los juguetes, Amin también se aseguró de proporcionar a sus hijas una educación espiritual, enseñándoles a orar y a recurrir a los escritos sagrados en tiempos de necesidad – habilidades que les ayudarían a enfrentar los desafíos en sus vidas.
Tomar decisiones conscientes como éstas, explica Ryan, es un ejercicio diario de reflexión. «A diario, necesito revisar mi estilo de crianza y examinar si estoy haciendo cosas que contribuyan a los prejuicios de género. ¿Me aseguré de que supieran que podían comprar un camión en lugar de una muñeca, o al menos que yo estaría de acuerdo con cualquiera de las dos opciones? ¿Estoy fomentando tanto las actividades académicas como las físicas de la misma manera, tanto con los niños como con las niñas? ¿Estoy alentándolos a seguir campos de estudio que les apasionan sin importar si es un campo elegido predominantemente por el otro sexo?»
Abdu’l-Bahá, el hijo de Bahá’u’lláh, escribió que «El mundo de la humanidad tiene dos alas: una es la mujer y la otra el hombre. El ave no podrá volar hasta que ambas alas estén igualmente desarrolladas. El vuelo no será posible si un ala es débil». Esta cita ayudó a Ryan al reflexionar sobre su papel en la creación de un mundo más justo, ya que le recordó «innumerables reuniones e interacciones en las que el equilibrio de las perspectivas femeninas y masculinas se mezclaron para formar excelentes decisiones, [mientras que] los grupos con un solo género a veces pueden tener puntos de vista menos equilibrados».
«Es importante para mí, como padre, animar a mis hijas a que contribuyan a la sociedad y respeten a los demás, a que no sientan que su posición u oportunidades son limitadas o deban ser comprometidas, pero al mismo tiempo es importante para mí educarlas para que entiendan que otros que no se sienten así pueden tratarlas injustamente a veces debido a su género», dice Ryan. «Animarlas y prepararlas, darles herramientas mentales, intelectuales y espirituales para alcanzar el éxito en un mundo que no siempre es justo o imparcial».
Aunque estas realidades son duras y las conversaciones sobre ellas también pueden ser difíciles, al final del día, el apoyo, el estímulo y el ejemplo constantes de nuestros padres son una increíble fuente de consuelo y esperanza para las jóvenes que navegan por un mundo que a menudo se siente en su contra.
Los padres que combaten conscientemente el sexismo ofrecen a sus hijas un ejemplo de lo que deben esperar de los hombres que les rodean, incluso desde una edad muy temprana. Por ejemplo, Denis a menudo hace que Melody le ayude a cocinar y a lavar los platos, «para que aprenda que todos somos iguales y que todos podemos participar en las mismas actividades, ya seamos niños o niñas». Esto, a su vez, podría inspirar a los hombres jóvenes a alcanzar un nivel de igualdad más alto que el que prevalece actualmente en la sociedad: uno en el que los hombres y las mujeres se amen, respeten y se escuchen mutuamente tanto en el hogar como en la sociedad en general, y en el que las jóvenes puedan desarrollar todo su potencial.
La fe bahá’í [dice que] hemos sido «creados para llevar adelante una civilización en continuo progreso«, dice Denis. «Sigo pensando en cómo puedo participar mejor en la crianza de mi hija para que sea mejor para la próxima generación. Esto me ayuda a recordar todo el tiempo que debo hacer todo lo posible para ser un buen padre y un amigo para mi hija. Amo a mi pequeña niña».
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