Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Al crecer en una familia Bahá’í , siempre esperábamos con ansias a la Fiesta Bahá’í de 19 días.
Las fiestas bahá’ís son reuniones regulares de la comunidad, que tienen lugar el primer día de cada mes de 19 días en el calendario bahá’í. Cada reunión espiritual consiste en una parte devocional, administrativa y social.
Dado que los bahá’ís no tienen clero ni reuniones semanales de adoración, la Fiesta reúne con alegría a la comunidad para adorar y conectarse entre sí. No fueron los mismos bahá’ís que tuvieron la idea de realizar una fiesta mensual: Baha’u’llah , el profeta y fundador de la Fe bahá’í, la incorporó desde el principio a las enseñanzas bahá’ís:
En verdad, se os ordena que una vez al mes ofrezcais una fiesta, aunque solamente se sirva agua, pues Dios Se ha propuesto enlazar los corazones entre sí, aunque sea por medios tanto terrenales como celestiales. – Baha’u’llah , El libro Más Sagrado , pp.66.
Como niños, esperamos particularmente este día, especialmente cuando nuestra familia va a ser la anfitriona de la Fiesta. Los deberes del anfitrión consisten en seleccionar los escritos y oraciones bahá’ís para la parte devocional de la Fiesta, y proporcionar algunos refrigerios para la parte social. La institución administrativa elegida democráticamente, la Asamblea Espiritual Local (AEL), asume la responsabilidad de la parte administrativa.
Mis hermanos y yo, siendo niños menores de 12 años, nos encantaba ayudar con la Fiesta. Cuando nuestra familia organizaba estas reuniones, nuestros padres nos encomendaban la responsabilidad de dar la bienvenida a los participantes y luego entregar el programa al coordinador de la AEL durante la parte administrativa, antes de que facilitáramos nuevamente la parte social de la Fiesta.
Reflexionando sobre esto hoy como adulta, me doy cuenta de que la Fiesta fue el primer foro que me brindó la oportunidad de desarrollar la capacidad de hablar frente a un público y coordinar una actividad. Esta valiosa experiencia les da confianza a los niños y les permite sentir que pueden ayudar y servir a los demás. Desarrolla la responsabilidad y la coordinación, esas cualidades espirituales internas que nos ayudan a llevar una vida adulta exitosa y satisfactoria.
Los bahá’ís quieren que todos tengan oportunidades similares para desarrollar esas capacidades internas, por lo que las comunidades bahá’ís ofrecen una secuencia gratuita de cursos de capacitación para todos, llamado Instituto Ruhi. Establecido en 1995, el Instituto de Capacitación Ruhi lleva a cabo acciones e investigaciones en el campo, con el fin de desarrollar programas y materiales que mejoren la capacidad de las personas y las comunidades para servir a la humanidad:
La secuencia principal de cursos está organizada de tal forma que sitúa a la persona, sea bahá’í o no, en un sendero delineado por la experiencia que acumula la comunidad al afanarse por desplegar ante la humanidad la visión del Orden Mundial de Bahá’u’lláh. La noción de un sendero indica en sí misma la naturaleza y propósito de los cursos, puesto que un sendero invita a la participación, llama a nuevos horizontes, exige esfuerzo y movimiento, tiene cabida para ritmos y pasos diferentes, y está estructurado y definido.
Un sendero puede experimentarse y conocerse no solo por una o dos, sino por todo un sinfín de personas, por cuanto pertenece a la comunidad. Caminar por un sendero es un concepto igualmente expresivo. Precisa voluntad y decisión propias; exige poseer un conjunto de destrezas y habilidades, pero también despierta ciertas cualidades y actitudes; requiere de una manera lógica de avanzar, pero admite caminos exploratorios relacionados cuando es necesario; puede parecer sencillo al principio, pero más adelante se vuelve más difícil. Y, lo que es crucial, la persona camina por el sendero en compañía de otros. – La Casa Universal de Justicia , 12 de diciembre de 2011, p. 2.
El primer libro de la secuencia de cursos, titulado Reflexiones sobre la vida del espíritu , se ocupa en gran medida de la cuestión de la identidad.Un grupo de personas que avanza a través de este primer libro, ambiente de estudio también denominado como círculo de estudio, desarrolla su capacidad para leer y reflexionar sobre la Palabra de Dios, contemplar la vida del alma, estudiar oraciones y dar forma a un patrón de vida definido por su carácter devocional.
El libro 2 de la secuencia de cursos Ruhi explora la naturaleza del desarrollo de un camino personal de servicio. Los participantes piensan en la alegría de servir a los demás y adquieren las destrezas y habilidades, el conocimiento y las cualidades necesarias para iniciar conversaciones que elevan la mente y el espíritu.
Los participantes del tercer libro de la serie de capacitación del Instituto Ruhi pueden ahora elegir una ruta de servicio especializada. Después de la capacitación, en la que adquieren la capacidad de fomentar el desarrollo de cualidades espirituales en niños pequeños con amor y disciplina, pueden comenzar a ofrecer una clase relativamente simple para niños en el primer grado de un programa centrado en su educación espiritual.
Otro camino especializado de servicio proviene del Libro 5 de Ruhi, titulado Liberando los poderes de los prejóvenes, que permite a los participantes convertirse en «animadores» de prejóvenes de los 12 a los 14 años.Estos animadores ayudan a los prejóvenes a navegar la vida a través de un programa de empoderamiento espiritual.
Aquellos que completan la secuencia de cursos de Ruhi pueden convertirse en tutores de los materiales del Instituto Ruhi, ayudando a que nuevos grupos avancen a través de los seis cursos iniciales de la secuencia:
Con cada curso estudiado, el conocimiento de la Fe aumenta, se profundizan los conocimientos sobre asuntos espirituales, se expanden las susceptibilidades espirituales, se desarrollan las cualidades y actitudes necesarias y se agudizan las destrezas y habilidades. Los individuos aumentan su capacidad de investigar los Escritos Sagrados, entender la realidad de su comunidad y participar en conversaciones significativas. Se vuelven más capaces de consultar sobre sus necesidades, colaborar con otros y reflexionar y mejorar sus esfuerzos. A medida que se vuelven cada vez más conscientes de la asistencia divina que los rodea, crecen en confianza. Cuando una experiencia de este tipo abarca a más y más personas, y muchas de ellas, después de estudiar el Libro 7 reciben ayuda para formar un círculo de estudio y servir como tutores, ellos aplican todas estas habilidades en esfuerzos para acompañar a otros en el camino de servicio. – La Casa Universal de Justicia, enero de 2017, p. 5.
Así como mis hermanos y yo aprendimos a una edad temprana, los niños pueden encontrar mejor su lugar en el mundo y convertirse en adultos responsables y afectuosos, cuando desarrollan una ética de servicio desde el principio en sus vidas.
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