Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
¿Alguna vez has escuchado la palabra «escoria»? Relacionada con la palabra «asqueroso», significa basura y desecho, o la suciedad de impurezas que flota en la parte superior del metal fundido:
Hasta que el hombre no es probado, el oro puro no puede ser claramente separado de la escoria. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 92.
En los escritos bahá’ís, esta palabra aparece frecuentemente junto con el ejemplo de un «espejo cubierto de escoria», que no logra reflejar la luz completamente o en absoluto:
Estas energías con las que el Sol de la divina generosidad y la Fuente de guía celestial ha dotado a la realidad del hombre yacen, sin embargo, latentes dentro de él, así como la llama está oculta dentro de la vela y los rayos de luz están presentes potencialmente en la lámpara. El resplandor de estas energías puede ser oscurecido por los deseos mundanos, así como la luz del sol puede ser oculta bajo el polvo y escoria que cubren el espejo. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh, pág. 34.
Ni una vela ni una lámpara pueden encenderse a sí mismas, para eso es necesario encender un fuego. Del mismo modo, el espejo, en esta analogía de Bahá’u’lláh, no puede limpiarse a si mismo. En este pasaje, las enseñanzas bahá’ís presentan al espejo, la vela y la lámpara como símbolos de la «realidad del hombre», que poseen poderes «latentes» que requieren ayuda y asistencia para revelar su verdadero potencial: la radiante energía que todos inherentemente poseer.
La educación y el conocimiento que resulta de esta puede ayudar a revelar esas energías radiantes. La búsqueda activa por la superación personal interna también puede lograr esto. Las enseñanzas bahá’ís dicen que la mejor manera de educarse y mejorar es recurrir a la Palabra de Dios en busca de inspiración y guía. Esa es exactamente la razón por la cual los libros sagrados y las escrituras celestiales fueron revelados, en toda época y en toda fe.
Cada una de esas grandes religiones nos ha traído el mismo mensaje esencial: que este mundo material es fugaz, por lo que todos necesitamos encontrar un amor más duradero.
El mundo pasará, y también pasarán las cosas con que se regocijan vuestros corazones, o de las cuales os enorgullecéis ante los hombres. Limpiad el espejo de vuestro corazón de la escoria del mundo y de todo cuanto en él hay, para que refleje la luz resplandeciente de Dios. Ello os permitirá, realmente, prescindir de todo salvo Dios, y alcanzar la complacencia de vuestro Señor, el Más Generoso, el Omnisciente, el Sapientísimo. – Bahá’u’lláh, El llamamiento al señor de las huestes, pág. 123.
¿Qué es «la escoria del mundo»? Una parte son nuestros «deseos mundanos», ya sea por riqueza, fama, autogratificación no mitigada, poder, etc. La Casa Universal de Justicia lo ha descrito como el error humano:
Las enseñanzas de Bahá’u’lláh arrojan luz sobre muchos aspectos de la vida humana, además del conocimiento que un bahá’í debe aprender, antes que la mayoría, para poder sopesar la información que se le proporciona en lugar de aceptarla ciegamente. Un bahá’í tiene la ventaja de la Revelación divina para esta Era, que brilla como un reflector en tantos problemas que desconciertan a los pensadores modernos; por lo tanto, debe desarrollar la capacidad de aprender todo de quienes lo rodean, mostrando la humildad adecuada ante sus maestros, pero siempre relacionando lo que escucha con las enseñanzas bahá’ís, ya que le permitirán separar el oro de la escoria del error humano. – La Casa Universal de Justicia, 10 de junio de 1966, A la juventud Bahá’í del mundo.
Los deseos mundanos y el error humano detienen el progreso de una civilización ideal, principalmente porque demasiadas personas consideran la civilización material como el vértice y el único objetivo del esfuerzo humano en este planeta. Buscan soluciones políticas, tecnológicas o materiales a nuestros problemas, excluyendo la religión y la espiritualidad. Vemos estos fracasos en las noticias en todas partes, cada minuto de cada día. Millones de personas continúan sin hogar y sin patria, sufriendo una miríada de enfermedades. La espiritualidad individual y colectiva, y la unidad, que es la vida del alma de la humanidad, parecen inalcanzables.
Abdu’l-Bahá lo expresó de la siguiente manera:
… el progreso material y el progreso espiritual son dos cosas completamente distintas, y que sólo si el desarrollo material marcha a la par del crecimiento espiritual, podrá alcanzarse un verdadero progreso, y hacer que reine en el mundo la Paz Más Grande. – La sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 132.
Esto afirma el problema fundamental que enfrenta la humanidad actualmente y nos plantea una pregunta sencilla: ¿me volveré hacia Dios o me alejaré de Él?
Comentarios
Inicia sesión o Crea una Cuenta
Continuar con Googleo