Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Cuando pienso en los problemas de nuestra época, a menudo tengo la sensación de que cuanto más cambian las cosas, más permanecen igual. Puede que votemos de forma diferente o que las ideologías cambien de una generación a otra, pero muchos de los problemas del pasado parecen persistir en formas diferentes hoy en día.
El racismo, el sexismo y el neocolonialismo están muy vivos en nuestro mundo. A pesar de comprender la necesidad de trabajar a largo plazo para desmantelar estas realidades, sigo sintiendo la necesidad de actuar con urgencia porque mientras existan estos sistemas de opresión, la vida de las personas seguirá viéndose afectada por la injusticia. La lentitud del cambio puede resultar muy descorazonadora cuando no se piensa en el contexto general. Algunos de nosotros incluso hemos renunciado a contribuir a cambiar el mundo. La tarea parece demasiado abrumadora e inalcanzable.
Cuando todavía estaba en la universidad, asistí a una conversación entre la legendaria activista Angela Davis y la autora de «The New Jim Crow», Michelle Alexander. Davis habló de la importancia de reconocer que nuestro trabajo es una pequeña pieza de un movimiento mucho más amplio hacia el cambio. Hizo especial hincapié en la realidad de que las otras partes de este movimiento no siempre forman parte de nuestra generación, pero que, como afroamericanos, estamos continuando el trabajo de nuestros antepasados por la libertad.
Al reflexionar sobre estas palabras, me viene a la mente un pasaje de los escritos bahá’ís que me impulsa a considerar formas de revigorizarnos con esperanza y dedicación para abordar algunos de los problemas de larga data que enfrenta la humanidad. En el siglo XIX, Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, escribió:
Hoy en día, la situación es turbulenta, las tribulaciones son múltiples y las autoridades han lanzado ataques desde todas las direcciones. Sin embargo, la Mano invisible de Dios está actuando y el iracundo Vengador vela por la comunidad oprimida de los justos y piadosos. Lo que estaba oculto será revelado y las realidades que eran desconocidas se volverán claras y evidentes. La inocencia de esos seres sufridos y santificados quedará definitivamente probada y establecida, y todo acto de injusticia, de iniquidad y de malicia realizado por los malhechores quedará al descubierto. El sol de la gloria, como está profetizado, brillará desde esa tierra con tal resplandor que todos los hombres, altos o bajos, gobernantes o gobernados, amigos o enemigos, ya sean lejanos o cercanos, quedarán asombrados y desconcertados.
Ahora es el momento de la firmeza. Ahora es el momento oportuno para que los guerreros y campeones incondicionales muestren su valor y demuestren su heroísmo en la arena del servicio, hasta el momento en que Dios exalte Su Causa, elimine la angustia y la ansiedad de Sus amigos y siervos de confianza, y glorifique a los que fueron abatidos entre Sus criaturas, para convertirlos en líderes espirituales entre los hombres y hacerlos herederos de Dios. [Traducción provisional por Oriana Vento]
Algo que saco de este pasaje y que confirma mis esfuerzos por la justicia racial y el trabajo contra la opresión es la idea de que, aunque los seres humanos se queden cortos, la justicia acabará siendo una realidad. Este concepto también elimina el sentimiento de hiperresponsabilidad que adoptamos algunos de nosotros, pensando que es nuestro único trabajo lograr la justicia. Recordar que la justicia llegará en algún momento también me ayuda a sentirme mucho menos deprimido cuando nuestro sistema, nuestras comunidades o nuestro mundo en general vuelven a fracasar a la hora de hacer que las personas y las instituciones rindan cuentas por sus actos.
Sin embargo, para que el trabajo de lograr la equidad sea sostenible, también es importante recordar que tenemos que mantener la cabeza baja y dedicarnos a difundir la justicia y la luz, a pesar de que a menudo parezca que las cosas avanzan lentamente.
De hecho, como dijo Angela Davis, mientras hacemos nuestro trabajo, es útil recordar que lo más probable es que no logremos todo lo que hay que hacer. Probablemente nos resulte imposible imaginar todo lo que hace falta para la verdadera liberación. En vez de eso, trabajemos para poder pasar la batuta a la siguiente generación.
Davis puso el ejemplo de las personas negras nacidas en la esclavitud que lideraron o apoyaron rebeliones contra sus crueles propietarios blancos. Señaló que lo más probable es que la mayoría de estas almas valientes supieran que no obtendrían los beneficios personales de la libertad, pero tomaron decisiones y se sacrificaron en beneficio de las generaciones venideras.
Practicar el heroísmo y el valor en nuestro servicio dirigido a cambiar el mundo no siempre va a significar que lleguemos a ver todos los frutos de nuestras acciones. Pero eso no significa que nuestro trabajo sea inútil o que el cambio no llegue.
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