Cómo romper con el patrón de polarización en una web armada

Muchos foros en línea se han convertido en feroces campos de batalla entre conservadores, liberales, economistas, ecologistas, fundamentalistas, ateos, globalistas y nacionalistas, solo por mencionar algunos.

Esos acalorados argumentos han armado la red, polarizando aún más nuestras sociedades.

Los puntos de vista, fuertemente sostenidos y diametralmente opuestos, crean violencia verbal y guerra virtual. Si bien necesitamos un discurso civil sobre estos temas, es la civilidad la que a menudo se convierte en la primera víctima en estas guerras virtuales.

¿Cómo rompemos el patrón habitual de tomar partido y pelear sobre diversos temas, ya sean políticos, filosóficos o científicos? En el ambiente ácido de una conversación que frecuentemente degenera en un llamado a las armas, nadie escucha, y mucho menos se convence. Entonces, ¿por qué los insultos? ¿A quién beneficia?

Se han ofrecido varias explicaciones. Los foros electrónicos han llevado a un diálogo cada vez más inflamable, al igual que el desafío del sensacionalismo que alimenta las ventas en los medios de comunicación. Pero algo más fundamental yace en la raíz del problema.

Subyacente a este discurso escandaloso, por lo general se ve una filosofía de «buenos y malos», que parece ser nuestro defecto cultural. Desafortunadamente, esa visión del mundo se presta perfectamente para dividirnos unos a otros, la tendencia a ver a nuestro lado como inocente y al otro lado como más tonto, menos informado y posiblemente malicioso. Como técnica, esta es ideal para justificar el acoso u otro tipo de abuso. (¡Ellos lo merecen!)

Todos en algún momento tomamos este tipo de postura y, sin embargo, existe un peligro real de llevarlo demasiado lejos. Según el psicólogo y profesor de Stanford Phillip Zimbardo, uno de los procesos sociales más importantes que «engrasan la pendiente resbaladiza del mal» es la deshumanización de los demás.

En realidad, todos tenemos la capacidad de infligir mucho daño y, del contrario, todos somos capaces de una transformación inteligente, dadas las circunstancias y la motivación correctas. Obviamente, entonces, las acusaciones, los insultos y el objetivo de conquistar verbalmente pueden ser muy satisfactorios, así como un caramelo para el ego ; sin embargo, son contraproducentes para la comunicación. Necesitamos formas de educarnos mutuamente, fomentar la comprensión y restaurar la dignidad.

Las enseñanzas bahá’ís dicen que el mal, por horrible que sea, en última instancia es el resultado de la ignorancia y la ausencia de cualidades admirables:

Si queremos iluminar este plano oscuro de la existencia humana tenemos que extraer al hombre de su desesperanzado cautiverio de la naturaleza, educarlo y enseñarle el sendero de la luz y del conocimiento hasta que elevado de su condición de ignorancia llegue a ser sabio y entendido. Dejando de ser salvaje y vengativo, se convierte en civilizado y bondadoso; antes malo y siniestro, tiene ahora los atributos del cielo. – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal, pág. 313.

Casi no hace falta decir que esta educación del corazón, basada en la empatía y la compasión, proporciona el único remedio duradero y cada generación debe hacer un esfuerzo renovado.

Aunque el choque de ideas y la competencia puede conducir a la excelencia, los bahá’ís ven la unidad como el objetivo más alto. Es en ese espíritu con el que se busca la verdad, con el reconocimiento de que ninguna persona o grupo tiene derechos de autor y son necesarias las diferentes perspectivas para lograr el descubrimiento de la verdad.

Con esa perspectiva, podemos comenzar a descubrir los ingredientes para lograr un cambio hacia una visión más matizada de la naturaleza humana y normas más saludables de interacción social. La ciencia ha enriquecido nuestro conocimiento del comportamiento humano, y las mejores prácticas nos han enseñado el valor de la prevención a través del diálogo, la inclusión y la educación.

Los escritos bahá’ís, como otras escrituras espirituales, nos animan a recordar nuestra naturaleza superior, nuestras identidades verdaderas y a honrar estas cualidades en otros:

¡Oh hijo del espíritu! Te creé rico, ¿por qué te reduces a la pobreza? Te hice noble, ¿por qué te degradas a ti mismo? … Vuelve tu vista hacia ti mismo, para que Me encuentres estando firme dentro de ti, fuerte, poderoso y autosubsistente. – Bahá’u’lláh, Las palabras ocultas, pág. 31.

La polarización es el resultado de una visión del mundo basada en la dominación y la fuerza, visión que debe ser revisada urgentemente. Una filosofía que reconoce nuestra unidad y nobleza esenciales es la única digna de una civilización global, y la única que puede sofocar las guerras mundiales, ya sean reales o virtuales.