Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
A la mayoría de la gente le parece obvio que el mundo en que vivimos se ha sumido en el caos más absoluto y a veces parece estar al borde de la aniquilación, sobre todo en los últimos años.
Como consecuencia, nos vemos bombardeados por un montón de negatividad que puede distraernos de centrarnos en las cosas positivas de nuestra vida, e incluso hacernos caer en un estado de depresión.
Todos los días nos enfrentamos a noticias trágicas, desde el brote de una pandemia mortal que amenaza la vida humana hasta guerras que provocan la muerte de civiles y niños inocentes. En medio de acontecimientos tan horribles, puede resultar difícil creer en un futuro brillante. ¿Cómo podemos ser positivos cuando ocurren tantas cosas terribles en el mundo?
Las enseñanzas bahá’ís destacan la importancia del poder del pensamiento. Es nuestro pensamiento lo que distingue a los seres humanos de los animales y lo que nos convierte en una creación suprema. Si no fuera por nuestro pensamiento, no habría diferencia entre nosotros y los animales. En un discurso que dio en París, Abdu’l-Bahá dijo:
La realidad del ser humano es su pensamiento, no su cuerpo material… Aunque el ser humano es parte de la creación animal, posee un poder de pensamiento superior al de todos los demás seres creados.
Al fin y al cabo, los humanos somos las únicas criaturas bendecidas con la capacidad de pensar de forma abstracta. Somos capaces de mejorar la vida, no solo para nosotros mismos, sino también para los demás. Si repasamos la historia de la humanidad, veremos que el poder del pensamiento es responsable de tantos inventos que han supuesto una mejora de la calidad de vida en la Tierra, como la electricidad, los ordenadores y las vacunas contra el ARN.
En su libro Contestación a unas preguntas, Abdu’l-Bahá explicó que «… la muerte es la ausencia de vida. El hombre muere cuando no recibe más vida. La oscuridad es la ausencia de luz; cuando no existe la luz, existe la oscuridad». Podemos ampliar este concepto para explicar cómo la ausencia de pensamientos positivos puede dar lugar a pensamientos negativos, del mismo modo que la ausencia de luz produce oscuridad. Si de verdad queremos provocar cambios positivos en el mundo, o a pequeña escala en nuestras vidas individuales, tenemos que evitar que nuestros pensamientos negativos tomen el control de nuestra mente.
Esa es solo una de las razones por las que es importante no perder la esperanza cuando oímos noticias horribles. En lugar de sentir desesperación, necesitamos centrarnos en las palabras de Abdu’l-Bahá:
Os exhorto a todos para que cada uno de vosotros concentréis vuestros pensamientos y sentimientos en el amor y la unidad. Cuando se os presente un pensamiento de guerra, oponedle uno más fuerte de paz. Un pensamiento de odio debe ser destruido por uno más grande de amor. Los pensamientos de guerra traen consigo la destrucción de toda armonía, bienestar, tranquilidad y felicidad.
No es fácil. A veces mi mente se siente tan abrumada por pensamientos negativos que dudo de mis propias capacidades. Me pregunto cómo puedo introducir cambios positivos en una sociedad llena de enemistad. Cuando me siento desesperanzado, no ignoro mis pensamientos negativos, sino que los escucho y los escribo para purificar mi mente y, después, recurro a los escritos bahá’ís, que nos aseguran que con el tiempo:
Resplandecerá la luz del amor celestial, y desaparecerá del mundo la oscuridad de la enemistad y del odio. La paz universal plantará su tienda en el centro de la tierra, y el Bendito Árbol de la Vida crecerá frondoso hasta abrazar con su sombra a Oriente y Occidente.
Abdu’l-Bahá nos aconseja repetidamente que mantengamos la esperanza y la confianza en el futuro:
Confiemos, pues, en la misericordia y dones de Dios. Regocijémonos con el hálito divino, iluminados y exaltados por las Buenas Nuevas celestiales … Él, Quien es El Que ha conferido el Espíritu divino en tiempos anteriores, es abundantemente hábil y capaz en toda época y período de otorgar los mismos dones, por tanto tengamos esperanza.
Nuestros pensamientos terminan por configurar nuestra realidad, y juntos conformarán el futuro del mundo y de nuestras vidas. Tenemos que ser conscientes de ellos y fomentar una mentalidad positiva en lugar de centrarnos en nuestras dificultades. A veces puede parecernos que el mundo ha caído en un estado terrible, pero tenemos que comprender que tenemos el poder de poner no solo orden, sino también armonía en nuestras vidas y en las de los demás.
En nuestros momentos más oscuros, debemos recordar que la humanidad ha sobrevivido, entre otros acontecimientos catastróficos, a dos guerras mundiales y a una pandemia mortal. No hay nada que no podamos superar.
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