Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Los Siete Valles, el tratado místico de Bahá’u’lláh sobre el camino espiritual, nos alienta a todos a separarnos de este mundo material y a unir nuestros corazones a una realidad superior:
¡Oh amigo!, el corazón es la morada de misterios eternos, no la conviertas en hogar de caprichos pasajeros; ni derroches el tesoro de tu preciada vida ocupándolo en este mundo fugaz. Provienes del mundo de la santidad -no ates tu corazón a la tierra; eres morador de la corte de la cercanía- no elijas la patria del polvo. – Bahá’u’lláh, Los siete valles y los cuatro valles, pág. 44.
A diferencia de las tradiciones sufíes de la cual nació y que alega que es posible alcanzar una unión con Dios, «Los siete valles» se enfoca en la reunión y la unión con aquellos mensajeros de Dios que vinieron a guiar a la humanidad, en lugar de Dios, quien según las enseñanzas bahá’ís es incognoscible. Bahá’u’lláh también se refiere a su propio papel y estación como mensajero de Dios en «Los siete valles»; sin embargo, también escribió:
…en Su Esencia, Dios está santificado por encima del ascenso o descenso, de entrada o salida; por toda la eternidad Él ha esto -y lo seguirá estando- libre de los atributos de las criaturas humanas. -Ibid., pág. 32.
El libro «Los siete valles» ofrece una gran cantidad de sabiduría y percepciones para reflexión, pero me gustaría centrarme en unas cuantas historias y metáforas en particular que tienen resonancia en mí, las cuales pueden brindarnos una sabiduría práctica para nuestro día a día.
«El valle del asombro», por ejemplo, presenta el tema de los sueños y brinda una reflexión sobre su papel en la comprensión de los misterios de la vida más allá:
Uno de los fenómenos creados en el sueño. Mira, ¡cuántos secretos hay depositados en él, cuántas sabidurías atesora, cuántos mundos encierra! Observa, como estando dormido en una habitación, y estando sus puertas cerradas, de pronto te encuentras en una ciudad lejana, están en ella sin mover los pies ni cansar tu cuerpo… …Y, quizás, cuando hayan pasado diez años, presenciarás, en el mundo exterior lo mismo que soñaste esta noche. …
Considera la diferencia entre estos dos mundos y los misterios que encierran, para que puedas alcanzar las confirmaciones divinas y los descubrimientos celestiales, y penetrar en las regiones de la santidad. – Ibid., pág. 42.
¡Quizás quieras pensar en esto la próxima vez que tengas un déjà-vu!
Bahá’u’lláh incluyó otra historia muy conocida en el «Valle del Conocimiento» acerca de un amante que durante muchos años buscó por todas partes a su amada perdida. Enfadado y abatido, una noche salió de su casa para ir al mercado y un guardia comenzó a perseguirlo, bloqueando cada escape. Maldijo al vigilante, considerándolo como el ángel de la muerte. La persecución lo llevó, eventualmente, hacia el muro de un jardín, el cual tuvo que escalar con gran dificultad. Sin embargo, al otro lado del muro pudo finalmente encontrar a su amada quien, a la luz de una lámpara, buscaba un anillo que había perdido. Bahá’u’lláh escribió:
Ahora bien, si el amante hubiese tenido visión, desde un principio hubiera bendecido al guardia y rogado por él y hubiera visto justicia en esa tiranía; pero estándole velado el fin, en un principio prorrumpió en lamentaciones y quejas. Mas aquellos que transitan en los jardines del conocimiento, porque ven el fin en el principio, ven paz en la guerra y en la ira, amistad. – Ibid., 25.
A nivel individual, esto quizás nos brinde una buena lección para lograr tener una visión más amplia: intentar ver el final en el principio. En esta fugaz vida física, las enseñanzas bahá’ís nos alientan a mirar hacia adelante, hacia la siguiente fase y a planificar esa siguiente existencia espiritual que se aproxima.
El «Valle de la Unidad» también contiene algunas metáforas realmente útiles, las cuales explican conceptos espirituales con mucha claridad. El sol, señaló Bahá’u’lláh, otorga vida a todas las cosas, pero la forma en que se manifiesta en cada una de ellas puede parecer diferente. Los rayos del sol se verían diferentes si brillara a través de un vidrio rojo o amarillo, por ejemplo:
…estas variaciones dependen del objeto y no de la luz resplandeciente. Y si un lugar está cerrado, ya sea por paredes o un techo, quedará completamente privado del resplandor de la luz, y allí no brillará el sol. – Ibid., pág. 29.
Entonces, ¿qué significa esta metáfora? Lo que me dice es cómo cada uno de nosotros refleja una luz divina de manera diferente y / o cómo podríamos aislarnos de un rayo espiritual que siempre está presente: «¡Es extraño que mientras el Bienamado es visible como el sol, los incautos aún van tras oropeles y el vil metal!”, dice Bahá’u’lláh al final de Los Siete Valles. Él hace un llamado a quién escuche hacia un camino distinto.
Este artículo está adaptado del podcast de Zárrin Caldwell sobre «Los salones del alma: explorando nuestra herencia espiritual», puede encontrarlo aquí: https://www.buzzsprout.com/280970
Comentarios
Inicia sesión o Crea una Cuenta
Continuar con Googleo