Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Pregunta: ¿Tienen los bahá’ís un concepto de la vida después de la vida? Si es así, ¿en qué consiste?
La respuesta a esta pregunta, un definitivo y enfático sí, fluye a través de los escritos bahá’ís.
Bahá’u’lláh enseñó la existencia de una miríada de “mundos de Dios”, incluyendo uno en el que ingresamos cuando dejamos la forma física. Pero los bahá’ís también creemos que la siguiente vida no es algo que reduzca nuestra vida aquí a la condición de una sala de espera.
En primer lugar, Bahá’u’lláh dice que no somos capaces de comprender como será la siguiente vida mejor que lo que un bebé en el vientre de la madre puede concebir de la vida en este mundo. En ambos casos esto se debe a la misma razón: no contamos con un marco de referencia. Los bahá’ís creemos que la “vida después de la muerte” no es un lugar estático, sino más bien la entendemos como una evolución hacia Dios.
Las personas siempre le hacían preguntas a Bahá’u’lláh sobre la vida después de la muerte. A continuación una respuesta a una persona que Le hizo una pregunta similar:
Y ahora, referente a tu pregunta acerca del alma del hombre y su supervivencia después de la muerte, has de saber que, ciertamente, el alma después de su separación del cuerpo continuará progresando hasta que alcance la presencia de Dios, en un estado y condición que ni la revolución de las edades y siglos, ni los cambios o azares de este mundo pueden alterar. Perdurará tanto como perdure el Reino de Dios, Su soberanía, Su dominio y fuerza. Manifestará los signos de Dios y Sus atributos y revelará Su ternura y generosidad. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los Escritos de Bahá’u’lláh, LXXXI, páginas 179-180.
En otro pasaje de la misma tabla, Bahá’u’lláh da unas pinceladas sobre el poder espiritual de las almas puras que han ascendido:
La naturaleza del alma después de la muerte nunca podrá ser descrita, ni es conveniente ni permisible revelar todo su carácter a los ojos de los hombres. Los Profetas y Mensajeros de Dios han sido enviados con el único propósito de guiar a la humanidad al recto Camino de la Verdad. El propósito fundamental de Su revelación ha sido educar a todos los hombres para que, a la hora de su muerte, asciendan, con la mayor pureza y santidad y con absoluto desprendimiento, hacia el trono del Altísimo. La luz que irradian estas almas es responsable del progreso del mundo y del adelanto de sus pueblos. Son como levadura que hace leudarse al mundo del ser, y constituyen la fuerza animadora por la cual se manifiestan las artes y maravillas del mundo. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los Escritos de Bahá’u’lláh, LXXXI, páginas 180-181.
Las enseñanzas bahá’ís afirman que el alma humana perdura para siempre. Todos tenemos un ser interior, una realidad espiritual que retiene nuestra individualidad, nuestro carácter y nuestro nivel de madurez y desarrollo humanos cuando nuestro cuerpo muere:
Pero si el cuerpo experimenta algún cambio, el espíritu no resulta necesariamente afectado. Cuando se rompe un espejo en el cual brilla el sol, el espejo queda roto, pero ¡el sol continúa brillando! Si una jaula que contiene un pájaro es destruida, el pájaro no sufre ningún daño. Si se rompe una lámpara, ¡la llama puede continuar ardiendo! Lo mismo puede aplicarse al espíritu del ser humano; aunque la muerte destruya su cuerpo, no tiene poder sobre el espíritu, éste es eterno, indestructible, sin principio ni fin. – ‘Abdu’l-Bahá, La Sabiduría de ‘Abdu’l-Bahá, páginas 82-83.
Los bahá’ís esperan con alegría su transición de este mundo al siguiente, a nuestro inevitable nacimiento que ‘Abdu’l-Bahá llamó “la segunda vida”.
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