¿Cuáles son las principales creencias bahá’ís?

Esta es la segunda de las preguntas de un alma curiosa que mi Asamblea Espiritual Local me pidió que respondiera. Su segunda pregunta era: ¿Cuáles son las creencias fundamentales de los bahá’ís?

En primer lugar, los bahá’ís creen que Bahá’u’lláh, nombre árabe que significa la Gloria de Dios, es el más reciente de una sucesión de profetas y maestros divinos que se remonta a la prehistoria. Por ejemplo, educadores espirituales como Krishna, Moisés, Buda, Cristo o Muhammad, por nombrar algunos. 

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Bahá’u’lláh escribió sobre estos maestros:

… Él [Dios] ha manifestado a los hombres los Soles de Su divina guía, los Símbolos de Su divina unidad y ha ordenado que el conocimiento de esos Seres santificados sea idéntico al conocimiento de Su propio Ser. Quienquiera que los reconozca, ha reconocido a Dios. Quienquiera que escuche su llamada, ha escuchado la Voz de Dios, y quienquiera que atestigüe la verdad de su Revelación, ha atestiguado la verdad de Dios mismo. Quienquiera que se aleje de ellos se ha alejado de Dios, y quienquiera que no haya creído en ellos no ha creído en Dios. Cada uno de ellos es el Camino de Dios que conecta este mundo con los dominios de lo alto y el Estandarte de Su Verdad para todos los que están en los reinos de la tierra y del cielo. Ellos son las Manifestaciones de Dios entre los hombres, las pruebas de Su Verdad, y los signos de Su gloria.

En el corazón de la creencia bahá’í está, pues, la aceptación de Bahá’u’lláh como la última de estas «Manifestaciones de Dios», a las que algunas tradiciones religiosas se refieren con títulos diferentes como Avatar, Buda, Cristo, Mesías o Profeta.

En una ocasión se pidió a Bahá’u’lláh que resumiera sus enseñanzas en una palabra, y esa palabra fue unidad. Concretamente, los bahá’ís creen en la unidad de la humanidad. Todas las enseñanzas bahá’ís, ya sean para el individuo o para la sociedad en su conjunto, se centran en esa realidad. Por ejemplo, Bahá’u’lláh enseñó:

• Existe un solo Dios que ha hablado, como señala la Biblia, «en diversos tiempos y de diversas maneras» a los pueblos del mundo, lo que significa …
• Existe una sola religión revelada progresivamente a lo largo de la historia a través de una serie de maestros divinos. Los seres humanos pueden pensar que son religiones «diferentes», pero para los profetas y mensajeros que las traen, son parte de una misma Fe que se va desarrollando.
• Existe una sola sola raza humana. Las diferencias entre nosotros deben ser apreciadas, no temidas ni despreciadas. El lema bahá’í es unidad en la diversidad.
• Cada alma debe investigar independientemente la realidad, por lo tanto…
• La educación debe ser universal, y debemos adoptar un idioma auxiliar universal para poder comunicarnos sea cual sea nuestra lengua materna.
• La ciencia y la religión están en armonía; si parece que no lo están, es porque no hemos entendido una o ambas.
• Las mujeres y los hombres son iguales y deben tener las mismas oportunidades para alcanzar su pleno potencial.
• Debemos esforzarnos por abolir todas las formas de prejuicio, incluidos los raciales, nacionales, políticos, de género, sociales y económicos.
• Los problemas económicos y sociales requieren soluciones espirituales.

El principio de la investigación independiente de la realidad depende inherentemente del autoconocimiento y la justicia. Bahá’u’lláh escribió, en un volumen titulado Las Palabras Ocultas:

Lo más amado de todo ante Mi vista es la Justicia; no te apartes de ella si Me deseas y no la descuides para que Yo pueda confiar en ti. Con su ayuda verás con tus propios ojos y no por los ojos de otros, y conocerás con tu propio conocimiento y no mediante el conocimiento de tu prójimo.

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Esta atención global a la justicia y al conocimiento es necesaria si queremos seguir una directriz que Bahá’u’lláh impartió en respuesta a las preguntas que le formuló un erudito zoroastriano:

El Médico Omnisciente tiene puesto Su dedo en el pulso de la humanidad. Percibe la enfermedad y en Su infalible sabiduría prescribe el remedio. Cada época tiene su propio problema, y cada alma su aspiración particular. El remedio que el mundo necesita para sus aflicciones actuales no puede ser nunca el mismo que el que pueda requerir una época posterior. Preocupaos fervientemente de las necesidades de la edad en que vivís y centrad vuestras deliberaciones en sus exigencias y requerimientos.