Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
A veces es difícil sentir a Dios, o tener la seguridad de que él nos está escuchando, lo cual es comprensible. Definido como una «esencia incognoscible» en los escritos bahá’ís, Dios no nos responde directamente. ¿O sí?
Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, escribió en Las palabras ocultas: “Se os impedirá amarme y las almas serán perturbadas cuando hagan mención de Mí, pues las mentes no pueden comprenderme ni los corazones contenerme”.
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Naturalmente, si tienes una conversación con alguien y nunca te contesta, podrías preguntarte si realmente te está prestando atención. Pero, aunque Dios es incognoscible, él nos escucha, nos aseguran Las palabras ocultas, y quiere que lleguemos a Él:
¡OH FORMA MÓVIL DE POLVO! Yo deseo la comunión contigo, pero tú no confías en Mí. La espada de tu rebelión ha derribado el árbol de tu esperanza. Estoy cerca de ti en todo momento, pero tú estás siempre lejos de Mí.
El Salmo 4:3 dice: «El Señor escucha cuando lo invoco».
Cuando siento dudas sobre mi comunicación con el Creador, los escritos bahá’ís me reconfortan. Aunque no siempre sienta que Dios me escucha, Bahá’u’lláh afirma que Dios está realmente más cerca de mí de lo que me doy cuenta, y que me ama más de lo que sé:
¡Oh mis siervos! Mi santa, mi divinamente ordenada Revelación puede ser comparada con un océano en cuyas profundidades yacen ocultas innumerables perlas de gran precio, de excelente lustre… ¡El Dios único y verdadero es mi testigo! Este muy grande, este insondable y ondeante Océano está cerca, asombrosamente cerca de vosotros. ¡Ved, está más próximo a vosotros que vuestra vena vital! Veloces como el pestañeo del ojo podréis, si sólo lo deseareis, alcanzar este favor imperecedero, y participar de él, esta gracia dada por Dios, este don incorruptible, esta muy potente e inefablemente gloriosa generosidad.
Recientemente, llegué a una encrucijada con un problema de salud. Tenía dos planes de tratamiento delante de mí, y estaba aterrorizada sobre qué camino tomar. Todo el mundo, incluido un grupo de médicos, tenía una opinión sobre lo que era mejor. Para mí, no había una opción clara. Durante dos días oré y luché por una respuesta, pero todo lo que hice fue balancearme en un vaivén de indecisión.
Empecé a preguntarme si Dios me escuchaba, pero como ya había utilizado la oración en el pasado, tenía fe en que la respuesta llegaría y de alguna manera se me mostraría el camino. Entonces me dejé llevar.
Justo unas horas antes de que se cumpliera el plazo y tuviera que tomar una decisión, un médico bahá’í de confianza e intuitivo de mi pasado me llamó por teléfono. Cuando se enteró de mi dilema, me dio inmediatamente una respuesta contundente y definitiva. Al escuchar su consejo, fue como si oyera el tañido de una dulce y clara campana. Supe en mi corazón que esa era la respuesta correcta y toda duda se disipó.
Y efectivamente, su respuesta resultó ser la correcta, y desde entonces he experimentado el mejor resultado posible. Aunque al principio me preguntaba si Dios me escuchaba, al final mis oraciones fueron atendidas.
Desecha toda la ansiedad de tu mente. Presentad a Dios vuestras necesidades en todas las formas de oración y en peticiones llenas de gratitud. Entonces, la paz de Dios, que es incomprensible, vigilará vuestros corazones y vuestras mentes. – Filipenses 4:6-7
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos algo conforme a su voluntad, él nos escucha. – 1 Juan 5:14
Yo respondo a la oración del suplicante cuando clama a Mí. Que escuchen, pues, Mi llamada y que confíen en Mí, para que sean guiados rectamente. – Corán 2:186
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Bahá’u’lláh nos aseguró en repetidas ocasiones que Dios responderá a todo lo que pidamos que esté de acuerdo con la sabiduría divina. Aunque no lo sintamos inmediatamente, escribió Bahá’u’lláh, Dios escucha las súplicas que emanan de nuestras oraciones sinceras, y estos efectos acabarán influyendo en nuestras almas:
Quienquiera recite retirado en su cámara los versos revelados por Dios, los ángeles esparcidores del Todopoderoso difundirán por doquier la fragancia de las palabras pronunciadas por su boca, y harán que palpite el corazón de todo hombre recto. Aunque al principio permanezca inconsciente de su efecto, sin embargo, la virtud de gracia concedida a él debe necesariamente ejercer tarde o temprano influencia sobre su alma.
Aunque me sienta indigna y alejada del Creador, Él sigue estando cerca. Mi trabajo es orar, aportar fe y sinceridad, y saber que Dios me ama: ¡Oh Hijo del Hombre! Velado en Mi ser inmemorial y en la antigua eternidad de Mi esencia, conocí mi amor por ti; por eso te creé, grabé en ti Mi imagen y te revelé Mi belleza. Dios nos creó y nos ama con un amor tan grande que nunca podremos comprenderlo plenamente. Aunque sea difícil de comprender, Él siempre está ahí y tiene tiempo para cada súplica y oración sincera. Dios es aquel, escribió Bahá’u’lláh, «quien escucha y está dispuesto a contestar».
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