Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Como resultado del reciente brote de coronavirus, he sentido la necesidad cada vez más urgente de reflexionar sobre las personas mayores en nuestra sociedad.
Me refiero a ellos como personas mayores, a diferencia de ancianos, porque ancianos puede implicar decadencia o fragilidad. Las personas mayores son seres humanos que poseen un gran conocimiento, sabiduría y experiencia de vida para compartir con todos nosotros.
“Aunque algunos jóvenes pueden no estar preocupados por las personas mayores, lanzando la precaución al viento, en su mayor parte todos los estratos de la sociedad estadounidense están pensando ahora en ellos”.
En el contexto de este virus estoy definiendo a los mayores como aquellos que tienen más de 60 años, el rango inicial del grupo de edad en el que el coronavirus puede impactar más. El coronavirus ha puesto a nuestros mayores bajo el reflector más de lo normal, haciéndonos pensar en ellos de una manera que raramente hacemos colectivamente. Esta conciencia nos hace considerar el papel de las personas mayores como miembros de nuestra sociedad y cómo protegerlos y evitar lastimarlos.
Aunque algunos jóvenes pueden no estar preocupados por las personas mayores, lanzando la precaución al viento, en su mayor parte todos los estratos de la sociedad estadounidense están pensando ahora en ellos. Ya sea un padre, un abuelo, una tía o un tío, o un valioso colega, mentor o amigo, todos estamos probablemente pensando en los mayores que queremos ayudar a sobrevivir esta pandemia. Como sugieren las enseñanzas bahá’ís, debemos considerar a cada una de esas personas en nuestras vidas – y a todos los demás, también – como nuestros parientes cercanos:
Debéis volver vuestra atención con mayor empeño a la mejora de las condiciones de los pobres. No os contentéis hasta que toda persona con la que tratéis no sea como un miembro de vuestra familia. Miraos los unos a los otros bien como un padre, o como un hermano, o como una hermana, o bien como una madre, o como un hijo. Si podéis lograrlo, vuestras dificultades se desvanecerán, sabréis lo que habéis de hacer. Ésta es la enseñanza de Bahá’u’lláh. – Abdu’l-Bahá, Abdu’l-Bahá en Londres.
Mientras reflexiono sobre nuestros mayores, contemplo sobre todo su valor y su importancia, en comparación con el lugar que ocupan en la jerarquía social estadounidense. En general, nuestra cultura estadounidense, con sus normas sociales orientadas a la juventud y su naturaleza materialista, no parece valorar o respetar a las personas mayores en ningún grado.
“Si quieres un ejemplo reciente, solo debes fijarte en aquella mentalidad «OK, boomer»
Digo generalmente, porque ciertamente hay individuos, familias y micro sociedades dentro de la sociedad estadounidense que sí valoran a sus mayores, teniendo un gran respeto por las perspectivas, la experiencia y la sabiduría que aportan. En estas circunstancias, ellos son vistos como parte del todo, poseedores de un valor que impulsa a buscar su guía y perspicacia.
Pero nuestra sociedad en general no siempre actúa de esa manera. En cambio, tiende a privilegiar la juventud en lugar de la edad, y por lo tanto desvaloriza la sabiduría y la experiencia adquirida. Si quieres un ejemplo reciente, solo debes fijarte en aquella mentalidad «OK, boomer», la cual usa un eslogan que se burla y descarta los pensamientos y opiniones de toda una generación mayor.
Por supuesto, los Estados Unidos, debido a su temprano colonialismo, es una sociedad blanca, predominantemente masculina, orientada a la juventud y principalmente materialista. ¿Es usted escéptico? Si es así, preste más atención a los programas de televisión, películas, jefes de corporaciones y empresas solo por dar algunos ejemplos. En este momento de la historia humana tendemos, según las enseñanzas bahá’ís, a centrarnos principalmente en los aspectos materiales de la vida más que en los espirituales:
El amor es el principio fundamental del propósito de Dios para la humanidad, y Él nos ha ordenado amarnos los unos a los otros como Él nos ama. Todas estas discordias y disputas que vemos y oímos por todas partes, sólo tienden a aumentar el materialismo. El mundo, en su mayoría, está hundido en el materialismo, y las bendiciones del Espíritu Santo son ignoradas. Existe tan sólo un pequeño sentimiento espiritual auténtico, y el progreso del mundo es, en su mayor parte, meramente material. El género humano se está asemejando a las bestias que perecen, pues sabemos que ellas no tienen sentimientos espirituales, no se dirigen a Dios, no tienen religión. Estas cosas sólo pertenecen al ser humano, y si carece de ellas se convierte en un prisionero de la naturaleza, y no es ni un ápice mejor que un animal. – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá.
Aunque siempre ha sido evidente para mí, cuanto más envejezco, sobre todo como mujer, más claro se me hace este hecho: nuestra sociedad devalúa y minimiza a nuestros mayores. La mayoría de las personas mayores también lo atestiguan. Personalmente lo encuentro fascinante, especialmente cuando empiezo a entender las perspectivas que solo la edad puede desarrollar.
Sabemos que juventud + belleza = poder en la sociedad estadounidense, en general. Esto ha sido cierto durante siglos. Por supuesto, las definiciones de belleza varían, así como las razones por las que solo algunas pocas personas mayores juegan un papel más importante en la sociedad. Por ejemplo, los mayores en roles prominentes hoy en día son en su mayoría hombres blancos – incluyendo la abrumadora mayoría de los CEOs de Fortune 500 – y su estatus de mayores solo puede significar que eran jóvenes en el momento en que obtuvieron esa posición. Algunas mujeres que no son jóvenes y hermosas también lo logran, pero no suele ser la norma.
Tal vez se necesite una pandemia mundial para cambiar todo esto: para hacernos más conscientes de las poderosas y profundas contribuciones que nuestros mayores pueden hacer.
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