Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Las enseñanzas de las Manifestaciones de Dios no se limitan a hablar de Dios y de la vida después de esta, sino que todos Ellos han dado sabias orientaciones para el comportamiento humano. De hecho, los diez mandamientos de Moisés, los consejos evangélicos de Cristo o las directrices morales y sociales de Muhammad han servido de guía para gran parte de la humanidad. Cada una de las civilizaciones ha sido fuertemente influida por las enseñanzas de alguna religión.
Aunque solo hay un Dios, su relación con la humanidad ha estado diversificada por las diferencias entre los diversos pueblos y su separación en el tiempo y el espacio. Todas las religiones proceden del mismo Dios y son en esencia la misma. Todas enseñan la “inmutable fe de Dios”, el amor entre los humanos y la esperanza de otra vida. Solo la expresión de estos conceptos, las normas sociales y las prácticas religiosas han variado según la época.
“Es indudable que los pueblos del mundo de cualquier raza o religión derivan su inspiración de una sola Fuente celestial y son los súbditos de un solo Dios. La diferencia entre las disposiciones por las que se rigen debe ser atribuida a los variables requisitos y exigencias de la época en la que fueron reveladas”. – Pasajes de los Escritos de Bahá’u’lláh, CXI.
“Los Profetas de Dios deben ser vistos como médicos, cuya tarea es fomentar el bienestar del mundo y sus pueblos, para que, mediante el espíritu de unicidad, curen la dolencia de esta humanidad dividida. […] No sería de extrañar, entonces, si se encontrara que el tratamiento prescrito por el médico en este día no fuese idéntico al que prescribió anteriormente. […] cada vez que los Profetas de Dios han iluminado el mundo con el resplandeciente brillo del Sol del conocimiento divino, invariablemente han emplazado a sus pueblos a abrazar la luz de Dios, por los medios que mejor se adaptaran a las exigencias de la época en la cual aparecieron”- Ibidem, XXXIV.
Según el Plan de Dios que se vislumbra en las religiones del pasado y que Bahá’u’lláh explica, la humanidad debe seguir avanzando hacia estadios superiores de conocimiento y amor. El que ahora nos deslumbre el progreso científico no hace sino mostrar más la necesidad urgente de una renovación ética y espiritual.
“Todos los seres humanos han sido creados para llevar adelante una civilización en continuo progreso”- Ibidem, CIX.
El Bhagavad Gita (4,7) expone el Plan de Dios a través de estas palabras de Krishna: “Siempre que el bien decae extinguiéndose poco a poco, predominando en su lugar la maldad y el orgullo, Mi Espíritu se manifiesta en forma humana sobre esta tierra”.
A lo largo de la Biblia, Dios promete ayudar al hombre si este le obedece. Su pacto con Adán, y después con Noé, incluye simbólicamente a toda la humanidad. Su alianza se personaliza con Abraham y sus descendientes, siendo renovada por Moisés al liberarlos de la esclavitud siglos más tarde. Pero las crisis del pueblo judío le hacen ver que su Dios particular, Yahvéh, es el Dios creador del universo y dueño de las naciones.
Isaías profetizaba un tiempo en que las espadas se convertirían en rejas de arados y en que los corderos pacerían con los leones. Esta y otras profecías sobre la reconstrucción del pueblo judío se han convertido en un símbolo universal de unidad y paz entre los pueblos.
Zoroastro anunció un imperio de la justicia, en que el Bien triunfaría sobre el Mal. Por la misma época, la religiosidad hindú fue renovada por Buda, y surgía la esperanza de un Buda Universal en el futuro.
Cristo centró su predicación en anunciar el Reino de Dios y renovó la Antigua Alianza; también prometió que habría de venir el Espíritu de la Verdad a enseñarles cosas que entonces no podían entender, y que Él mismo vendría en la Gloria del Padre. Según el Apocalipsis, al final de los tiempos habrá un nuevo cielo y una nueva tierra, y bajará del cielo la Jerusalén Celestial, iluminada solo por la Gloria de Dios.
Todas las religiones han dejado profecías que anunciaban la siguiente etapa de la revelación de Dios. Unos magos o zoroastrianos encontraron al Mesías nacido en Belén. Los judíos más puros de corazón aceptaron que Jesús era el Mesías prometido, aunque no traía fuego ni espada, ni venía en las nubes del cielo. Muchísimos cristianos aceptaron de buen grado a Muhammad como el Espíritu de la Verdad.
Hoy día varios millones de personas creen que Dios ha vuelto a manifestarse en Bahá’u’lláh y en Él ven cumplidas las profecías de todas las religiones. Se renueva así la Alianza o Convenio de Dios con la humanidad, a la que Él envía Su Mensaje para ayudarle ahora a alcanzar la etapa de la madurez.
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