En caso de otra crisis mundial, ¿cómo preparamos a nuestros hijos?

La pandemia del COVID-19 aún no ha terminado; sin embargo, ya hemos aprendido lo importante que es preparar a nuestros hijos para situaciones de crisis. Aunque todos esperamos que no se repitan las circunstancias del 2020, es muy posible que hayan otras situaciones en el futuro que requieran aplicar los aprendizajes de este año. ¿Cómo estamos educando a nuestros hijos para que sean capaces de enfrentar estos desafíos?

Tal vez algunos puedan pensar que una buena manera de prepararse sea hacer planes para construir un bunker y almacenar alimentos. Sin embargo, durante esta pandemia hemos visto que medidas materiales, enfocadas solamente en la comodidad de uno mismo, no son suficientes para abordar problema que nos afecta a nivel mundial.

La Organización Mundial de la Salud ha indicado una y otra vez en sus ruedas de prensa las herramientas que ellos consideran necesarias para ayudarnos a salir adelante. Pero además de las medidas de contingencia para protegernos, los exámenes , y el rastreo de contactos, la OMS menciona otras más que pueden sorprendernos: “Son necesarias grandes reservas”, dice la OMS, “de paciencia, generosidad, humildad”.

Como madre y maestra de clases para niños por muchos años, para mí ha sido fascinante escuchar estas virtudes ser mencionadas una y otra vez en el contexto de la pandemia como herramientas valiosas en la lucha contra el virus. Más allá de nuestras necesidades individuales, podemos pensar en cómo podríamos enfrentar una posible  siguiente crisis como comunidad, siendo nuestros hijos parte de esa comunidad.

Por muchos años, la comunidad bahá’í ha llevado adelante un sistema de educación espiritual para niños combinando los esfuerzos de maestros voluntarios y familias. Estas clases para niños se enfocan en el desarrollo de cualidades espirituales, aprendiendo cómo aplicarlas en la vida diaria mediante el uso de canciones, historias y juegos cooperativos, y memorizando citas como la siguiente por Bahá’u’lláh, el  fundador y profeta del a fe bahá’í:

“Sed generoso en la prosperidad y agradecido en la adversidad. Sed digno de la confianza de tu vecino y miradle con rostro resplandeciente y amistoso… Sed un hogar para el extraño, un bálsamo para el que sufre, una fortaleza para el fugitivo. Sed los ojos para el ciego y una luz guiadora a los pies del errante. Sed un ornamento del semblante de la verdad, una corona para la fuente de la fidelidad, un pilar del templo de la rectitud, un aliento de vida para el cuerpo de humanidad, una insignia de las huestes de la justicia, una luminaria por encima del horizonte de la virtud, el rocío para la tierra del corazón humano, un arca en el océano del conocimiento, un sol en el cielo de la generosidad, una joya en la diadema de la sabiduría, una luz brillante en el firmamento de tu generación, un fruto del árbol de la humildad.”

Antes de esta pandemia, muchas personas consideraban que estos valores no eran tan relevantes en este mundo competitivo y globalizado. Pero ahora nos estamos dando cuenta de lo relevante que estas cualidades son en la situación actual. Ahora agencias internacionales están citando virtudes espirituales como las herramientas más importantes en esta crisis sanitaria.

Entonces, ¿cómo preparamos a nuestros hijos para enfrentar una posible crisis similar?

Más allá de ser capaces de trabajar en equipo, nuestros hijos necesitarán actuar como parte de una comunidad. Deben ser pacientes para comprender que los procesos y cambios demoran. Deben ser humildes para aceptar que hay cosas que no comprendemos hoy, pero mañana comprenderemos, para escuchar a expertos y considerar sus recomendaciones. Deben ser altruistas para proteger y ayudar a otros. Deben ser empáticos para ponerse en los zapatos de los demás, consultar y llegar a resoluciones en conjunto.

Durante estos meses en que seguiremos cuidadosos por la pandemia, podemos prepararnos para colaborar en esta labor colosal ayudando a desarrollar estas virtudes  en la humanidad,  las cuales fortalecerán nuestra  respuesta efectiva frente a las crisis que puedan sobrevenir en el futuro. 

En estos meses podemos capacitarnos con los cursos gratuitos que ofrecen los institutos bahá’ís alrededor del mundo para servir como maestros de clases de educación espiritual. Podemos ayudar a nuestros propios hijos y a los hijos de otras familias en nuestro entorno sirviendo como maestros. Y podemos iniciar nuestras clases para niños que nutren estas cualidades espirituales en el seno de nuestra familia, o por videollamada con otras familias durante la cuarentena.

Lo importante es tomar acción ahora. Ahora más que nunca es evidente lo necesitada que está la humanidad de estas cualidades espirituales. Hemos visto como los mejores esfuerzos en salud pública no logran sus objetivos sin estas grandes reservas de paciencia, humildad y comprensión. Tal vez no seamos epidemiólogos o enfermeros o doctores, pero podemos ser maestros y proteger el alma de la humanidad.