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Espiritualidad

¿Qué llevaremos con nosotros a la otra vida?

Jeff Ramey | Jul 2, 2020

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Jeff Ramey | Jul 2, 2020

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Aquí hay un cuento corto para reflexionar sobre el propósito de esta vida:

Había una vez un hombre con cuatro esposas. El hombre sabía que el fin de su vida se acercaba, así que convocó a sus esposas a su lecho de muerte para preguntarles si alguna de ellas le acompañaría al otro mundo, ya que estaba bastante asustado ante la perspectiva de hacer ese viaje solo.

Preguntó a su primera esposa, a la que siempre había amado por su belleza, pero ella respondió que no podía acompañarle en su viaje.

Luego le preguntó a su segunda esposa, que siempre había estado ahí para apoyarlo. Pero ella respondió que simplemente no podía abandonar este mundo.

A continuación, le preguntó a su tercera esposa, quien había ganado mucha riqueza, fama y éxito. Pero ella respondió que no, que no terminaría su vida por su beneficio.

Por último, el hombre habló con su cuarta esposa. Ella siempre había sido humilde y generosa con la gente que la rodeaba. Cuando le preguntó si le acompañaría, sin dudarlo ni un momento, ella respondió que sí. En ese momento él se dio cuenta de que le habría prestado mucha más atención a su cuarta esposa si hubiera sabido lo fiel que era. Así, juntos, se desprendieron de los lazos de este mundo en las primeras horas de la mañana.

Hay una moraleja en esta historia. Verá, todos tenemos cuatro «esposas» en cierta forma. La primera «esposa» es nuestro propio cuerpo físico. Cuando somos jóvenes, estamos llenos de vitalidad y de sueños para el futuro. Hacemos deporte y ganemos o perdamos, damos lo mejor de nosotros. Por un lado, somos parte del universo.

Pero por otro lado, la juventud es muy corta, y aunque gastemos dinero en nosotros mismos, comprando ropa, obteniendo una buena educación, nada de esto puede acompañarnos al otro mundo.  

La segunda esposa simboliza nuestra familia. Los amamos, confiamos en ellos, pero lo más lejos que pueden ir con nosotros es a nuestro funeral – sin embargo, podemos reunirnos con ellos en el otro mundo una vez que también dejen esta vida.

Su tercera esposa simboliza las posesiones materiales. Podemos pasar nuestras vidas adquiriendo el último smartphone, bonitos autos o enormes casas, pero al final, ninguno de ellos nos acompañará al otro mundo. En cambio, estos serán repartidos entre otras personas.

La cuarta esposa simboliza el alma. A menudo podemos ignorar nuestra alma, distraídos por las cosas materiales que nos rodean, pero es lo único que nos acompañará en la otra vida. Los escritos bahá’ís explican la relación entre nuestra realidad material y nuestra realidad espiritual. Abdu’l-Bahá, el hijo de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, escribió:

El hombre tiene dos poderes; y su desarrollo, dos aspectos. Un poder está relacionado con el mundo material, y a través del él es capaz del avance físico. El otro poder es espiritual, y a través de su desarrollo su naturaleza interna es despertada. Estos poderes son como dos alas. Amabas deben estar desarrolladas, pues el vuelo es imposible con una sola ala.

 Debemos esforzarnos incesantemente y sin descanso para lograr el desarrollo de la naturaleza espiritual el hombre, y empeñarnos con incansable energía para hacer avanzar a la humanidad hacia la nobleza de su verdadera y destinada posición. Puesto que el cuerpo del hombre es accidental; no tiene importancia. El momento de su desintegración vendrá inevitablemente. Pero el espíritu del hombre es esencial y, por lo tanto, eterno. Esto es una munificencia divina. Esto es la efulgencia del Sol de la Realidad y, por consiguiente, de mayor importancia que el cuerpo físico.

No hay nada malo en disfrutar de la vida. Cuida tu cuerpo y mantenlo sano, porque es el vehículo de tu alma. No hay nada malo en amar a tu familia, en apreciarla. Disfruta de tus posesiones; cuídalas y disfruta de la comodidad que te proporcionan. Pero nunca jamás debemos permitir que nuestro cuerpo, familia o posesiones se interpongan entre nosotros y nuestras almas.

Bahá’u’lláh explicó que “el alma es un signo de Dios, una joya celestial cuya realidad los más doctos de los hombres no han comprendido, y cuyo misterio ninguna mente, por aguda que sea, podrá esperar jamás desentrañar. Es, entre todas las cosas creadas, la primera en declarar la excelencia de su Creador, la primera en reconocer Su gloria, en aferrarse a Su verdad, e inclinarse en adoración ante Él. Si es fiel a Dios, reflejará Su luz y finalmente regresará a Él. Si, por el contrario, no es leal a su Creador, se convertirá en una víctima del yo y de la pasión y, por último, se hundirá en sus profundidades”.

Tómate un tiempo para estar solo. Medita profundamente y ora diariamente. Céntrate en servir a tu comunidad y contribuir a mejorar el mundo. No eres un cuerpo con alma. Eres un alma que temporalmente tiene una asociación con un cuerpo.

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