Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
¿Los profetas y mensajeros divinos hablan a la humanidad de diferentes formas, modos o maneras? Si lo hacen, ¿cómo podemos pensar y clasificar esos diferentes tipos de comunicación?
En ensayos anteriores de esta serie, propuse una tipología, o sistema de clasificación, de los escritos de Bahá’u’lláh, sobre la base de una declaración de él mismo: “Hemos revelado Nuestros versículos en nueve modalidades diferentes”.
Bahá’u’lláh, cuando se le preguntó en qué consistían realmente estos «nueve modos» de revelación, contestó: «Que Jinab-i-Zayn, sobre él sea Mi gloria, medite sobre ello, para que así alcance su meta» (traducción provisional de Adib Masumian). Así pues, el propio Bahá’u’lláh animó a reflexionar sobre esta cuestión e invitó a investigar y meditar sobre cuáles podrían ser estos nueve modos.
En el ensayo anterior (Parte 71), prometí proporcionar algunos ejemplos concretos del último libro de Bahá’u’lláh, Epístola al Hijo del Lobo. Aquí están las primeras cuatro pruebas de concepto para su consideración:
1. Composiciones místicas: Los Siete Valles, que Bahá’u’lláh reveló en Bagdad en algún momento de 1856, ha sido representada como la obra mística más importante de Bahá’u’lláh. En su último libro importante, la Epístola al Hijo del Lobo, es difícil encontrar un ejemplo de pasaje «místico», mientras que los ejemplos de los otros ocho modos de revelación de Bahá’u’lláh son bastante fáciles de identificar. Dicho esto, el siguiente pasaje de la Epístola puede proporcionar un ejemplo en el que Bahá’u’lláh se remite a sus discursos anteriores sobre la búsqueda mística:
La expresión de Dios es una lámpara cuya luz son estas palabras: Sois los frutos de un solo árbol y las hojas de una misma rama. Trataos unos a otros con el mayor amor y armonía, con amistad y compañerismo. ¡Aquel que es el Sol de la Verdad es Mi testigo! Tan potente es la luz de la unidad que puede iluminar a la tierra entera. El único Dios verdadero, Quien conoce todas las cosas, atestigua Él Mismo la verdad de estas palabras.
Esforzaos para que podáis alcanzar esta trascendente y muy sublime posición, la posición que puede asegurar la protección y seguridad de toda la humanidad. Esta meta supera a todas las demás metas y esta aspiración es la reina de todas las aspiraciones. Sin embargo, mientras las espesas nubes de la opresión que oscurecen el sol de la justicia no sean disipadas, será difícil que la gloria de esta posición sea develada a los ojos de los hombres. Estas nubes espesas son los exponentes de las ociosas fantasías y las vanas imaginaciones que no son otras que los teólogos de Persia. En un tiempo hablamos en el lenguaje del legislador; en otro, en el del buscador de la verdad y el místico, y aun así Nuestro propósito supremo y Nuestro más elevado anhelo ha sido siempre el de revelar la gloria y sublimidad de esta posición. ¡Dios, verdaderamente, es testigo suficiente!
2. Escritos doctrinales: Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe bahá’í, se refirió al Libro de la Certeza de Bahá’u’lláh como el texto doctrinal bahá’í preeminente. He aquí otro pasaje «doctrinal» de la Epístola al Hijo del Lobo de Bahá’u’lláh, que, por cierto, remite al Libro de la Certeza:
En todos los Libros Divinos la promesa de la Presencia Divina ha sido explícitamente registrada. Por esta Presencia se quiere significar la Presencia de Aquel que es la Aurora de los signos, el Lugar del Amanecer de las pruebas manifiestas, la Manifestación de los Excelentes Nombres y la Fuente de los atributos del verdadero Dios, exaltada sea Su gloria. Dios, en Su Esencia y en Su propio Ser, ha sido por siempre invisible, inaccesible e incognoscible. Por tanto, por Presencia se quiere significar la Presencia de Aquel que es Su Vicerregente entre los hombres. Además, Él no ha tenido, ni tiene par ni igual. Pues si Él tuviera algún par o igual, ¿cómo podría demostrarse entonces que Su ser es exaltado y Su esencia santificada por sobre toda comparación o semejanza? En resumen, con respecto a la Presencia y la Revelación de Dios, se ha revelado en el Kitáb-i-Íqán (Libro de la Certeza) lo que satisfará a los imparciales. Le imploramos a Él -exaltado sea- que ayude a todos a convertirse en esencia de la veracidad y a acercarse a Él. Verdaderamente, Él es el Señor de fuerza y poder. No existe otro Dios sino Él, el que Todo lo Oye, el Señor de la Expresión, el Omnipotente, el Todoalabado.
3. Escritos éticos: En la Parte 71, Las Palabras Ocultas fue citada como la obra ética más importante de Bahá’u’lláh. Dicho esto, también hay otros ejemplos destacados, como el consejo de Bahá’u’lláh a uno de sus hijos, revelado en la Epístola al Hijo del Lobo:
Sé generoso en la prosperidad y agradecido en la adversidad. Sé digno de la confianza de tu prójimo y mírale con rostro resplandeciente y amistoso. Sé un tesoro para el pobre, un amonestador para el rico; sé uno que responde a la llamada del necesitado, un preservador de la santidad de tu promesa. Sé recto en tu juicio y moderado en tu palabra. No seas injusto con nadie y muestra mansedumbre a todos. Sé como una lámpara para quienes andan en las tinieblas, una alegría para los apenados, un mar para los sedientos, un asilo para los afligidos, un sostenedor y defensor de la víctima de la opresión. Que la integridad y la rectitud distingan todos tus actos. Sé un hogar para el forastero, un bálsamo para el que padece, un baluarte para el fugitivo. Sé como ojos para el ciego y una luz de guía a los pies de los que yerran. Sé un ornamento para el semblante de la verdad, una corona sobre la frente de la fidelidad, un pilar del templo de la rectitud, un hálito de vida para el cuerpo de la humanidad, una insignia de las huestes de la justicia, un lucero sobre el horizonte de la virtud, un rocío para tierra del corazón humano, un arca en el océano del conocimiento, un sol en el cielo de la generosidad, una gema en la diadema de la sabiduría, una luz refulgente en el firmamento de tu generación, un fruto del árbol de la humildad.
4. Proclamación: En la Parte 71, El llamamiento al señor de las huestes, revelada en Adrianópolis/Edirne y Akka/Acre, de septiembre de 1867 a 1873, fue citada como la mejor colección de proclamaciones de Bahá’u’lláh a los líderes del mundo. He aquí una proclamación que Bahá’u’lláh incluye en la Epístola al Hijo del Lobo, dirigida a Napoleón III, el emperador de Francia en aquella época:
Presta oído, oh Rey, a la Voz que llama desde el Fuego que arde en este Árbol verde, en este Sinaí que ha sido erigido sobre el Lugar santificado y níveo, más allá de la Ciudad Eterna; ’¡Verdaderamente, no hay otro Dios sino Yo, el que Siempre Perdona, el Más Misericordioso!’ Nosotros, en verdad, hemos enviado a Aquel a Quien ayudamos con el Espíritu Santo (Jesucristo) para que os anuncie esta Luz que ha brillado desde el horizonte de la voluntad de vuestro Señor, el Más Exaltado, el Todoglorioso, y Cuyos signos han sido revelados en Occidente. Volved vuestros rostros hacia Él (Bahá’u’lláh), en este Día que Dios ha exaltado sobre todos los demás días y en el cual el Todomisericordioso ha derramado el esplendor de Su gloria resplandeciente sobre todos los que están en el cielo y todos los que están en la tierra. Levántate a servir a Dios y a ayudar a Su Causa. Él, ciertamente, te auxiliará con las huestes de lo visible y lo invisible, y te hará rey de todo aquello sobre lo que se eleva el sol. Tu Señor, en verdad, es el Todopoderoso, el Omnipotente.
En la próxima entrega de esta serie, examinaremos y ofreceremos ejemplos de los otros cinco modos de revelación de Bahá’u’lláh.
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