Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Todos hacemos planes para el futuro: la mayoría de personas, organizaciones y naciones, pero ¿tenemos un plan como humanidad?
Si existe un Ser Supremo, ¿no tendría este Creador un plan en mente para Su Creación?
Las enseñanzas bahá’ís dicen que tal plan divino existe, aun cuando la mayoría de la humanidad no es consciente de esto:
«En una época, cuando la guerra y la lucha prevalecían entre las naciones, cuando la enemistad y el odio separaban las sectas y religiones y las diferencias humanas eran muy grandes, Bahá’u’lláh apareció sobre el horizonte del Este, proclamando la unidad de Dios y la unidad del mundo de la humanidad. Promulgó la enseñanza de que todos somos los siervos de un solo Dios; todos existe mediante el don de un Creador; Dios es bondadoso con todos, y brinda Su merced a todas las razas y pueblos. Por cuanto Dios es amoroso, ¿por qué debemos ser injustos y despiadados? En tanto Dios manifiesta lealtad y merced, ¿por qué debemos mostrar enemistad y odio? Seguramente la política divina es más perfecta que el plan y la teoría humana; pues no importa cuán sabio y sagaz se vuelva el hombre, jamás podrá alcanzar una política que sea superior a la de Dios Por tanto debemos emular la actitud de Dios, amar a toda la gente, ser justos y bondadosos con cada criatura humana. Todos debemos considerarnos como hojas, ramas y frutos de un árbol, hijos de un hogar; pues todos descendemos de la progenie de Adán. Somos olas de un mar, hierbas de la misma pradera, estrellas en el mismo cielo; y encontramos refugio en el divino Protector universal». – ‘Abdu’l-Bahá, Promulgación a la Paz Universal, p. 188.
Muchos de ustedes probablemente estén familiarizados con la alianza que Dios hizo con Abraham en la Biblia, en el cual Dios prometió no dejar a la humanidad sola y sin ayuda. Otra alianza sagrada se estableció cuando Dios le reveló a Moisés los Diez Mandamientos y los israelitas le prometieron obedecerlo. Luego, la nueva alianza, sellada por la crucifixión y muerte de Cristo, prometía la gracia de Dios, su misericordia y perdón de los pecados.
Cada mensajero de Dios realiza un segundo tipo de alianza con sus seguidores. Es importante recordar aquí que el mensajero es el portavoz de Dios, que «no habla sin su permiso», lo que significa que solo dice lo que Dios inspira y le permite decir. Por lo tanto, los bahá’ís creen que los principios, leyes y ordenanzas revelados por estos mensajeros, estas «gemas de santidad divina», deben ser considerados, junto con sus vidas y ejemplos, como la voluntad de Dios mismo. Sus enseñanzas están destinadas a educar a la humanidad y ayudarla a progresar. Cada profeta revela enseñanzas aplicables a la edad y la época en que aparecen.
Una vez que reconocemos al mensajero de Dios, él nos pide que observemos sus leyes y ordenanzas. Esta es una tarea difícil que la gente ha tratado de seguir durante miles de años. ¿Lo lograremos? No sin la ayuda y asistencia de Dios. Es por eso que tenemos que reconocer Sus planes, actuar sobre ellos y cambiar nuestro comportamiento para alinearnos más estrechamente con lo que es aceptable ante Su vista.
Este es, sin duda, un camino difícil, pero lleno de gloria y satisfacción, no solo para las personas que lo recorren, sino también para toda la raza humana y para este planeta que habitamos juntos, si es que elegimos recorrer este camino.
Entonces, ¿cuál es el plan de Dios para nuestra época? Las enseñanzas bahá’ís dicen que Dios tiene un plan mayor y un plan menor:
«Nuestros semejantes en todas partes están inconscientemente sujetos… a … la operación continua de procesos simultáneos de «ascenso y caída, de integración y de desintegración, de orden y caos». Shoghi Effendi identificó estos como aspectos del Plan Mayor y el Plan Menor de Dios, las dos formas en las que podemos percibir que Su propósito para la humanidad está avanzando. El Plan Mayor está asociado a la turbulencia y la calamidad y procede con un aparente desorden aleatorio, pero en realidad está conduciendo inexorablemente a la humanidad hacia la unidad y la madurez». – Casa Universal de Justicia, abril 1998, a los bahá’ís del mundo.
«El Plan Menor de Dios: es la parte del Plan de Dios que Bahá’u’lláh revela a Sus seguidores y que Abdu’l-Bahá, Shoghi Effendi y la Casa Universal de Justicia presenta en instrucciones detalladas y planes sucesivos. En contraste con el Plan Mayor de Dios, este procede de una manera metódica y ordenada, diseminando Sus enseñanzas y elevando la estructura de una sociedad mundial unida». – La Casa Universal de Justicia, Mensajes de 1963 a 1986, p. 747.
Si bien las operaciones del Plan Mayor de Dios están fuera del alcance de nuestra influencia, ya que involucran procesos mucho más grandes que aquellos controlados por un ser humano individual, ciertamente podemos desempeñar nuestra parte en el plan menor de Dios, que actualmente se está desarrollando en las comunidades bahá’ís en todo el mundo a través de actividades diseñadas para crear una nueva civilización espiritual.
Este plan menor nos trae el concepto de la alianza de Dios. Las enseñanzas Bahá’ís dicen:
«Existe … la Alianza Mayor que cada Manifestación de Dios hace con Sus seguidores, prometiendo que en el cumplimiento de los tiempos se enviará una nueva Manifestación, y tendrán que asumir la responsabilidad de aceptarlo y reconocerlo cuando esto ocurra”. -Ibid, p. 737.
Por supuesto, el reconocer la aparición de un nuevo mensajero de Dios no es una tarea sencilla, ni tampoco la tarea constante de seguir sus enseñanzas y esforzarse por practicarlas en nuestras vidas diarias. Esto conlleva un sacrificio personal y colectivo, como por ejemplo, observar la ley del ayuno, o ser amable con algún vecino que no nos trata bien.
Es un proceso, como con todo crecimiento y desarrollo. Por ejemplo, las civilizaciones creadas por los millones de seguidores de Cristo y Muhammad llevaron siglos en desarrollarse. Por supuesto, se cometieron errores, pero también tuvieron muchos logros y se tocaron muchos corazones, similar a la forma en que un cortador de gemas corta y pule un diamante. Con respecto a esto, Bahá’u’lláh escribió:
El Gran Ser dice: Considerad al hombre como una mina rica en gemas de inestimable valor. La educación puede, ella sola, hacer que revele sus tesoros y permitir que la humanidad se beneficie de ellos. Si algún hombre meditase sobre lo que han revelado las Escrituras enviadas desde el cielo de la santa Voluntad de Dios, fácilmente reconocería que el propósito de las mismas es que todos los hombres sean considerados como una sola alma, para que el sello que lleva las palabras «El Reino será de Dios» pueda ser estampado en todos los corazones, y la luz de la generosidad, la gracia y la misericordia divinas pueda envolver a toda la humanidad. -Tablas de Bahá’u’lláh, p. 162.
De esta manera, el mensajero de Dios ofrece un plan integral para una verdadera educación que se adapta a la época en que aparece, debido a que cada período tiene sus necesidades y exigencias particulares.
Esta época llama a todos a seguir el plan de Dios, esforzándose por establecer la unidad de toda la humanidad.
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