Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
El breve lapso de años que tenemos aquí en la Tierra hace que la vida sea un tiempo maravilloso de descubrimiento, progreso y realización. La vida, sin embargo, no es solo una experiencia personal; la compartimos con el resto de la humanidad.
Nuestro tiempo aquí representa no solo una preparación individualista para la siguiente etapa de nuestro desarrollo espiritual personal, sino una oportunidad invaluable para ayudar en el desarrollo social del planeta. Nuestra responsabilidad personal y colectiva implica dejar este mundo en mejores condiciones de las que lo encontramos.
Pero tenemos tantos problemas que resolver en el mundo de hoy: la pobreza, la guerra, la enfermedad, la ignorancia, el odio y la opresión. ¿Dónde centramos nuestros limitados esfuerzos?
Las enseñanzas bahá’ís dicen que se requiere el esfuerzo concertado de todos para superar estos males sociales desenfrenados y reemplazarlos por la abundancia, la paz, la salud, la educación, el amor y la unidad. Los bahá’ís trabajan alegre y constantemente para lograr estos objetivos. Dos aspectos distintivos de la forma de vida bahá’í reflejan este trabajo: como individuos, los bahá’ís oran y meditan sobre la mejor manera de servir a la humanidad; y colectivamente consultan juntos hacia este mismo fin. Bahá’u’lláh escribió: “Bienaventurado y dichoso aquel que se levanta para promover los mejores intereses de los pueblos y razas de la tierra”.
El servicio a la humanidad es una parte integral de ser un bahá’í, que se refleja en la actitud bahá’í hacia conceptos como el trabajo, las motivaciones y los logros. Los bahá’ís ven el trabajo realizado con espíritu de servicio como una forma de adoración. Para los bahá’ís, la pureza de intención es más importante que el resultado de las acciones; y en los logros, el proceso es tan importante como el producto. Las enseñanzas bahá’ís ofrecen a la humanidad una filosofía de hechos que reemplaza la anárquica creencia de que los fines justifican los medios. En la fe bahá’í, los medios son los fines.
Fundamental para este concepto de servicio es la creencia de que la moral personal y el comportamiento social ético benefician en gran medida el progreso de la humanidad. Nadie es impotente para efectuar un cambio beneficioso. Cada persona debe verse a sí misma como un componente poderoso y significativo del mundo; nunca debemos sentirnos impotentes o insignificantes. De hecho, todo el mundo tiene la capacidad de ayudar al mundo en muchos niveles diferentes.
Podemos ser individuos productivos, consumidores responsables, esposos y esposas amorosos, padres ejemplares, hijos e hijas honorables y cariñosos, vecinos considerados y buenos ciudadanos, todos al mismo tiempo. Básicamente, cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de ser respetuoso con el medio ambiente para el bienestar espiritual, social, emocional y físico del planeta. Todos estos elementos de servicio ayudan enormemente a la condición del mundo.
Sin embargo, más allá de la moral personal y el comportamiento social ético, todos están dotados de habilidades y talentos útiles para la humanidad a nivel profesional. La capacidad personal a menudo depende de la salud y la oportunidad, pero cumplir con la propia capacidad es el deber de todos. Desde la perspectiva bahá’í, la persona humilde que ha empleado todos sus pocos talentos para el mejoramiento del planeta y sus pueblos es de mayor valor para la humanidad que la persona que tiene una multiplicidad de talentos pero los usa egoístamente solo para su propio beneficio:
¡Oh, hijo del hombre! Si tus ojos están vueltos hacia la misericordia, deja las cosas que te benefician y aférrate a lo que beneficiará a la humanidad. Y si tus ojos están vueltos hacia la justicia, escoge para tu prójimo aquello que escogerías para ti mismo. La humildad exalta al hombre al cielo de la gloria y del poder, en tanto que el orgullo lo rebaja a las profundidades de la vileza y la degradación.
Este concepto de servicio se extiende más allá de los propios bahá’ís. La fe bahá’í como religión apoya las actividades no gubernamentales y no partidistas de las Naciones Unidas y la Comunidad Europea en sus esfuerzos por superar las diferencias políticas que nos dividen, y organizaciones como el Fondo Mundial para la Naturaleza que trabajan para comprender la ecología del planeta y mejorar el medio ambiente. Bahá’u’lláh exhortó a sus seguidores a servir a la humanidad en todo lo que pudieran:
“Ocupaos en la promoción del bienestar y la tranquilidad de los hijos de los hombres. Dedicad vuestra mente y voluntad a la educación de los pueblos y razas de la tierra, para que quizás sean borradas de su faz las disensiones que la dividen, por la fuerza del Más Grande Nombre, y todos los seres humanos se conviertan en sostenedores de un Orden único y habitantes de una sola Ciudad”.
En última instancia, todo aquel que se convierte en un bahá’í aporta su talento y experiencia a la comunidad bahá’í mundial, y contribuye a la gama de servicios humanitarios que la fe bahá’í ofrece al mundo. Usted está más que bienvenido a unirse a nosotros.
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