Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Todos quieren justicia social, pero Platón dijo sabiamente que «la justicia en la vida y conducta del Estado es posible sólo si primero reside en los corazones y almas de los ciudadanos».
Tenía una querida amiga llamada Reinee Pasarow que estaba realmente ávida de encontrar esa justicia en su propia vida, y en los corazones y almas de todos.
Bendito sea su corazón, Reinee falleció a principios de 2020, y no por primera vez, lo que significa que ya no puede contar la notable historia de su búsqueda de justicia aquí en este mundo. Ella y yo pasamos horas hablando sobre el tema, y ella habló de ello en reuniones bahá’ís en mi casa varias veces, así que intentaré contar su historia en su lugar.
Como una joven sensible, inteligente, pero no muy saludable físicamente, Reinee tenía todo tipo de alergias físicas, y una especialmente sobresaliente: la alergia espiritual. Ella odiaba la injusticia. Reinee, que creció en la era de los derechos civiles y la guerra de Vietnam, anhelaba encontrar la justicia en algún lugar. Soñaba con ello constantemente. Perturbada por las graves injusticias de la guerra y el racismo, anhelaba conocer a «la gente de los justos», una frase que se le ocurrió en un sueño recurrente que empezó a tener de joven y que siguió teniendo de adolescente. Noche tras noche, mientras dormía, me dijo, buscaba en sus sueños a alguna persona o grupo de personas que pudieran ser un ejemplo de justicia. Se convirtió en su más ardiente deseo interior. Sentía que la justicia debía existir en algún lugar del mundo, y se propuso como objetivo de su vida encontrarla.
Un día de 1966, cuando tenía 16 años, mientras almorzaba en casa con su madre y su padre, Reinee comió unas fresas.
Sin saberlo, era muy alérgica a ellas y rápidamente entró en un shock anafiláctico, una reacción que pronto le cerró las vías respiratorias e hizo que su presión arterial cayera precipitadamente. Cuando los paramédicos llegaron, no tenía signos vitales, pero de todas formas la llevaron rápidamente al hospital, un viaje que duró casi media hora. El médico de emergencia de turno intentó sin éxito reiniciar su corazón apagado, y luego se rindió y la declaró muerta.
Pero Reinee -quien más tarde se convirtió en la famosa protagonista de muchos estudios sobre experiencias cercanas a la muerte (ECM) e informes de los medios de comunicación- dijo que conservó totalmente su conciencia y su personalidad incluso cuando su cuerpo se apagó y murió. Recordó cada palabra que dijeron los paramédicos y los empleados y médicos del hospital, incluso los términos médicos y farmacéuticos que no podría haber conocido de otra manera. Más tarde relató con precisión cada acción que tomaron para tratar de salvarla, aunque su respiración y su corazón se habían detenido completamente y había sido declarada muerta. Después, los profesionales médicos determinaron que Reinee había expirado clínicamente durante 45 minutos, hasta que su médico de cabecera se apresuró a entrar en el hospital y la devolvió a la vida.
Cuando el cuerpo de Reinee le falló, comenzó su viaje al otro mundo.
Reinee ascendió, como ella misma lo describió, a un lugar que no tenía sitio. Como muchos otros que han tenido experiencias cercanas a la muerte también informan, ella viajó a través de un túnel de luz. Fue testigo de un repaso de toda una vida y aprendió que los honores y elogios que una vez recibió en el mundo material no significaban nada, que sólo el amor que tenía por los demás seguía siendo importante. «Escuchó al mundo cantando», como ella misma dijo, capaz en su ascenso de ver el mundo entero y sentirlo palpitar con la vida. Entonces, se dirigió a la abrumadora presencia de un ser sagrado, y sin verbalizarlo Reinee hizo la única pregunta candente de su corazón: «¿Dónde está la gente de los justos?»
Inmediatamente, vio un deslumbrante edificio en una montaña, e instantáneamente supo que contenía a las personas que había buscado. La imagen de ese edificio, dijo, se grabó en su conciencia.
Las enseñanzas bahá’ís exaltan la justicia y piden a cada ser humano la persiga ayudando a construir una sociedad global formada sobre los principios de un trato justo y equitativo para todos.
Reinee se enteró mucho tiempo más tarde, sólo después de que su experiencia cercana a la muerte la llevara a hacerse bahá’í en su adolescencia, que el edificio que vio no existía todavía cuando murió en 1966. De hecho, la sede de la Casa Universal de Justicia en el Centro Mundial Bahá’í en el Monte Carmelo de Haifa (Israel) no se construyó ni se terminó hasta 1983. Pero la primera vez que vio una foto de ese edificio de la Casa Universal de Justicia, dijo Reinee con una sensación de asombro, inmediatamente reconoció que era el que vislumbró en su experiencia cercana a la muerte, y su búsqueda del pueblo de los justos finalmente tuvo sentido.
Sabed, ciertamente, que la esencia de la justicia y su fuente están incorporadas en las ordenanzas prescritas por Aquel quien es la Manifestación de la Persona de Dios entre los hombres, si sois de aquellos que reconocen esta verdad. Él, por cierto, encarna la altísima, la infalible norma de justicia para toda la creación. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh.
Los miembros imperfectos de la sociedad, las almas débiles de la humanidad, siguen sus tendencias naturales; son cautivos de los atributos físicos; no están en contacto o a tono con los dones espirituales. El hombre tiene dos aspectos: el físico, sujeto a la naturaleza, y el misericordioso o divino, conectado con Dios. Si la disposición física o natural superara en él a la celestial o misericordiosa, sería, entonces, al más degradado de los seres animales; y si triunfase lo divino y espiritual sobre lo humano y natural, sería, verdaderamente, un ángel. Los Profetas vivieron al mundo para guiar y educar a la humanidad, para que la naturaleza animal del hombre desaparezca y se despierte la divinidad de sus poderes. El aspecto divino o naturaleza espiritual es el hálito del Espíritu Santo. El segundo nacimiento del cual habló Jesucristo se refiere a la aparición en el hombre de esa naturaleza celestial. Esto es expresado en el bautismo del Espíritu Santo, y aquel que es bautizado por el Espíritu Santo es una verdadera manifestación de la bondad divina para la humanidad. Entonces él se vuelve justo y bondadoso con toda la humanidad; no abrigará prejuicio o mala voluntad hacia nadie; no rehuirá a nación o pueblo alguno. – ‘Abdu’l-Bahá, La promulgación de la paz universal.
Reinee finalmente se ha abierto camino hacia el otro mundo, donde espero que su alma sensible haya encontrado su hogar entre los justos.
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