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¿Qué nos pasa después de morir? ¿Sabías que aproximadamente cien mil personas al mes buscan en Google la respuesta a esa pregunta?
Obviamente, la muerte es para todos un gran misterio y muchas personas están en busca de una respuesta. Pero adivina qué … ¡Google no lo sabe! Toda aquella información objetiva y datos almacenados en la Web no pueden responder a aquel misterio humano básico.
En serio: ni Google, ni Siri, ni Alexa, ni Databot tienen idea de cómo abordar ese enigma fundamental. Después de todo, ¿cómo puede alguien realmente responder preguntas sobre la vida después de la muerte? Ninguna persona viva tiene ningún conocimiento de primera mano, a menos que crea los relatos notablemente similares de aquellos que han tenido experiencias cercanas a la muerte. Las únicas personas que realmente tienen la respuesta no lo dicen.
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Además, no ayuda que no nos guste mucho hablar sobre eso. En las culturas occidentales, la muerte no forma parte de los temas populares de conversación. En lugar de confrontar nuestra mortalidad, tendemos a etiquetar esa conversación como morbosa o desagradable. Como resultado, tratamos de evitarla, junto con la muerte misma, durante el mayor tiempo posible.
A menudo vemos la muerte como un fracaso de la medicina, en lugar de una etapa natural, esperada e inevitable de la vida humana. Queremos que el milagro de la medicina moderna nos permita «esquivar la bala», al menos por un poco más de tiempo. Esta visión médica de la muerte con frecuencia ocasiona que las personas mueran en instituciones, aisladas de sus seres queridos y lejos de las comodidades de un entorno familiar. Según una investigación realizada en la Universidad de Stanford, por ejemplo, el 60% de los estadounidenses mueren en hospitales de cuidados intensivos, el 20% en hogares de ancianos y solo el 20% en el hogar.
En realidad, la gran cantidad de búsquedas en Google sobre el tema muestra algo importante, especialmente debido a que la mayoría de las personas prefieren no pensar mucho al respecto, al menos hasta que la muerte se vuelva urgente o inminente.
Entonces, la pregunta: si no lo pensamos, ¿cómo podemos tratar de entender la muerte o prepararnos para ella? ¿Cómo puedes prepararte para algo en lo que no quieres pensar y realmente no comprendes incluso cuando sí lo haces? Si nadie quiere hablar de la muerte, que, después de todo, representa el único suceso ineludible de toda la vida humana, ¿cómo podemos enfrentarla?
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Tarde o temprano, todos enfrentamos la cruda realidad de que vamos a morir. Nuestra muerte inevitable, ya sea anticipada, accidental, cómoda o dolorosa, será el final de la vida tal como la conocemos.
Solo la religión puede prepararnos para lo que podemos esperar después de morir. No nos dice exactamente cómo será al otro lado del umbral, pero todas las grandes religiones del mundo nos dicen que existe un umbral, y que cruzarlo nos llevará a otro lado de la vida: que nuestras almas son inmortales y que continuará existiendo después de la desaparición física de nuestros cuerpos. La Fe Bahá’í promete que el alma es inmortal y que la muerte no es algo de que temer. En su libro Contestación a unas preguntas Abdu’l-Bahá escribió: «Por ello, juzgar que después de la muerte del cuerpo el espíritu perece, es como imaginar que el pájaro cautivo en una jaula tenga que perecer porque la jaula se rompa, aunque el pájaro nada tenga que temer con ello. Nuestro cuerpo es como la jaula, y el espíritu es como el pájaro. Vemos que sin la jaula, el pájaro vuela en el mundo del sueño; por tanto, si la jaula se destruye, el pájaro permanecerá y subsistirá; su sensibilidad se hará aún más intensa, su percepción será mayor y su felicidad aumentará.»
Cuando ocurre la muerte, las enseñanzas bahá’ís nos aseguran que el cuerpo regresa al mundo del polvo, pero nuestras almas permanecen inmortales y continuamos progresando. En La Sabiduría de Abdu’l-Bahá, Abdu’l-Bahá escribió: «El espíritu es inmutable, indestructible. El progreso y el desarrollo del alma, la alegría y el pesar del alma, son independientes del cuerpo físico.»
La muerte, entonces, no es más que una ilusión. Compárenlo, metafóricamente, con el agua hirviendo o con la evaporación: el agua se convierte en vapor y parece desaparecer en el aire; sin embargo, el agua todavía existe como vapor. Que no podamos verlo, que haya cambiado de forma, no significa que haya muerto o se haya ido para siempre al olvido. Como escribió Abdu’l-Bahá en La Promulgación de la Paz Universal: «Por su ignorancia, el hombre teme a la muerte; pero la muerte de la cual se evade es imaginaria y absolutamente irreal; es sólo imaginación humana.»
Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe Bahá’í, escribió: «el alma después de su separación del cuerpo, continuará progresando hasta que alcance la presencia de Dios.»
Este mensaje espiritual puede brindar mucha seguridad e inspiración. No solo no hay que temer a la muerte, las enseñanzas bahá’ís nos dicen que, en verdad, es algo por lo cual debemos prepararnos y esperar su llegada. Bahá’u’llah escribió:
«¡Oh hijo del hombre! Tú eres Mi Dominio y Mi Dominio no perece, ¿por qué temes perecer? Tú eres Mi Luz y Mi Luz no se extinguirá jamás, ¿por qué temes la extinción? Tú eres mi gloria y mi gloria no se disipa, tú eres mi manto y mi manto no se gastará nunca. Manténte entonces firme en tu amor hacia mí para que me encuentres en el reino de gloria.»
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