Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Actualmente, cada vez más personas reconocen que somos seres espirituales, que solo podremos alcanzar la verdadera felicidad si aprendemos a vivir la vida interior. ¿Cómo logramos eso? ¿Qué tipo de conocimiento necesito poseer?
En las enseñanzas bahá’ís, Abdu’l-Bahá, el hijo de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í escribió:
El conocimiento es de dos clases. El primero es el conocimiento formal, y el segundo es el conocimiento real; es decir, respectivamente, el conocimiento derivado de la percepción y el conocimiento intuitivo.
El conocimiento de las cosas que los hombres universalmente poseen se adquiere mediante un acto de la imaginación o percepción. En otras palabras, la imagen o concepto de un objeto se forma bien a través del poder de la mente, o bien a través de la observación del objeto, cuya forma se reproduce en el espejo del corazón…
Pero la segunda clase de conocimiento -el conocimiento real o intuitivo-, es semejante al conocimiento y conciencia que el hombre guarda de sí mismo. – Abdu’l-Bahá, Contestación a unas preguntas.
Esto nos dice que podemos adquirir conocimiento a través de la intuición y la conciencia de uno mismo. Este tipo de conocimiento se encuentra dentro de nosotros, y su realidad solo puede ser reconocida observándonos interiormente. Al adquirir este tipo de conocimiento – la realidad de nosotros mismos – aprendemos a vivir bien como un ser espiritual, de la misma forma como el conocimiento material puede ayudarnos a vivir bien con nuestro cuerpo físico. ¿Qué debemos observar interiormente para obtener este tipo de conocimiento ya dentro de nosotros? Abdu’l-Bahá escribió:
Por ejemplo, la mente y el espíritu del hombre perciben todas las sensaciones físicas y son conscientes de la condición y estado de los miembros y demás partes de su cuerpo. Asimismo, son conscientes de su poder, sentimientos y condición espiritual. Así es el conocimiento real que tiene y percibe el hombre, pues el espíritu envuelve al cuerpo y es conocedor de sus sensaciones y poderes. Este conocimiento no es el resultado de esfuerzo o estudio. Es algo que existe, un don absoluto. – Abdu’l-Bahá, Contestación a unas preguntas.
Esto nos dice que nuestra mente y nuestra alma tienen el poder de ser conscientes de nuestros estados y condiciones interiores. Por lo tanto, podemos preguntarnos a nosotros mismos:
- ¿Soy consciente de la condición de las partes y miembros de mi cuerpo, y de mis sensaciones físicas que están interconectadas con mis emociones?
- ¿Soy consciente de lo que hay en mi mente, y puedo responder con acciones que estén interconectadas con los sentimientos de mi corazón?
- ¿Soy consciente de las emociones en mi mente y los sentimientos en mi corazón que son los indicadores de la condición y la fuerza de mis poderes y «posesiones» espirituales?
- ¿Cuál es la conexión entre mi cuerpo y mis emociones – entre mis emociones, mi corazón y mi mente? ¿Podría prestar más atención a la interacción entre ellos?
Conocimiento Existencial
Como fue explicado por Abdu’l-Bahá, este tipo de conocimiento existencial se encuentra dentro de nosotros. Podemos darnos cuenta al observar nuestra condición interna y la inteconexión entre nuestro cuerpo, mente y espíritu. Dios otorga el poder de los sentidos, así como de comprensión dentro de nuestras almas para que podamos reconocer lo que existe dentro de nosotros. Este autoconocimiento no es el resultado de esfuerzo y adquisición, sino a través de la autoconciencia.
Esta conciencia es una habilidad de observación fundamental que debemos ejercer en nuestra vida espiritual, que es nuestra vida interior. Abdu’l-Bahá explicó en Contestación a unas preguntas que “el espíritu del hombre posee dos aspectos: uno divino y otro satánico. Es decir, es capaz tanto de la mayor imperfección. Si adquiere virtudes, alcanza a ser el más noble de los seres existentes; y si adquiere vicios, se convierte en la existencia más degradada”.
El conocimiento de nuestro ser interior es conocimiento existencial, que es el conocimiento de nuestra realidad espiritual. La condición de nuestro ser interior está conectada con las decisiones que tomemos y con los poderes espirituales decidamos usar, ya sean los poderes divinos o los del mal. También se relaciona con las virtudes que desarrollemos, o la falta de estas. Si podemos darnos cuenta de que lo que se encuentra en nuestra mente es resultado del tipo de poder que ejerzamos, y qué virtudes desarrollemos, entonces podríamos aprender a ser los maestros de nuestra mente y ser más hábiles al usar el poder espiritual que poseemos para el mejoramiento del mundo. Este es un despertar, a través de la conciencia y el reconocimiento de nuestra condición interior.
La vida espiritual no es necesariamente mística. Dos corazones pueden compartir la experiencia de lo que observan dentro de sí mismos – tanto la condición física como la espiritual. Compartimos el conocimiento científico de lo que observamos en el mundo físico. De la misma manera, compartimos el conocimiento existencial a través de lo que observamos (reconocemos) aprendiendo sobre nuestro interior.
Conocimiento Divino
Hasta este punto, el conocimiento, ya sea existencial o formal, está englobado dentro de nosotros. Con nuestra facultad de razonamiento, observamos y descubrimos tanto el conocimiento existencial (interior) como el formal (exterior). Hay otro tipo de conocimiento, el conocimiento divino, que el maestro divino, Bahá’u’lláh, nos trajo. El reconocimiento del conocimiento divino con el intelecto divino está más allá del poder del espíritu humano. Es otorgado por Dios.
Con la porción del intelecto divino, el hombre puede descubrir el misterio del Reino y llevar su vida interior a un reino espiritual diferente. En esta dispensación, Dios nos guía verdaderamente a un reino espiritual más elevado y su gracia puede ayudarnos:
…la mente universal divina es la munificencia del Poder Preexistente. Esta mente universal es divina, trasciende la naturaleza, abarca las realidades existentes y recibe la luz de los misterios de Dios. Es un poder consciente, no un poder de investigación e indagación. El poder intelectual del mundo de la naturaleza es un poder de investigación mediante cuyas pesquisas llegan a ser descubiertas las realidades y propiedades de los seres. En contraste, el poder celestial e intelectual, al trascender la naturaleza, abarca las cosas, se informa acerca de ellas, las conoce, las entiende, se entera de sus secretos y de las verdades ocultas del Reino. Este poder intelectual y divino es el atributo singular de las Santas Manifestaciones y los Lugares de Amanecer de la estación profética; un rayo de su luz cae sobre los espejos de los corazones de los justos, y una porción y una parte de este poder llega a ellos a través de las Santas Manifestaciones. – Abdu’l-Bahá, Contestación a unas preguntas.
La diferencia entre el poder divino y el humano
Cuando la luz de lo divino ilumina el corazón de un hombre, y su alma recibe el poder divino, él puede sentir con sus percepciones espirituales, su corazón puede sentirlo, y su cuerpo tiene sensaciones físicas de ello.
Esta experiencia del poder divino es diferente del poder humano. Esto trae la mayor alegría a un hombre, algo que nunca podría experimentar con su propio poder. Y ese es el lugar donde puede entender el significado más profundo de las Sagradas Escrituras y descubrir el misterio del Reino a través del conocimiento celestial. Siente que la Palabra de Dios es como agua viva. Prueba la dulzura y se embriaga con el vino del conocimiento celestial. Siente el calor del fuego ardiente del amor. Reconoce que el árbol del conocimiento da sus frutos en el dominio del corazón.
La vida espiritual tiene muchos niveles, y el progreso del alma humana es interminable. En esta Revelación, a través de Bahá’u’lláh, Dios ha abierto la puerta del cielo para que el hombre descubra el Misterio Antiguo. Su generosidad y gracia son infinitas.
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