Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Puede sonar raro escuchar que un inmigrante iraní esté muy involucrado en una escuela secundaria para jóvenes en riesgo en Harlem, pero mí me encantaba.
Llevé a Harlem Prep los frutos de la excelente educación que había recibido en Irán, que había sido tradicional y exigente, junto con la apertura al espíritu de aquel tiempo con sus ideas y enfoques innovadores. Cuando se trataba de educación, era un pragmático, dispuesto a apoyar de todo corazón la filosofía de la Prep si esto ayudaba a mejorar la vida de los jóvenes.
Mis puntos de vista eran fuertemente influenciados por las enseñanzas bahá’ís, que dan gran énfasis a la bondad innata en todos los seres humanos y su potencial, los cuales pueden ser desarrollados de mejor manera a través de la educación:
El hombre es el Talismán supremo. Sin embargo, la falta de educación adecuada le ha privado de aquello que posee intrínsecamente. Por una sola palabra procedente de la boca de Dios fue llamado a la existencia; por una palabra más se le guio a reconocer la Fuente de su educación; aun por otra palabra fueron salvaguardados su posición y su destino. El Gran Ser dice: Considerad al hombre como una mina rica en gemas de inestimable valor La educación puede, ella sola, hacer que revele sus tesoros y permitir que la humanidad se beneficie de ellos. – Bahá’u’lláh, Las Tablas de Bahá’u’lláh, pág. 107.
Distinguidos educadores bahá’ís fueron fuente de inspiración para mí. El Dr. Stanwood Cobb había fundado la Chevy Chase Country Day School en 1919 y se desempeñó como presidente de la Asociación de Educación Progresiva, que enfatizó el aprendizaje experimental, el pensamiento crítico, la colaboración, la responsabilidad social y una forma de educación más personalizada. El Dr. Daniel Jordan desarrolló un modelo educativo completamente nuevo, ANISA, en las décadas de 1960 y 1970, que adoptó un enfoque holístico de la educación que buscaba transmitir el conocimiento en un marco coherente y prospectivo, basado en la realidad y la experiencia.
Comencé en la Prep como un profesor de matemáticas de 25 años, pero pronto fui nombrado director asistente con la responsabilidad de contratar profesores, entre otros. Mi trabajo en Prep era mantener el lugar funcionando solicitando fondos, administrando las instalaciones, organizando las visitas de los invitados que deseaban ver esta escuela experimental de primera mano y apagando los muchos incendios que surgían durante un día normal de una nueva escuela en un área difícil. Una vez, un joven con una pistola entró en la escuela, enojado con un estudiante que le debía $ 20. Me acerqué a él de manera amigable, y él respondió: «¡Tú no eres director!». Le di los $20 y se fue. Más adelante, este regresó a la escuela, ¡pero como estudiante!
Trabajaba bien con los Carpenters, la familia bahá’í que administraba la escuela, pero preferí quedarme en segundo plano, especialmente dada la sensibilidad racial de aquellos tiempos. La escuela fue bendecida con muchas personas talentosas que se dedicaron a su misión y se sacrificaron enormemente para garantizar el éxito de los estudiantes.
Entre mis maravillosas colegas afroamericanas bahá’ís estaba Viola Wood, la hija de una pareja bahá’í de Milwaukee. Su padre había sido un dentista exitoso, lo que no era poca cosa para un hombre negro en una sociedad dominada por blancos. Él continuó sirviendo a una población desatendida a través de su profesión. Pensamos en Viola como nuestro ángel debido a su servicio desinteresado.
Al Burley había crecido en Harlem para ser un boxeador aficionado y era amigo de Malcolm X. En las calles de su vecindario en Harlem, anteriormente había sido conocido como ’Stick-Up Burley’, pero su vida se transformó al convertirse en Bahá’í. Desarrolló una exitosa carrera como fotógrafo y capturó los retratos de muchas de las élites de Harlem.
Artis Williams creció en la opresiva atmósfera racial del estado de arcilla roja en Georgia. Ella emigró al norte a la ciudad de Nueva York, donde se convirtió en bahá’í después de experimentar un compañerismo interracial en el hogar de un bahá’í de origen judío.
Wilma Ellis era de una familia de distinguidos bahá’ís estadounidenses que hicieron importantes contribuciones a las comunidades locales y nacionales. Luego, ella encabezaría las oficinas de la Comunidad Internacional Bahá’í en las Naciones Unidas.
Frances Merle Des Isles creció en la Argelia francesa, hijo de un alto funcionario. Un hombre profundamente místico, había pasado algunos de sus primeros años viviendo como ermitaño. En su mezquita, su maestro le había dicho que había llegado el día del cumplimiento del islam, que Frances debía ir a buscarlo y que, si encontraba al Prometido de todas las edades, debía escribirle. Cuando Frances escuchó por primera vez acerca de la Fe Bahá’í, posiblemente en Europa, pensó que era su deber matar a los bahá’ís debido a que veía sus enseñanzas como heréticas, pero después de una poderosa experiencia de conversión, se convirtió en un bahá’í devoto.
Aprendí de primera mano, como resultado de estas notables colaboraciones y las profundas amistades de por vida que resultaron de esta experiencia, sobre el poder de las enseñanzas bahá’ís para unir a la humanidad a través de las divisiones raciales:
Desechando una vez por todas la doctrina falaz de la superioridad racial, con todos los males, confusión y miserias que la acompañan y dándole la bienvenida y alentando la mezcla de las razas, y derribando las barreras que ahora las dividen, cada una de ellas debe esforzase, día y noche, por cumplir con sus responsabilidades particulares en la tarea común que con tanta urgencia se les enfrenta. – Shoghi Effendi, El advenimiento a la justicia divina, pág. 39.
Esta serie de ensayos está adaptada de Foreigner , el nuevo libro de Hussein Ahdieh y Hillary Chapman sobre la vida de Ahdieh como inmigrante bahá’í desde Irán a América. El libro está disponible aquí.
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