Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Un alma curiosa quería saber, entre otras cosas, qué hace que la Fe bahá’í sea diferente –y similar– a otras religiones. Mi Asamblea Espiritual Local bahá’í me pidió que le respondiera.
Los bahá’ís creen que el espíritu y la fuente de la revelación de Bahá’u’lláh son los mismos que los de las demás religiones históricas reveladas; sólo el maestro y algunas de sus enseñanzas son nuevos.
La Fe bahá’í comparte los mismos principios eternos y esenciales que yacen en el corazón de toda religión revelada, siendo las dos enseñanzas principales amar a Dios y amar a nuestros semejantes.
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Bahá’u’lláh declaró explícitamente que la mejor manera de mostrar amor a Dios es mostrar amor a los demás. Así que, al igual que todos los maestros espirituales que vinieron antes, Bahá’u’lláh reafirmó y amplió ese principio sagrado. Tomemos como ejemplo la Regla de Oro, que aparece de alguna forma en todas las religiones reveladas y en muchas de sus ramificaciones. Bahá’u’lláh lo enunció así:
¡Oh, hijo del hombre! Si tus ojos están vueltos hacia la misericordia, deja las cosas que te benefician y aférrate a lo que beneficiará a la humanidad. Y si tus ojos están vueltos hacia la justicia, escoge para tu prójimo aquello que escogerías para ti mismo.
Lo que es diferente, además del nombre del maestro o portavoz, es que las enseñanzas de la Fe responden a la época en que surgió. Vivimos en un mundo muy distinto incluso de aquel al que llegó Muhammad. Tenemos comunicación mundial instantánea, una explosión de tecnologías que hacen mucho más fácil hacer un gran daño o un gran bien a grandes grupos de personas. En esta época, como en ninguna otra, tenemos la capacidad de destruir nuestro mundo o de unirlo.
Las enseñanzas de la Fe bahá’í, por lo tanto, son dadas por el Creador para este momento de la evolución de nuestra especie, que según las escrituras bahá’ís, marca la «mayoría de edad» de la humanidad a medida que crecemos de la adolescencia a la edad adulta. De ahí que las enseñanzas bahá’ís sobre la investigación independiente de la verdad y la educación universal vayan de la mano con la abolición del clero por Bahá’u’lláh. Nos dice que ahora debemos responsabilizarnos de nuestro propio crecimiento y bienestar espiritual, y que ya no podemos ponerlo en manos de un sacerdocio.
En su lugar, Bahá’u’lláh diseñó un orden administrativo elegido democráticamente, cuya guía es impartida por órganos elegidos a nivel local, nacional y mundial. En cada localidad bahá’í en la que hay nueve o más creyentes, elegimos cada año una Asamblea Espiritual Local de entre todos los creyentes adultos de la localidad. No son clérigos ni eclesiásticos. Sólo son bahá’ís que sus compañeros consideran que combinan un espíritu de devoción con mentes bien formadas y experiencia madura. Los bahá’ís de todo el mundo eligen sus Asambleas Espirituales Locales el 21 de abril, fecha que marca el aniversario del día en que Bahá’u’lláh declaró abiertamente su revelación en Bagdad en 1863.
Los bahá’ís de cada país también eligen anualmente una Asamblea Espiritual Nacional entre todos los bahá’ís de esa nación. En Estados Unidos, esto se hace a través de un sistema de delegados elegidos localmente que viajan a Wilmette, Illinois, para votar a los nueve miembros del órgano nacional y consultar sobre cuestiones a las que se enfrentan las comunidades nacional y mundial.
Cada cinco años, la comunidad bahá’í mundial elige a la Casa Universal de Justicia, cuyos miembros residen en Haifa (Israel) y viven y se reúnen en el Centro Mundial Bahá’í del Monte Carmelo. En este caso, los electores son los miembros de las Asambleas Espirituales Nacionales del mundo, que viajan a Haifa para las elecciones.
El principal cometido de estos órganos electos es enseñar la Fe y protegerla, así como salvaguardar las comunidades en las que existen.
He aquí algunas cosas que, mientras investigaba la Fe bahá’í como adolescente, me parecieron únicas y revolucionarias:
- No hay ningún aspecto político en las elecciones bahá’ís: ni candidaturas, ni campaña electoral, ni grupos electorales por los que competir. Alguien que hiciera campaña para formar parte de una Asamblea Local se descalificaría a sí mismo simplemente mostrando un comportamiento que demostrara su falta de comprensión del papel espiritual de la Asamblea y de las cualificaciones ideales de sus miembros.
- Cada órgano administrativo bahá’í tiene autoridad otorgada por el propio Bahá’u’lláh en su palabra escrita. No fueron una ocurrencia tardía creada por los bahá’ís con el propósito de organizar sus comunidades.
- Bahá’u’lláh concedió a estos organismos autoridad sólo como instituciones. Los miembros individuales no tienen ninguna autoridad, ni títulos honoríficos, ni privilegios más allá o por encima de los de cualquier otro bahá’í. Así pues, aunque soy un oficial de la Asamblea Espiritual de los bahá’ís de mi ciudad, mi opinión es sólo mi opinión. No tengo ninguna autoridad individual.
Los «líderes» de la comunidad bahá’í deben considerarse a sí mismos como los siervos de los siervos de Dios. En otras palabras, para los bahá’ís el concepto generalmente aceptado de liderazgo se invierte.
El orden administrativo bahá’í se basa en otra faceta única de la Fe. Mientras que los profetas y maestros anteriores indicaban verbal o implícitamente cuál de sus seguidores debía dirigir la comunidad de creyentes a su fallecimiento, Bahá’u’lláh estableció un pacto escrito con sus seguidores. En ella se estipulaba claramente que su hijo Abdu’l-Bahá –el intérprete autorizado de las enseñanzas de Bahá’u’lláh y el ejemplo de lo que significa ser bahá’í– era el centro de su Alianza y la única persona a la que todos los bahá’ís debían acudir en busca de guía.
Abdu’l-Bahá, a su vez, nombró a su nieto Shoghi Effendi Guardián de la Fe y le encomendó la tarea de preparar a los bahá’ís para la elección de la primera Casa Universal de Justicia. Ésta tuvo lugar por primera vez en 1963. Bahá’u’lláh escribió en su Libro Más Sagrado acerca de estas instituciones espirituales:
En cada ciudad se establezca una Casa de Justicia donde se reúnan consejeros… Les incumbe ser los fiduciarios del Misericordioso entre los hombres y considerarse los custodios designados por Dios para cuantos habitan en la tierra. Les compete consultar juntos y prestar atención a los intereses de los siervos de Dios, por amor a Él, del mismo modo que atienden a sus propios intereses, y escoger lo que es conveniente y decoroso
El orden administrativo bahá’í es, pues, la expresión actual de la Alianza de Bahá’u’lláh. Durante los últimos 180 años ha protegido con éxito a la Fe bahá’í del cisma. No existen denominaciones bahá’ís ni sectas rivales. Esto no significa que la gente no haya intentado dividir la Fe, pero han fracasado por la misma razón por la que fracasarían las campañas o los grupos de presión para conseguir un puesto en una institución bahá’í electa. La expresión de ego necesaria para tal esfuerzo es contradictoria con el espíritu de la Fe.
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