Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Propaganda, falsificaciones profundas, desinformación – vivimos en una época en la que decidir de qué fuentes informarnos puede ser un desafío. Pero además de asegurarnos de no caer en la deshonestidad común, también tenemos que considerar si los libros, revistas, periódicos, sitios web y espectáculos que estamos consumiendo están contaminados por otra forma de desinformación: el racismo.
¿Los negros que protestan pacíficamente contra la injusticia racial son una turba peligrosa, o están defendiendo los derechos humanos? Por lo general depende del punto de vista de un periodista o un medio de comunicación. Por ejemplo, solo a partir del 2019 el Associated Press Stylebook dijo que era aceptable que los periodistas describieran las acciones racistas como racistas. Antes de eso, se instruyó a los reporteros solo para usar eufemismos como «teñido de racismo» o «cargado de racismo».
Podemos tratar de utilizar la ciencia para comprender sistemáticamente el mundo que nos rodea y sacar conclusiones basadas en un conjunto de observaciones, al margen de las creencias o anécdotas que tengamos como cultura. Pero incluso mientras la ciencia intenta de librarse de los prejuicios, batallamos por averiguar en qué ciencia podemos confiar.
Las enseñanzas bahá’ís nos animan a pensar por nosotros mismos y ver el mundo con nuestros propios ojos, y no con los de los demás. Abdu’l-Bahá, hijo de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, explicó que las enseñanzas bahá’ís enfatizan la importancia de investigar la verdad “…a fin de que el mundo de la humanidad se salve de la oscuridad de la imitación y alcance la verdad; que desgarre y deseche esta raída indumentaria de hace un millar de años que se le ha quedado pequeña y se coloque el manto tejido con la mayor pureza y santidad en el telar de la realidad.”
La idea de que todos deberíamos formar nuestra propia visión del mundo, sin que nos afecten los prejuicios de los demás, puede sonar ideal: ¿pero cómo lo hacemos? ¿No creo en la gravedad solo por el hecho que no la descubrí personalmente? ¿No creo en la utilidad de un procedimiento médico solo por el hecho que no puedo entender los matices del procedimiento? Si creyéramos que únicamente podemos aprender a través de la experiencia de primera mano, nuestra comprensión del mundo sería mínima.
Algunas personas de color no confían en que los medios de comunicación nos informen con precisión. No es de extrañar que en el siglo XIX, Bahá’u’lláh hablara de la importancia de que existan medios de comunicación fiables basados en un compromiso con la unidad de la humanidad. Él dijo, “Toca a los escritores y editores, por lo tanto, estar libres de los prejuicios del egoísmo y la ambición, y estar adornados con la vestimenta de la equidad y la justicia”.
Sin embargo, los periodistas seguramente batallan con esto, dado que nuestra época actual está llena de engaños, deshonestidad y explotación de la gente negra y morena. Existen innumerables casos espeluznantes y dolorosos: Las células de Henrietta Lacks fueron robadas y su sufrimiento fue aprovechado para promover la «investigación médica» sin su consentimiento o compensación para su familia; el Estudio Tuskegee, de 40 años de duración, explotó a 600 hombres negros que vivían en pobreza, diciéndoles que estaban recibiendo tratamiento para la sífilis cuando en realidad se les utilizaba para ver cómo se desarrollaba la enfermedad sin tratamiento; el fundador de la ginecología moderna, J. Marion Sims, realizó innumerables experimentos quirúrgicos tortuosos sin anestesia en mujeres negras esclavizadas como Lucy, Anarcha, Betsey y muchas otras cuyos nombres se han olvidado. ¿Y quién puede olvidar a los residentes negros de Nueva Orleans, que luchan por sobrevivir tras el huracán Katrina, siendo etiquetados como «saqueadores» por los periodistas?
¿Cómo podemos confiar en aquellos que tienen un historial tan descarado de explotarnos y deshumanizarnos?
Se puede encontrar una solución en nuestros sistemas educativos. Ellos necesitan ser reforzados y enfocados para asegurar que las personas negras y morenas de diversas clases, creencias, culturas e ideologías puedan contribuir en todos los campos. Necesitamos más diversidad en los medios de comunicación, el gobierno y los organismos de salud pública. Cuanto más personas negras y morenas de todas las clases sociales reciban más poder y espacio para crecer en estas industrias, más fácil será investigar la verdad de manera independiente y al mismo tiempo confiar en los frutos de los métodos científicos. Pero la verdad sobre la unidad de la humanidad no se refleja solo en la proximidad en el lugar de trabajo. Esta debe ser enseñada explícitamente.
Los escritos bahá’ís dicen que a través de la educación, todos podemos aumentar nuestra comprensión del mundo que nos rodea “Un niño no puede captar las leyes que gobiernan la naturaleza; pero ello es consecuencia de la inmadurez del intelecto de ese niño; cuando haya crecido y haya sido educado, él también comprenderá las verdades eternas. Un niño no alcanza a entender el hecho de que la Tierra gira alrededor del Sol, pero cuando su inteligencia despierte, este hecho le resultará claro y sencillo”.
La ampliación de la educación – y asegurarse de que incluye a todos – permite la participación en la generación, aplicación y difusión del conocimiento. Y la educación espiritual nos permite ser más compasivos, justos y veraces en nuestras carreras. Con esas dos cosas, la gente podrá eventualmente confiar plenamente en lo que leemos, vemos y escuchamos en el mundo – y por lo tanto investigar la verdad con mayor precisión.
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