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Relaciones espirituales: creando conexiones que van más allá de la distancia

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Bienvenidos a una serie de tres partes sobre parejas que encontraron el amor mientras brindaban servicio a su comunidad. Asegúrense de leer la segunda y tercera parte.

Todos queremos una relación saludable – y cuando se quiere establecer una relación espiritual, una que se centre en hacer oraciones juntos, tener conversaciones profundas, y conocer el verdadero carácter de la otra persona, terminamos conociendo al otro en un nivel mucho más íntimo. Es suficientemente desafiante analizar cómo alguien reacciona ante lo bueno – como cuando está haciendo un servicio a la comunidad contigo – y ante lo malo – como cuando está pasando por un momento difícil. ¿Pero cómo haces para investigar el carácter de alguien cuando no viven en la misma ciudad?

Mis dos amigos bahá’ís Zia, que originalmente vivía en Tennessee, y Wilfred, que vivía en el área de Washington, D.C., nos compartieron cómo hicieron para conocerse a larga distancia. Como bahá’ís, Zia y Wilfred creen que lo más importante es conocer el lado espiritual de un potencial compañero. Antes de casarse, pasaron un año y medio dando prioridad a conocer el carácter uno del otro.

Zia y Wilfred crearon el hábito diario de escuchar atentamente los pensamientos y sentimientos del otro – apreciaban cada llamada telefónica y los fugaces momentos que tenían para verse en persona. Cuando llegó el momento de casarse y vivir juntos, ya habían establecido una conexión espiritual, que es lo que los bahá’ís creen que hará que su unión dure toda la eternidad.

Los bahá’ís creen en conocer a fondo el carácter de la otra persona. Los escritos bahá’ís dicen lo siguiente sobre el matrimonio:

El matrimonio bahá’í es el compromiso de ambas partes, de una con la otra, y el apego mutuo de mente y corazón. Sin embargo, cada uno de ellos debe poner el máximo cuidado en informarse cabalmente sobre al carácter del otro, para que la alianza obligatoria establecida entre ellos sea un lazo que perdure para siempre. El propósito debe ser éste: convertirse en amorosos compañeros y camaradas, y estar unidos uno con el otro, por el tiempo y la eternidad… – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 162.

Zia and Alfred on their wedding day.
Zia y Wilfred el día de su boda.

Zia y Wilfred se conocieron en Virginia. Los bahá’ís y sus amigos en todo el mundo a menudo amplían su capacidad de servir a sus comunidades participando en «círculos de estudio», donde grupos de amigos estudian juntos libros de inspiración bahá’í. Estos libros aplican las enseñanzas bahá’ís a la transformación de la sociedad a nivel individual y comunitario. Ellos se conocieron en un seminario dedicado al estudio de varios de estos libros.

«El material se hace bastante denso. [Un libro] habla sobre [el] concepto bastante importante y universal [de] la vida y la muerte», dice Wilfred. Él me dijo que «ser capaz de oír el punto de vista [de Zia] y ver cómo le brillaban los ojos», hizo que se interesara en ella.

Inicialmente, dice Wilfred, trató de no prestar atención a cómo se sentía. «No había ido a buscar novia ni nada de eso», dice. «A partir de ahí fue una batalla cuesta arriba para mí, para no seguir idealizando todo lo que ella hacía. Había algo en su voz y en sus gestos y en sus ojos».

Resulta que el sentimiento era mutuo. Un mes después de conocerse, decidieron empezar a esforzarse por conocerse mejor.

Centrándose en el servicio

«A la sociedad en general le gusta decir que es necesario conocer cada situación difícil por la que tú y tu pareja podrían pasar, para saber si realmente pueden lograrlo», dice Zia. «Lo interesante del servicio es que realmente llegas a conocer a alguien a un nivel mucho más profundo». Eso es porque al servir junto a alguien, aprendes qué asuntos le apasionan resolver en la sociedad y llegas a ver qué actos de servicio realmente le traen alegría. Como no vivían en el mismo lugar, Zia y Wilfred hablaban regularmente por teléfono sobre su servicio. Esto no significa que no hablaran también de cosas de las que se habla con cualquier amigo. Dicen que hablaban durante horas sobre «todo y cualquier cosa», incluyendo su día y sobre ellos mismos. A veces, también planificaban comidas para cocinar juntos, para poder tener cenas virtuales. Pero sabían que lo más importante era aprender y compartir el profundo compromiso de cada uno con el servicio.

Construyendo la unidad familiar

Zia and Alfred with their parents.
Zia y Wilfred con sus padres.

A Zia y Wilfred les importaba mucho mantener la unidad familiar, así que se aseguraron de obtener el consejo de sus padres sobre si una relación a distancia era una buena idea o no.

«Era muy importante para nosotros asegurarnos de que nuestros padres estuvieran de acuerdo. Queríamos asegurarnos de que nadie pensara que esto iba a ser una mala idea», dice Zia.

Wilfred fue a visitar y conoció a toda la familia de Zia. «Ese invierno siguiente, yo fui y conocí a toda su familia», dice Zia, lo que le ayudó a aprender sobre su dinámica familiar. «Sus dos padres tienen su propia forma de ser y Wilfried es en gran medida su propia persona. Actuaba de acuerdo con lo que esperaban sus padres, con respeto».

Aprendiendo a consultar

Los escritos bahá’ís destacan la importancia de la comunicación abierta en la construcción de una mayor sabiduría y comprensión, un proceso que los bahá’ís llaman «la consulta»:

 Consultad juntos en todos los asuntos, por cuanto la consulta es la lámpara de guía que abre camino y es lo que confiere entendimiento. – Bahá’u’lláh, Tablas de Bahá’u’lláh, pág. 200.

Zia y Wilfred relataron que a menudo tomaban consejo el uno del otro durante sus llamadas telefónicas diarias.

 «A través del servicio, aprendimos sobre la consulta y por eso fuimos capaces de aplicarla a nuestras conversaciones e interacciones diarias para ser más conscientes y estar atentos el uno del otro», dice Zia. «Como el propio servicio implica, nos servimos uno al otro al hacernos mutuamente responsables».

Centrándose en la oración

Wilfred se centró en «construir una rutina muy espiritual y firme de estudios, servicio, oración con los bahá’ís con los que me estaba quedando en ese momento – yo lo llamo tiempo en familia – y asegurarme de que Zia y yo tuviéramos nuestra conversación nocturna por teléfono».

«Oramos mucho», comenta él de esas conversaciones.

Los bahá’ís creen que el estado más dulce es el de la oración. Los escritos bahá’ís dicen:

No hay nada más dulce en el mundo de la existencia que la oración. Él hombre debe vivir en un estado de oración. La condición más bendita es la condición de oración y súplica. La oración es conversación con Dios. El logro más elevado y la condición más dulce no es sino la conversación con Dios. Genera espiritualidad, crea estado de atención y sentimientos celestiales, da nacimiento a nuevas atracciones del Reino y engendra las susceptibilidades de una inteligencia más elevada. – Abdu’l-Bahá, Star of the West, pág. 41.

Wilfred puede atestiguar la «atención y sentimientos celestiales» que le dio el hábito de la oración.  Los escritos bahá’ís nos piden «que desarrollemos el hábito diario de leer los escritos y recitar oraciones. Para mí, [los escritos] son palabras profundas, absolutas, edificantes y que hacen inflamar hasta los huesos», dice.

Ahora que Zia y Wilfred están casados, este hábito se ha convertido en la base de su relación.

Oran juntos diariamente por las mañanas, antes de que Zia se vaya a la universidad. «Cada vez que ella regresa, justo antes de que empecemos a planificar [nuestros proyectos de servicio], después de que terminemos de planificar, antes de que reflexionemos, después de reflexionar y por la noche», dice Wilfred. También oramos por cosas cotidianas como nuestras finanzas. «Nos sentamos y relajamos nuestras mentes y ponemos nuestras mentes en el lugar correcto en una actitud humilde, fresca, tranquila, sosegada, comprensiva, amorosa, [que] nos ha ayudado enormemente».

Para que una relación a distancia funcione, Zia y Wilfred dicen que han aprendido que se necesita «respeto, paciencia, comunicación clara y firme, comprensión, honestidad, amor, amistad y fidelidad».

Tal vez las relaciones a distancia son una bendición disfrazada para evitar dar por sentado a los seres queridos. Zia y Wilfred llevan casados cuatro años y medio y siguen viviendo vidas llenas de oración y servicio.

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