Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Después de todo nuestro trabajo de décadas con los agricultores en Sudáfrica, nos dimos cuenta de que la clave se basaba en un dicho radical de la década de 1960: subvertir el paradigma dominante.
Esto significa un cambio fundamental en el pensamiento: en lugar de considerar primero la tierra agrícola en sí, debemos comenzar con el agricultor.
Pero, ¿qué significa «comenzar con el agricultor»? Otro paradigma dominante para maximizar la producción agrícola era la capacitación. Pero sin comenzar a relatar innumerables historias de capacitación que no llevaron a ninguna parte, concluí que el hecho de «comenzar con el agricultor» requería involucrar a los agricultores en un nivel mucho más profundo que ofrecer una simple capacitación.
En realidad, requería aprender en lugar de capacitar, y no solo aprender del agricultor, sino también de los capacitadores, en un espíritu de humildad, compañerismo y amor:
… deberíamos mirar a los demás con respeto… El maestro no debería considerarse a sí mismo erudito y, a los demás, ignorantes. Tal pensamiento engendra orgullo y el orgullo no lleva a ejercer influencia. El maestro no debe ver en sí mismo ninguna superioridad; debería hablar con la mayor bondad, humildad y modestia, pues tales palabras ejercen influencia y educan las almas. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los Escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 50.
La diferencia entre capacitación y aprendizaje puede parecer semántica, pero no lo es. Cuando aprendemos a conducir un automóvil, primero nos educan sobre los conceptos básicos y las reglas. Luego recibimos capacitación práctica. Finalmente tomamos una prueba y obtenemos una licencia. Pero cualquier padre le podrá decir que el hecho de recibir educación y capacitación en manejo de un vehículo, incluso teniendo una licencia, no necesariamente significa saber conducir bien.
El aprendizaje ocurre cuando el estudiante participa activamente en la teoría, práctica y experiencia, junto con un conocimiento y aceptación de las consecuencias y resultados. Ese tipo de aprendizaje profundo ocurre durante un largo período de tiempo, tanto antes como después de obtener una licencia. Capacitación no es lo mismo que educación; educación no es lo mismo que aprender.
Yo mismo aprendí que si nos enfocamos en desarrollar la capacidad de los agricultores, a través de la promoción del aprendizaje, todos los demás objetivos se alcanzarán eventualmente y, lo que es más importante, de manera sostenible. Comenzamos con el agricultor y luego extendemos este modelo de aprendizaje a las otras clases de la sociedad. Desde una perspectiva bahá’í, al establecer esta «base para el sistema y el orden» podemos comenzar a crear una economía justa en la que «todos los miembros individuales del cuerpo político vivirán confortablemente«. – Abdu’l-Bahá, Fundamentos de la unidad divina, pág. 44.
Todo esto significa que tenemos que dejar de medir el progreso únicamente mediante indicadores numéricos. Independientemente de si los números son buenos o malos, los números nos proporcionan una falsa sensación de seguridad o certeza. Simplemente parece más fácil medir el progreso, o la falta de este, usando números. Pero, al igual que con el desarrollo de la agricultura, la preocupación central de cualquier programa efectivo de construcción comunitaria son las personas en el programa, es decir el agricultor, no la granja.
Podemos tomar algunos consejos de los programas bahá’ís de construcción comunitaria, los cuales incluyen tres áreas clave de aprendizaje:
- Primero, aprender a aumentar la capacidad de las personas para orar y estudiar los escritos bahá’ís, aplicarlos en su vida diaria y pedirse cuentas a sí mismos reflexionando meditativamente a diario en esa praxis. Este aprendizaje se expresa de forma más valiosa a través de actos de servicio a los demás.
- En segundo lugar, aprender a aumentar la capacidad de la comunidad para participar en una acción colectiva, motivada por una visión compartida y expresada, una vez más, en actos de servicio colaborativos, los cuales están caracterizados por el acompañamiento y la celebración de los logros de los demás.
- En tercer lugar, aprender a aumentar la capacidad de las instituciones sociales para coordinar la acción individual y colectiva y, lo más importante, crear un ambiente propicio para un compromiso alegre de aprendizaje y servicio.
En el camino, las personas pueden aprender cada vez más cómo participar en conversaciones significativas en lugar de chismes mundanos, y cómo contribuir a la sociedad en lugar de solo recibir. Las comunidades pueden aprender mejor cómo integrar principios y virtudes espirituales en sus actividades materiales colectivas. Las instituciones pueden aprender mejor cómo dejar de depender exclusivamente de objetivos numéricos, leer la realidad de sus comunidades, gobernar con justicia, amor e integridad y adherirse a los principios al tiempo que crean flexibilidad.
La clave de todo esto: se trata del agricultor y no de la granja.
Nota del autor: Me gustaría agradecer a mi hijo Cunningham Worth por sus reflexivas ensayo.
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