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Si todos los seres humanos están relacionados, ¿por qué tenemos fronteras?

David Langness | Dic 27, 2018

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David Langness | Dic 27, 2018

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Ciertamente, los seres humanos han descubierto muchas maneras de dividirse y separarse entre sí.

Tú eres de Armenia, yo de Kenia. Tú eres rico, yo pobre. Tú eres de clase alta, yo de clase baja. Tú eres negro, yo blanco Tú eres judío, yo cristiano. Yo soy hombre, tú mujer. Tú eres viejo, yo joven. Tú eres de zona urbana, yo de zona rural. Tú eres genial, yo no lo soy. Tú eres un racista, yo no. Tú eres gay, yo heterosexual. Tú eres conservador, yo liberal. Tú eres ciudadano, yo indocumentado. Tú eres esto, yo soy eso.

Podríamos seguir (y seguir y seguir), pero entiendes la idea. A la gente realmente le gusta las etiquetas.

 Parece ser una obsesión humana perenne, esta idea de los detalles que nos diferencian de los demás. Al igual que los científicos que tratan de clasificar varias formas de vida en taxonomías cada vez más pequeñas, nos esforzamos infinitamente por ubicarnos a nosotros mismos y a los demás en categorías rígidas; de alguna manera, logramos adoptar esas categorías como nuestra realidad personal.

Pero estas categorías, por supuesto, nos separan unas de otras. Peor aún, crean «identidades», las clasificaciones supuestamente modernas de clase, raza, cultura, sexualidad, religión y nacionalidad que usamos para definirnos a nosotros mismos y a los demás.¿Qué hay de malo en eso, podrías preguntar? Bueno, a lo largo de la historia humana, las supuestas diferencias entre los seres humanos nos han dividido, nos han separado y nos han enfrentado entre nosotros. Una vez que te etiquete como diferente a mí, te conviertes en el «otro»: un extranjero, un apóstata, un extraño, impuro, diferente, alguien completamente distinto y separado de mi realidad humana.

Reconociendo que los humanos están todos interconectados

Como ejemplo, yo soy un hombre mayor blanco de clase media estadounidense y un bahá’í .Ahí radica el enigma. Trataré de explicarlo: mi Fe me llama, no para enfatizar las diferencias entre mí y los demás, sino para reconocer a todos los demás seres humanos en la faz de la Tierra como parte de mi familia; en realidad, como parte de mí:

Las religiones divinas deben ser la causa de unicidad entre los hombres y el instrumento del amor y la unidad; deben promulgar la paz universal, librar al hombre de todo prejuicio, conferir alegría y felicidad, practicar la bondad hacia todos los hombres y suprimir toda diferencia y distinción. Tal como dice Bahá’u’lláh dirigiéndose al mundo de la humanidad: «¡Oh pueblo! Sois los frutos de un solo árbol y las hojas de una misma rama”. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los Escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 24.

Si todos somos los frutos de un árbol y las hojas de una rama, entonces todos somos uno.

Los bahá’ís creen que la unidad representa nuestra realidad más profunda. Esa unidad es nuestra única identidad verdadera: a pesar de todas las diferencias, todos somos seres humanos. Genéticamente, cada ser humano proviene de un mismo árbol genealógico. La humanidad, dicen las enseñanzas bahá’ís, no está compuesta de dos árboles diferentes:

Bahá’u’lláh ha dado al mundo enseñanzas completas, las cuales conducen al compañerismo y unidad de las religiones. Durante los siglos pasados cada uno de los sistemas de creencias religiosas ha jactado de su propia superioridad y excelencia, humillando y despreciando la validez de todos los demás. Cada uno ha proclamado su propia creencia como la luz y a todas las demás como la oscuridad. Las religiosos han considerado al mundo de la humanidad como dos árboles: uno divino y misericordioso, el otro satánico; se han considerado a sí mismos las ramas, hojas y frutos del árbol divino, y a todos los que diferían con ellos en creencia como frutos del árbol satánico. Por tanto, la sedición y la guerra, el derramamiento de sangre y la contienda han sido continuos entre ellos. La causa más grande del alejamiento humano ha sido la religión debido a que cada parte ha considerado la creencia de las otras como anatema privado de la merced de Dios.

Las enseñanzas especializadas de Bahá’u’lláh están dirigidas a la humanidad. Él dice: “Sois todos hojas de un solo árbol”. Él no dice: “Vosotros sois las hojas de dos árboles, uno divino y otro satánico”. Él ha declarado que cada miembro individual de la familia humana es una hoja o una rama del árbol adánico; que todos están amparados bajo la protectora misericordia y providencia de Dios; que todos son hijos de Dios, frutos del único árbol de su amor. Dios es igualmente compasivo y amable para con todas las hojas, ramas y frutos de este árbol. Por tanto, no hay tal árbol satánico y Satán es un producto de las mentes humanas y de las tendencias instintivas del hombre hacia el error. Sólo Dios es el creador y todo son criaturas de Su poder. Por lo tanto, debemos amar a la humanidad como a Sus criaturas, comprendiendo que todos crecen en el árbol de Su misericordia, y son siervos de Su omnipotente voluntad y manifestaciones de Su beneplácito. – Abdu’l-Bahá, La Promulgación a la Paz Universal, pág. 243.

Pero en el mundo de hoy, muchas personas han ido en la dirección opuesta al continuar insistiendo en dividirnos en grupos cada vez más pequeños. Las enseñanzas bahá’ís dicen que aquella tendencia debe terminar:

El mundo entero debe ser considerado como un único país, todas las naciones como una sola nación, todos los seres humanos como pertenecientes a una sola raza. Las religiones, las razas y naciones son tan sólo divisiones hechas por el ser humano, y necesarias sólo a su mente; ante Dios no existen persas, ni árabes, ni franceses, ni ingleses; Dios es Dios para todos, y para Él toda la creación es una. Debemos obedecer a Dios y esforzarnos por seguirle, abandonando todos nuestros prejuicios y haciendo realidad la paz sobre la tierra. – Abdu’l-Bahá, La Sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 159.

Solo podemos lograr la paz en la Tierra, como Abdu’l-Bahá dijo, a través de la unidad. Nunca lograremos esa unidad si continuamos dividiendo a la humanidad en identidades cada vez más pequeñas y exclusivas.

Únase a nosotros en esta serie de ensayos mientras exploramos las formas en que las enseñanzas bahá’ís recomiendan cómo superar y trascender todos los límites creados artificialmente entre las personas.

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