Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Recientemente vi «Retratos (in)visibles», un documental que se estrenó en junio y que saca a la luz las capas de trauma que sufren las mujeres negras por ser blanco tanto del racismo como del sexismo.
Vi a las mujeres y niñas que aparecen en el documental -entre ellas dos bahá’ís, la Dra. Joy DeGruy, investigadora y educadora de renombre internacional que se centra en la intersección del racismo, el trauma, la violencia y la esclavitud mobiliaria estadounidense, y la Dra. Ruha Benjamin, profesora adjunta de estudios afroamericanos de la Universidad de Princeton que investiga las dimensiones sociales de la ciencia, la medicina y la tecnología- contando sus historias y recuperando la narrativa sobre las mujeres negras.
Después, reflexioné sobre cómo, como mujer negra, también me he sentido socialmente invisible muchas veces en mi vida. Debido al racismo y al sexismo, es más probable que mi presencia pase desapercibida, y es común que me rechacen, me excluyan o simplemente me ignoren.
Por ejemplo, cuando era pasante en un centro de artes escénicas, no tuve tantas oportunidades de relaciones públicas como mi homóloga blanca, a pesar de que yo estudiaba comunicaciones en la universidad y ella era una estudiante de historia con poco interés en el campo. En otra organización, cuando mis compañeros de trabajo iban a tomar un café, les llevaban a todos una bebida menos a mí.
En la universidad, a menudo recibía expresiones frías cuando saludaba a la gente con una cara amigable. Experimenté que la gente literalmente me daba la espalda al ver si querían colaborar conmigo en algún proyecto, después de haberles tendido la mano antes.
Esta invisibilidad no es solo cuestión de que la gente sea grosera o irrespetuosa. También tiene consecuencias de vida o muerte. Según Insight News, se estima que 64.000 mujeres y niñas negras fueron reportadas como desaparecidas en 2018 en los Estados Unidos. Sin embargo, ha habido poca cobertura mediática sobre sus desapariciones. Además, todavía no se ha hecho justicia para Breonna Taylor o Tanisha Anderson, Natasha McKenna, Michelle Cusseaux y otras innumerables mujeres negras asesinadas por la policía.
¿Por qué no conocemos sus historias o decimos sus nombres? ¿Acaso las mujeres negras no son valoradas en la sociedad?
A pesar de todo el dolor que las mujeres negras experimentan, he encontrado que las enseñanzas bahá’ís me dan poder – y otras mujeres negras que son bahá’ís dicen lo mismo.
«No voy a ocultar mi luz nunca más», me dice por teléfono Adilah Meredith-Kirton, una amiga de la familia con sede en Maryland que también es bahá’í.
Leer los escritos de los bahá’ís le ayuda a recordar que no debe avergonzarse de ser una mujer negra. Adilah dice que a menudo recurre a estas palabras de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í:
¡OH HIJO DEL ESPÍRITU! Te creé rico, ¿por qué te reduces a la pobreza? Te hice noble, ¿por qué te degradas a ti mismo? De la esencia del conocimiento te di el ser, ¿por qué buscas esclarecimiento en alguien fuera de Mí? De la arcilla del amor te moldeé, ¿cómo puedes ocuparte con otro? Vuelve tu vista hacia ti mismo, para que Me encuentres estando firme dentro de ti, fuerte, poderoso y autosubsistente.
La lectura de este pasaje ayuda a Adilah a reunir su coraje en un mundo donde «no eres vista, no eres escuchada, no eres valorada», dice. Ya sea en la escuela, en el trabajo o durante los viajes diarios a las tiendas, Adilah dice que regularmente personas no negras pasan junto a ella y no reconocen que ella está allí- incluso gente que la conoce.
Durante una charla que dio en París, Abdu’l-Bahá, el hijo mayor y el sucesor designado de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, dijo: “La diversidad en la familia humana debería ser causa de amor y armonía, como lo es en la música donde diferentes notas se funden logrando un acorde perfecto. Si os encontrarais con personas de diferente color y raza que vosotros, no desconfiéis de ellas y no os encerréis en vuestro caparazón de convencionalismo sino, por el contrario, estad alegres y mostradles bondad. Pensad que son como rosas de diferentes colores, creciendo en el hermoso jardín de la humanidad, y regocijaos de hallaros entre ellas”.
Desafortunadamente, parece que la gente no suele «alegrarse» de estar cerca de mujeres negras.
«Nosotras [las mujeres negras] estamos olvidadas y en las sombras», dice mi amiga y colega de la ciudad de Nueva York, Makeena Rivers. Para Makeena, ser invisible significa ser ignorada hasta que alguien que no sea negro valide tu punto de vista.
Makeena cree que la gente blanca que trata a los negros como invisibles ha continuado desde la época de las leyes de Jim Crow que legalizaron la segregación y reforzaron la supremacía blanca. Durante esta época, se esperaba que los negros se quitaran de la acera si veían a un blanco entrando en su camino. Makeena dice que recientemente llevó a cabo un experimento social para ver si los blancos la «verían». Mientras caminaba por las estrechas aceras de su vecindario, Makeena dice que se detuvo de ser siempre la que se apartaba del camino. La gente se chocaba con ella cada vez, y seguían caminando sin reconocer su presencia.
Melissa Jeffries, que vive en Los Ángeles, dice que siempre trata de ser la primera en iniciar amistades en su comunidad. Pero la gente a menudo olvida su nombre, ignora sus esfuerzos por iniciar conversaciones, declina sus invitaciones para socializar y la excluye de reuniones sociales, fiestas de cumpleaños y cenas. Y esta invisibilidad también se refleja en las citas.
Melissa ha estado inmersa en el negocio de las citas y las relaciones durante varios años y es la creadora de la aplicación de citas Wingerly. Dice que los datos de estas aplicaciones muestran «clara y significativamente cuánto más valor implícito dan personas bien intencionadas a las mujeres con rasgos [blancos] sobre las mujeres negras».
Ya sea consciente o subconscientemente, «Estos valores han sido arraigados tan profundamente en nosotros por la ideología de la supremacía blanca», me escribió Melissa en un correo electrónico. Ella recuerda una experiencia cuando quiso conocer románticamente a uno de sus amigos blancos.
Pero cuando ella expresó su interés, él le dijo: «No salgo con mujeres negras». La belleza y la inteligencia de Melissa eran completamente invisibles para él.
Shoghi Effendi, el Guardián de la fe bahá’í, escribió que es crucial para nosotros tener «una fraternidad libre de ese crecimiento canceroso del prejuicio racial, el cual está corroyendo las entrañas de una sociedad que ya se encuentra debilitada«.
Debido al racismo, Melissa agrega: «Las personas negras en general ya tienen un sentido muy bajo de autoestima y están bajo cantidades inimaginables de estrés por hora, especialmente las mujeres negras».
Makeena dice que a menudo se pregunta: «¿Qué es lo que todo eso le está haciendo a nuestra psique y nuestra alma?» Y, Adilah agrega, «Puedes volverte abusiva con tu propio ser, tu propia alma, y pensar que no eres digna».
Pero cada una de estas mujeres continúa recurriendo al poder curativo de los escritos bahá’ís. Makeena dice que debido a que es bahá’í, siente como si estuviera «en contacto con las fuerzas espirituales». Eso la ha motivado a aprender a usar las artes para expresarse. Melissa compartió que ha aprendido a «amar incondicionalmente sin juzgar» y a «continuar teniendo empatía por la gente».
Yo he encontrado mi voz a través de la palabra escrita, lo que me da la oportunidad no solo de decir mi verdad, sino también de hacer brillar una luz sobre muchas otras verdades e historias. La gente puede a veces no «ver» a otras mujeres negras o a mí, pero eso no impedirá que nos mostremos – o que hablemos.
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