Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
¿Qué es el espíritu humano? Desde la perspectiva bahá’í, nuestras almas reflejan nuestra realidad eterna más íntima, el único elemento dentro de cada uno de nosotros que durará para siempre.
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Abdu’l-Bahá, el hijo y sucesor de Bahá’u’lláh, definió el alma y el espíritu de esta manera en su libro Contestación a unas preguntas:
El espíritu humano, que distingue al hombre del animal, es el alma racional, y estos dos términos —el espíritu humano y el alma racional— designan una misma cosa. Dicho espíritu, que en la terminología de los filósofos se llama alma racional, abarca todas las cosas y, hasta donde lo permite la capacidad humana, descubre sus realidades y toma conocimiento de las propiedades y efectos, las características y condiciones de las cosas terrenales. Ahora bien, a menos que sea asistido por el espíritu de fe, el espíritu humano no puede llegar a conocer los misterios divinos y las realidades celestiales. Es como un espejo que, aunque diáfano, brillante y pulido, necesita la luz. Hasta que no se pose sobre él un rayo de luz, no podrá descubrir los misterios divinos.
Una vez que la gente de fe se da cuenta de que la religión tiene que ver con el espíritu y no con meras ideas y rituales, empiezan a suceder cosas maravillosas. Las enseñanzas bahá’ís apuntan a una definición totalmente nueva de lo que ese espíritu puede significar para el futuro de la humanidad. En un discurso que ofreció en París, Abdu’l-Bahá dijo:
La religión debería unir a todos los corazones y hacer que las guerras y las disputas se desvanecieran de la faz de la tierra, dando nacimiento a la espiritualidad, confiriendo vida y luz a cada corazón. Si la religión se convierte en causa de aversión, de odio y de división, sería mejor no tener ninguna y apartarse de semejante religión sería un acto verdaderamente religioso. Pues está claro que el propósito de un remedio es curar; pero si el remedio sólo sirve para agravar la enfermedad sería mejor desecharlo. Una religión que no sea causa de amor y unidad no es una religión.
Algunos seguidores de las religiones más antiguas se ven a sí mismos como fundamento de todas las religiones posteriores. Por ejemplo, un amigo hindú dice que «hacer el mal es malo, hacer el bien es bueno. Esta es la esencia de toda religión». Una amiga zoroastriana dijo en una reunión interreligiosa que la base de su fe es «el pensamiento correcto, la palabra correcta, la acción correcta» y que considera que todas las personas de fe son zoroastrianas. Como bahá’í que cree que Bahá’u’lláh ha traído la revelación más reciente para la humanidad, me encanta escuchar estos comentarios de mis amigos. Cada uno de ellos hace hincapié en una enseñanza bahá’í fundamental: la unicidad de todas las religiones.
Todas las religiones son solo una
Cuando aprendí el concepto de unidad y revelación progresiva de Bahá’u’lláh, me puso la historia en perspectiva, me mostró el papel que la religión ha desempeñado en el crecimiento y el desarrollo humano, y me permitió ver que los anteriores mensajeros de Dios han compartido profundas lecciones que fueron pasadas por alto en mi educación cristiana protestante de la escuela dominical.
Las enseñanzas bahá’ís explican: la verdad de Dios ha sido actualizada gradualmente y repartida a la humanidad de acuerdo con nuestras necesidades y capacidades. La verdad de Dios es inmutable, mientras que la humanidad se extravía constantemente y necesita que se le recuerde, pero también necesita recibir orientación para avanzar colectivamente en una comunidad global cada vez más compleja.
La realidad del espíritu humano
La realidad del espíritu, quizás el área más importante de la instrucción impartida por los mensajeros de Dios, nos ofrece una ventana a la eternidad. Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, describió el alma como “un signo de Dios, una gema celestial cuya realidad los más doctos de los hombres no han comprendido, y cuyo misterio ninguna mente … podrá esperar jamás desentrañar”. También dijo que el alma es “entre todas las cosas creadas, la primera en declarar la excelencia de su creador, la primera en reconocer su gloria, en aferrarse a su verdad, e inclinarse en adoración ante Él”.
Las religiones más antiguas contienen mucho sobre el alma, que la humanidad puede haber interiorizado sin ser consciente de haber recibido tal guía. Hoy en día, las enseñanzas bahá’ís han compartido bastante más sobre la naturaleza del alma, la mente y el espíritu, incluyendo esta poderosa y mística descripción de Abdu’l-Bahá: “Los espíritus humanos proceden de Dios por emanación, de la misma manera que el discurso procede del orador, y el escrito, del escrito…”.
A través de este y otros escritos, entiendo que nuestro espíritu, una emanación de Dios, entra en el mundo de la creación donde el alma humana sirve como vehículo del espíritu, permitiendo a cada individuo tomar conciencia de los atributos de Dios y hacer evaluaciones y elecciones. Esto lo hacemos a través de la oración y la meditación. En Las Palabras Ocultas, Bahá’u’lláh instó a cada alma a comunicarse de esta manera con Dios:
¡OH HIJO DE LA LUZ! Olvídate de todo menos de Mí y comulga con Mi espíritu. Esto es de la esencia de Mi mandato; vuélvete, pues, hacia ello.
Mi camino hacia la comprensión de esta realidad comenzó cuando, de niña, le pregunté a mi madre qué era la conciencia. Ella me explicó: es esa vocecita interior que te dice, sobre todo cuando preguntas, si estás haciendo lo correcto o no. He conocido a personas que consideran que esa voz es la de Dios o Jesús que les habla, en lugar de la voz interior de su propio espíritu. A medida que crecía, pude ver cómo a veces quería comportarme socialmente de una forma que estaba en desacuerdo con esa pequeña voz de la conciencia en mi interior. Los fundamentos de todas las religiones del mundo contienen enseñanzas que exploran diferentes perspectivas sobre esta realidad.
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