Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Los bahá’ís del mundo tienen un objetivo abrumadoramente grande: unificar a toda la civilización humana en paz y hermandad. Pero entonces, ¿cómo se crea un esquema que realmente pueda unificar al mundo entero?
El concepto de unidad necesita aplicaciones prácticas y no solo palabras. La unidad requiere unir a las personas en una causa común. Y los bahá’ís trabajan todos los días en esto.
Desde el 2018, más de cinco millones de personas se identifican como bahá’ís, pero ese número no incluye a los millones que participan activamente en actividades bahá’ís. Existe mucha diversidad y mucho por hacer, desde ciudades metropolitanas hasta pueblos remotos, desde países devastados por la guerra hasta barrios de alto nivel.
Con una comunidad global tan diversa, con realidades y culturas tan increíblemente diferentes, tener una mentalidad unificada casi parece poco realista. En el pasado, los ambiciosos esfuerzos por abordar problemas a gran escala que han encontrado expresión de maneras muy diferentes en todo el mundo a menudo han fracasado por completo, y han causado que muchas religiones se fragmenten en sectas con el objetivo de encontrar la forma de aplicar sus creencias a su realidad. Creer en las enseñanzas bahá’ís es una cosa: luchar contra los prejuicios, ser sincero y orar son principios universales, pero ¿qué hay de su aplicación? ¿Puede alguna Fe responder a las necesidades de todos?
Los bahá’ís creen que su fe tiene las herramientas que necesitamos para aquella compleja tarea. Las sagradas escrituras proporcionadas por Bahá’u’lláh, Abdu’l-Bahá y Shoghi Effendi, y la guía de la Casa Universal de Justicia, el cuerpo supremo elegido democráticamente de la Fe, le dan a la comunidad bahá’í global un marco espiritualmente poderoso para ejercer un cambio progresivo, para construir una civilización en continuo progreso que tenga el poder de unir a toda la humanidad:
«Los principios esenciales de sus remedios curativos son el conocimiento y amor a Dios, el desprendimiento de todo salvo Él, volver nuestros rostros con sinceridad hacia el Reino de Dios, fe implícita, firmeza, y fidelidad, amorosa bondad hacia todas las criaturas y la adquisición de virtudes divinas indicadas para el mundo humano. Estos son los principios fundamentales del progreso, la civilización, la paz internacional y la unidad de la humanidad. Estos son los principios de las enseñanzas de Bahá’u’lláh, el secreto de la salud sempiterna, el remedio y curación del hombre». – Abdu’l-Bahá, La Promulgación a la Paz Universal, p. 205.
En todo el mundo, la comunidad bahá’í se esfuerza por aprender y mejorar su enfoque mediante una serie de pasos: acción, consulta y estudio.
Acción unificada
En una escala global, la acción unificada toma forma a través de una serie de planes mundiales elaborados por la Casa Universal de Justicia. Estos planes, basados en la experiencia acumulada de muchas comunidades en todo el mundo, responden a las necesidades globales y son aplicables en algún nivel en cualquier comunidad del mundo. Algunas veces los objetivos son numéricos, con la intención de alentar a los bahá’ís y a sus amigos a invitar a más y más personas al proceso de transformación social; a veces, los objetivos son cualitativos: aprender a tener conversaciones significativas, lidiar con los prejuicios raciales o acortar las brechas culturales que han dividido a las personas durante siglos.
La realidad de cada comunidad local será diferente. Pero en algunos lugares de América del Sur, acortar una brecha puede significar invitar a las poblaciones indígenas a participar de la conversación en una sociedad en la que están sistemáticamente excluidas, en algunos lugares de Europa acortar una brecha puede significar llegar a aquellos en un vecindario donde las personas no están acostumbradas a hablar una con la otra. Cada realidad es diferente, pero la necesidad de conectarse con los demás es la misma, y tendrá un poder igualmente revolucionario en todas las sociedades.
A nivel local, el compromiso bahá’í de permanecer unidos significa que trabajamos en equipo, dando la bienvenida a cualquiera que quiera ayudar, acompañándose y animándose mutuamente. Los amigos ayudan en lo que pueden: ya sea dedicando horas de su día a enseñar a los niños, a ayudar con los suministros, o incluso a orar por los esfuerzos del vecindario. De esta manera, nuestra acción permanece unificada y nos mantenemos conectados tanto a nivel local como a nivel mundial, conectados por nuestros objetivos compartidos.
“El enfoque de trabajo en equipo permite a los amigos servir juntos, ofrecerse apoyo mutuo y consolidar la confianza, pero inclusive cuando llevan a cabo acciones de forma individual coordinan sus esfuerzos para un mayor efecto… Este espíritu de elevada resolución sirve para multiplicar los poderes de la comunidad, y en cada ciclo los amigos aprenden a depender cada vez más de las potentes confirmaciones del reino divino que sus acciones atraen”. – La Casa Universal de Justicia, 29 de diciembre 2015.
Reflexión constante
Una postura de aprendizaje es crucial en cualquier esfuerzo, pero aún más cuando se trata de responder a las necesidades de la sociedad. Los malentendidos y las divisiones que podrían haberse evitado fácilmente han puesto fin a muchos esfuerzos y la falta de un pensamiento profundo al tomar decisiones puede restar eficacia a cualquier esfuerzo, sin importar cuán buenas seas las intenciones detrás de estos.
Los bahá’ís reflexionan en muchos espacios. Reflexionamos individualmente mientras intentamos mejorar nuestros pensamientos y comportamientos diariamente. Reflexionamos con pequeños grupos de amigos mientras tomamos decisiones sobre cómo ayudar a nuestros vecindarios. Reflexionamos como representantes de diferentes comunidades, ciudades o incluso países, compartiendo nuestras historias, nuestros desafíos e incluso nuestros fracasos y aprendiendo activamente unos de otros.
Con este énfasis en el pensamiento reflexivo a través de las comunidades locales, nacionales y globales, los bahá’ís y sus amigos pueden reunir una gran cantidad de conocimiento sobre el mundo que les rodea. Aprenden qué ayuda y qué no, cuáles son los problemas y cuáles podrían ser algunas soluciones. Ese conocimiento luego pasa a la siguiente generación, lo que significa que nadie actúa a ciegas y que las acciones de todos están sujetas a un refinamiento constante:
“Cuando los esfuerzos se llevan a cabo en un modo de aprendizaje … los enfoques y estrategias se vuelven a examinar una y otra vez. A medida que se realizan las tareas, se eliminan los obstáculos, se multiplican los recursos y se aprenden las lecciones, se introducen modificaciones en los objetivos y los métodos. El proceso de aprendizaje, que se dirige a través de arreglos institucionales apropiados, se desarrolla de una manera que se asemeja al crecimiento y la diferenciación de un organismo vivo. Se evita el cambio aleatorio y se mantiene la continuidad de la acción”. – La Oficina de Desarrollo Social y Económico del Centro Mundial Bahá’í, Acción Social.
Consulta desinteresada
Al igual que con cualquier esfuerzo que involucre a millones de personas de diferentes orígenes, la comunicación abierta garantiza que los pasos dados sean efectivos y que la unidad del grupo siga siendo sólida.
Los escritos bahá’ís ofrecen una guía única sobre la naturaleza de la comunicación entre las personas cuando se trata de tomar decisiones. El término utilizado es «la consulta», una forma de conversación en la que todos están al mismo nivel y las ideas se comparten de manera abierta y desinteresada. El objetivo es encontrar la verdad, compartir nuestros propios puntos de vista sin aferrarnos a ellos; al final, cualquiera que sea la decisión a la que llegue la mayoría debe ser considerada como la decisión de todo el grupo, y todos deben apoyarla de todo corazón. De esta forma, la consulta aprovecha la diversidad de ideas de todos los miembros del grupo y el compromiso del grupo con la unidad:
“El cielo de la sabiduría divina está iluminado con las dos luminarias de la consulta y la compasión, y el dosel del orden mundial se levanta sobre los dos pilares de la recompensa y el castigo”. – Bahá’u’lláh, Las Tablas de Bahá’u’lláh, p. 83.
Estudio de las Escrituras Bahá’ís
Los bahá’ís y sus amigos luchan por tener una comprensión profunda del núcleo de las enseñanzas bahá’ís: los escritos de Bahá’u’lláh, el Bab y Abdu’l-Bahá.
La revelación de Bahá’u’lláh incluye muchos escritos que han sido traducidos al inglés y grandes colecciones de escritos de Bahá’u’lláh, Bab y Abdu’l-Bahá a todos los idiomas que se hablan en el mundo. Pero no hay uso en tal riqueza de conocimiento divino si no es estudiado, y no solo por las instituciones de la Fe, sino por todos los que participan en cualquier actividad bahá’í.
Aunque construir la unidad en una comunidad a menudo puede parecer una serie muy práctica de pasos, su núcleo es profundamente espiritual. Cualquier cosa menos que eso corre el riesgo de hacer que los esfuerzos se vuelvan comerciales o fríos, y pueden hacer que nos deslicemos hacia mentalidades basadas en las reglas materialistas que nuestro mundo ha creado: paternalismo, desconfianza y ambición. Muchos esfuerzos para cambiar el mundo se basan en estos patrones de pensamiento obsoletos, a veces dañinos. Los escritos bahá’ís dicen que para retener y expandir la base espiritual de toda transformación verdadera, los constructores de la comunidad deben sumergirse en «la palabra creativa», el mensaje divino de los profetas:
“A medida que la persona cultiva el hábito del estudio y la reflexión profunda sobre la Palabra Creativa, este proceso de transformación se manifiesta en la capacidad de expresar la comprensión propia de conceptos profundos y de explorar la realidad de las conversaciones de trascendencia. Estas capacidades son visibles no solo en las consultas elevadas que caracterizan cada vez más las interacciones dentro de la comunidad, sino también en conversaciones corrientes que van mucho más allá… A través de intercambios de este tipo se eleva la conciencia de las fuerzas espirituales, dicotomías aparentes ceden el paso a percepciones inesperadas, se fortalece un sentimiento de unidad y vocación común, se refuerza la confianza de que se puede crear un mundo mejor, y se manifiesta un compromiso con la acción. – La Casa Universal de Justicia, 29 de diciembre 2015.
A través de estos pasos, la Fe Bahá’í mejora constantemente en su enfoque hacia los problemas mundiales. Incluso en comunidades separadas por océanos, con realidades físicas y sociales muy diferentes, podemos compartir una comprensión común de lo que se necesitará para cambiar el mundo y aplicar las enseñanzas de los demás a la búsqueda de la unidad.
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