Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
En nuestro mundo no faltan los problemas, sin embargo podemos abordar mejor nuestras dificultades centrales mediante esfuerzos pacientes pero enérgicos e implacables por fomentar y desarrollar la unidad mundial.
Recientemente, la Casa Universal de Justicia, el consejo de liderazgo elegido democráticamente de la comunidad mundial bahá’í, escribió:
Que sus mentes estén siempre atentas a las necesidades de las comunidades a las que pertenecen, a la condición de las sociedades en las que viven y al bienestar de la totalidad de la familia humana, de la que todos son hermanos y hermanas.
La tarea es gigantesca, pero el consejo que la Casa Universal de Justicia ha dado a los bahá’ís parece coherente y claro: sigue trabajando para construir relaciones amorosas e inclusivas; fomenta el conocimiento, la voluntad y la acción en el lugar donde vives; y nutre la resistencia y la capacidad de cooperación entre tus asociados en todos los niveles de la sociedad. Estos principios se hacen tangibles en las actividades básicas bahá’ís y otras iniciativas que producen unidad que los bahá’ís han emprendido en todas partes, y que preparan a las comunidades para las condiciones que están por venir, que podrían ser mucho peores aún. Como prometió la Casa de la Justicia en su mensaje a los bahá’ís del mundo en abril de 2020:
Por largo y arduo que sea el camino que debamos recorrer, tenemos suprema confianza en su fortaleza y su determinación de llevar la travesía a buen puerto. Ustedes se valen de reservas de esperanza, fe y magnanimidad, y anteponen las necesidades de los demás a las suyas propias y hacen que se nutran espiritualmente los desposeídos, que se sacien quienes cada vez tienen mayor sed de respuestas y que se faciliten los medios a quienes anhelan laborar para el mejoramiento del mundo.
Aunque la comunidad bahá’í es numéricamente pequeña, ya que cuenta con algunos millones seguidores y no con miles de millones, como insistió el antiguo miembro de la Casa Universal de Justicia, el Dr. Feraydoun Javaheri, su contribución en todos los niveles de la sociedad es esencial para la evolución de la conciencia mundial.
El examen cuidadoso de la condición actual del mundo nos ayuda a darnos cuenta de que los tiempos de crisis son fructíferos para la labor constructiva de las bases, especialmente esa labor distintiva de construir comunidades locales diversas pero unidas, cohesivas pero con visión de futuro. Shoghi Effendi, el Guardián de la fe bahá’í, diseñó el primer plan global para el desarrollo de la comunidad bahá’í, y desde entonces la Casa Universal de Justicia ha sido autora de una serie de planes que cuidadosa y progresivamente alimentan los procesos que llevan la visión de Bahá’u’lláh a la realidad.
La carta de la Casa Universal de Justicia de mayo de 2020 a las Asambleas Espirituales Nacionales Bahá’ís de todo el mundo es especialmente clara en cuanto a la responsabilidad permanente de las instituciones, las comunidades y los individuos bahá’ís, frente a la agudización de las crisis, de seguir adelante, «sin alarmarse, pero sin demora»:
…el estado del mundo ha hecho más urgente la necesidad de prestar un servicio significativo a la humanidad. Naturalmente, las actividades emprendidas deben adaptarse a las condiciones imperantes, pero no debe haber duda de que este es un momento para objetivos nobles, alta resolución y esfuerzo intenso. Como es bien sabido, las actividades del Plan tienen por objeto cultivar un próspero espíritu comunitario, mediante el cual se fortalece también la resiliencia ante grandes desafíos…. En resumen, la promoción del Plan implica la creación de capacidad para recorrer el camino del servicio en cada época y estación… [Traducción provisional]
El Dr. Javaheri hizo eco de su anterior discurso presencial a los bahá’ís de Ottawa, donde se enfrentó al incómodo tema del ajetreo y la distracción. «¿Por qué no tenemos tiempo?», se preguntó. «El mejoramiento del mundo puede ser logrado a través de hechos puros y buenos», dicen las enseñanzas bahá’ís. Gran parte de la humanidad sufre de la sobrecarga de información y el ritmo frenético de aquella «carrera de ratas» materialista, pero si los seguidores de Bahá’u’lláh también luchan por encontrar tiempo para sus tareas, sin duda interminables pero indispensables, entonces se impone una seria reflexión.
Hubo elogios, por supuesto, siempre los hay – «Ottawa lo está haciendo muy bien» – pero fue seguido por un estímulo sonriente – «pero siempre podemos hacerlo mejor». Preguntó: ¿qué distingue a alguien dedicado a mejorar el mundo, y en particular qué es lo que distingue a un bahá’í, si su estilo de vida es básicamente el mismo que el de los demás? Hizo un llamamiento a todos para que evaluaran sus formas y medios, y el grado en que se ven influidos por las no examinadas creencias y prácticas «normales» de una sociedad complaciente y consumista. Sonrió. Fue amable. Como un abuelo amable pero firme, llamó muy claramente a sus oyentes a desprenderse de cualquier posición cómoda a la que pudieran estar apegados y dedicarse, a través de sus acciones, a la visión unificadora de las enseñanzas bahá’ís.
Característicamente, sin embargo, también concluyó con tranquilidad, tanto en sus comentarios virtuales en 2020 como en los comentarios cara a cara del verano pasado. El Guardián, Shoghi Effendi, escribió a través de su secretario a un individuo en 1949 que «toda la humanidad está perturbada y sufriendo y confundida; no podemos esperar no estar perturbados y no sufrir – pero no debemos estar confundidos».
Los bahá’ís no poseen ninguna inmunidad natural contra las catástrofes, ni contra cualquier caída en la suerte de la humanidad. Sin embargo, si prestan atención a la guía, la visión y la experiencia continua de su unida comunidad mundial de comunidades, pueden estar seguros de que, tarde o temprano, vendrán días mejores. Evitando cualquier afirmación de autoridad individual, las charlas del Dr. Javaheri, y su respuesta a preguntas, invocaban una esperanza firme, así como el estímulo para realinear nuestras vidas, con el servicio y la espiritualidad como consignas. Concluyó con unas poderosas palabras de confirmación de la institución en la que una vez sirvió, la Casa Universal de Justicia, desde su sede en la ladera de la montaña del Carmelo. Escribieron, el primer día de la primavera de 2020:
Por difícil que sea la situación actual, y por muy cerca de los límites de su resistencia a los que se lleve a algunos sectores de la sociedad, la humanidad atravesará finalmente esta prueba y emergerá al otro lado con una visión más amplia y una apreciación más profunda de su inherente unicidad e interdependencia.
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