Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Durante la década de 1960, el mundo occidental, y por extensión el mundo en su conjunto, comenzó a explorar nuevos modos de pensamiento, abandonando las viejas tradiciones a favor de una búsqueda espiritual.
Muchos jóvenes en los Estados Unidos, por ejemplo, buscaron formas de abandonar las rígidas y conservadoras denominaciones cristianas de sus padres y abuelos en busca de un sistema de creencias y un estilo de vida más nuevos e inclusivos. Muchos jóvenes comenzaron a investigar las religiones orientales, incluidas las religiones budista e hindú.
Del mismo modo, en el Medio Oriente hoy, la generación más joven busca la renovación de la cultura, las tradiciones y las creencias. Las revoluciones de la Primavera Árabe demostraron ese deseo por un cambio. Al igual que Occidente, Oriente Medio está experimentando un cambio hacia el laicismo y lejos de la tradición. Como egipcio que vive en Jordania, he sido testigo de este cambio de primera mano.
Tanto Occidente como Oriente se han cansado de las tradiciones y creencias pasadas de moda, principalmente debido a sus mentalidades en blanco y negro, coercitivas y rígidas. Por lo tanto, muchos han llegado a pensar en la espiritualidad como una forma más libre, desestructurada, poco ortodoxa y pacifista de ser y creer.
Sin embargo, al igual que la religión, la espiritualidad como terminología conlleva sus propias connotaciones y una gran cantidad de ideas preconcebidas. Entonces, en lugar de abolir el término, veamos si podemos elevar nuestra comprensión de espiritualidad y eliminar algunos de los conceptos erróneos que la acompañan.
Ver la espiritualidad y la religión en forma aislada es una seria dicotomía, que no es diferente de separar la teoría de la práctica; ciencia de la religión; fe de la razón; y similares. En lugar de tener una perspectiva unilateral de la espiritualidad, necesitamos comprenderla de manera integral en su relación con la religión.
Las enseñanzas bahá’ís ofrecen una definición única de espiritualidad, comparándola con «un lago de aguas claras donde se refleja lo divino», pero también diciendo que la verdadera espiritualidad es la que resulta en acción:
Sabed, oh vosotros los poseedores de percepción, que la verdadera espiritualidad es como un lago de aguas claras donde se refleja lo divino. Tal era la espiritualidad de Jesucristo. Hay otra clase que es como un espejismo, que parece ser espiritual, y no lo es. Lo que es auténticamente espiritual debe iluminar el camino hacia Dios y debe desembocar en obras. No podemos dar crédito al llamamiento a ser espirituales si no hay resultados. El espíritu es la realidad, y cuando el espíritu de cada uno de nosotros busca unirse a la Gran Realidad, debe a su vez dar vida. – Abdu’l-Bahá, Abdu’l-Bahá en Londres, pág. 107.
Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe Bahá’í, desalentó el monacato y la retirada de la sociedad, y en su lugar alentó a todas las personas a «abandonar la vida de retiro, a salir al mundo, y a ocuparse en lo que les sea de provecho a ellos y a los demás». – Bahá’u’lláh, El libro más sagrado, pág. 215.
Además, la Fe Bahá’í no llama al puritanismo, el ascetismo o el desapego extremo de la sociedad humana:
…el mantener tales altas normas de conducta moral, no debe ser asociado o confundido con ninguna forma de ascetismo o de puritanismo excesivo y fanático. Las normas inculcadas por Bahá’u’lláh, no tratan bajo ninguna circunstancia de negar cualquier derecho o privilegio legítimo por obtener la mayor ventaja y beneficio de las múltiples felicidades, bellezas y placeres con las que el mundo ha sido tan abundantemente enriquecido por un Creador Todo Amoroso. – Shoghi Effendi, El advenimiento de la justicia divina, pág. 33.
Las enseñanzas bahá’ís nos proporcionan una redefinición y un tremendo cambio de paradigma en lo que respecta tanto a la religión como a la espiritualidad. Bahá’u’lláh en realidad correlaciona los términos y los unifica, estableciendo un equilibrio entre los dos y evitando los extremos presentados por la sociedad contemporánea. Al hacerlo, escribió:
En un tiempo hablamos en el lenguaje del legislador; en otro, en el del buscador de la verdad y el místico… – Bahá’u’lláh, La epístola al hijo del lobo, pág. 16.
En los escritos de Bahá’u’lláh, él a veces hablaba como legislador en un sentido religioso, presentando una nueva revelación religiosa y sus nuevas leyes, como la unidad de la humanidad, la eliminación de todos los prejuicios nacionales, religiosos y raciales, y un sistema de gobernanza global.
En otras ocasiones, habló en el lenguaje del místico, ofreciendo orientación espiritual a la humanidad, revelando oraciones, meditaciones e ideas espirituales que iluminan el alma. En uno de esos muchos pasajes, Bahá’u’lláh explicó que Dios:
…ha ordenado que en cada edad y dispensación, un Alma pura e inmaculada se haga manifiesta en los reinos de la tierra y del cielo. A este sutil, misterioso y etéreo Ser Él Le ha asignado una doble naturaleza: la física que pertenece al mundo de la materia, y la espiritual que nace de la sustancia de Dios mismo. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los Escritos de Bahá’u’lláh, pág. 80.
Los bahá’ís creen que Bahá’u’lláh es esa alma pura e inmaculada, el más reciente de los mensajeros divinos enviados para iluminar espiritualmente a la humanidad. Desde ese punto de vista, las enseñanzas de Bahá’u’lláh mezclan de manera maravillosa y misteriosa la espiritualidad dentro del tejido de la religión:
No penséis que os hemos revelado un mero código de leyes. Antes bien, hemos roto el sello del Vino selecto con los dedos de la fuerza y del poder. – Bahá’u’lláh, El libro más sagrado, pág. 25.
Dentro de este nuevo sistema de misticismo espiritual, Bahá’u’lláh entrelaza armoniosamente las enseñanzas bahá’ís de espiritualidad y religión práctica, uniendo y reconciliando los dos aspectos tal como une a todas las personas; todas las naciones; y todas las religiones.
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