Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Hace poco recordé una historia que me enseñaron cuando era niño en la escuela dominical: la historia de la Torre de Babel, y me sorprendí en darme cuenta lo relevante que es ahora en el 2018.
De lo que recuerdo, la historia es más o menos así:
En una ciudad habitaban personas muy orgullosas que decidieron construir una torre que llegue hasta el cielo. Dios, al notar aquel desmedido orgullo, decidió detener ese vanidoso empeño. Él ordenó que cada persona en Babel, a partir de ese momento, hablara y entendiera un único idioma, diferente del de todos los demás en la ciudad. Debido a esta transformación, brotó la confusión y el conflicto, la construcción de la torre se detuvo y las gentes se dispersaron.
Cuando era joven, experimenté el “efecto Babel” de primera mano. Durante la guerra de Vietnam, serví en la marina estadounidense, en barcos que tenían puerto en Japón. Mis amigos y yo, de vez en cuando, tomábamos el tren a Tokio. Por supuesto que todos los carteles estaban escritos en japonés, la mayoría de las personas que conocimos hablaban únicamente japonés y los anuncios de los trenes diarios estaban solo en japonés. Teníamos que estar escuchando atentamente, al borde de nuestros asientos, los anuncios de cada parada de tren para evitar perder la nuestra y terminar en dios sabe dónde. Generalmente, cuando entrábamos a algún restaurante familiar (siempre íbamos a restaurantes familiares) surgía otro problema, hacer una orden. Teníamos que pararnos, llevar a la mesera hasta la puerta y señalar la foto del plato pegado en la ventana del restaurante. Afortunadamente, los precios estaban escritos en números arábigos, lo que al menos nos permitía calcular lo que podíamos comprar. En algunas ocasiones, conocíamos a alguien que estaba aprendiendo inglés o que había vivido en algún país de habla inglesa, y no pensábamos dos veces en pedir ayuda o indicaciones.
Ahora, si multiplicamos esta experiencia de viaje por miles de personas que, todos los días, viajan o migran a un país extranjero o son refugiados en una tierra cuyo idioma desconocen totalmente, ahí comenzamos a observar la magnitud de los problemas ocasionados por la diversidad de idiomas.
Hasta ahora, hemos considerado únicamente cómo la incapacidad de conocer otro idioma o cultura afecta al individuo o minorías. Ahora consideren cómo esto puede afectar las negociaciones internacionales entre diferentes países. Por ejemplo, los diplomáticos deben confiar completamente en sus intérpretes para poder comprender algún otro idioma; mientras ellos mismos están muchas veces poco familiarizados con los diferentes rasgos y características de la otra cultura y sus intérpretes no siempre son capaces de discernir los diferentes matices de significado de los diplomáticos de ambas partes. Si un diplomático, a través del intérprete, inintencionalmente insulta a otro diplomático, su país o su cultura, esto podría ocasionar un serio malentendido internacional, cuyas consecuencias podrían resultar en embargos comerciales o incluso la guerra.
El 25 de abril del 1912, ‘Abdu’l-Bahá, el hijo del fundador de la Fe Bahá’í, dio una breve charla en Washinton D.C. Precisamente sobre este tema y los malentendidos producidos por las barreras del idioma:
«La mayor necesidad del mundo de la humanidad hoy en día es terminar con las desavenencias que existen entre las naciones. Esto se puede lograr al alcanzar unidad idiomática. A menos que la unidad de los idiomas se efectúe, la Más Grande Paz y la unidad del mundo humano no podrán ser efectivamente organizadas y establecidas debido a que la función del idioma es la de representar los misterios y secretos de los corazones humanos. El corazón es como un cofre y el idioma es la llave. Solamente mediante el uso de la llave podremos abrir el cofre y observar las gemas que contiene. Por lo tanto, el asunto de un idioma internacional auxiliar tiene importancia suprema. Mediante este medio se hacen posibles la educación y la instrucción internacionales; puede adquirirse la evidencia e historia del pasado. La propagación de los hechos conocidos del mundo humano depende del idioma. La explicación de las enseñanzas divinas puede hacerse solamente a través de este medio. En tanto continúe la diversidad de las lenguas y la falta de comprensión de otros idiomas, estas metas gloriosas no podrán lograrse. Por lo tanto, un principal servicio del mundo del hombre es establecer este medio auxiliar internacional de la comunicación. Esto se convertirá en causa de la tranquilidad de la mancomunidad humanidad. A través de él, las ciencias y las artes se esparcirán entre las naciones, y demostrará ser el instrumento del progreso y desarrollo de todas las razas. Debemos esforzarnos con todas nuestras fuerzas para establecer este idioma auxiliar internacional a través del mundo. Es mi esperanza que pueda ser perfeccionado mediante las bondades de Dios y que hombres inteligentes sean seleccionados de entre diferentes países del mundo para organizar un congreso internacional cuya meta principal sea la promoción de este medio universal de habla” -Abdu’l-Bahá, Promulgación a la Paz Universal, p. 16.
Es fácil reconocer los beneficios que se podría alcanzar si es que cada persona en cada país aprendiese un idioma internacional auxiliar. La palabra “auxiliar” aquí significa que esta lengua universal adoptada por el mundo entero y enseñada a todos los niños no remplazaría la lengua materna de cada país, sino que sería un idioma adicional.
Si es que se llegase a adoptar un idioma internacional auxiliar como tal, los diplomáticos podrían fácilmente discutir las relaciones internacionales sin la necesidad de intérpretes. Muchos de los malentendidos internacionales serían prevenidos con este mejorado nivel de comunicación. Las guerras podrían impedirse.
Para los viajeros, la logística sería mucho más manejable y la vida podría ser más similar a la de sus tierras natales. Uno podría leer los menús, viajes libres de la preocupación de perderse y poder hablar con cualquier persona con una excelente comprensión mutua. Sería como si fuésemos del mismo país, solo que regiones distintas, empoderados de disfrutar el turismo y la cultura local sin perderse.
De este modo, las mejoras que resulten de un idioma internacional auxiliar sería una bendición en todos los niveles de la interacción internacional humana, desde las relaciones intergubernamentales hasta el viajero individual.
Mientras avanzamos hacia el futuro, como una sola humanidad, espero que no pase mucho tiempo hasta que los malentendidos de Babel sean solo algo del pasado. Anhelo el día en que sea posible para todos y en cualquier lugar del mundo comunicarse libre y fácilmente con cualquier ser humano.
“Se acerca del día en que todos los pueblos de la tierra habrán adoptado un idioma universal y un alfabeto común. Cuando se haya logrado esto, a cualquier ciudad adonde un hombre viaje será como si estuviera entrando en su propio hogar” -Bahá’u’lláh, Tablas de Bahá’u’lláh, p. 197.
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