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¿Es la paz mundial solo una utopía?

David Langness | May 5, 2018

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David Langness | May 5, 2018

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Las enseñanzas Bahá’ís hace un llamamiento a la humanidad a terminar con las incesantes guerras, este principio Bahá’í básico no es solo una mera esperanza. De hecho, va más allá de cualquier otra religión en el énfasis que se pone en la paz mundial y, en palabras explícitas, describen la naturaleza de lo que debemos hacer para poder alcanzarla. Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe Bahá’í, reveló un plan global completo para alcanzar la paz mundial, el cual está contenido, moldeado y ejemplificado en la enseñanzas Bahá’ís:

“El don de Dios para esta época esclarecida es el conocimiento de la unidad de la humanidad y de la unidad fundamental de la religión.  Cesarán las guerras entre las naciones, y por voluntad de Dios vendrá la Más Grande Paz; el mundo será visto como un nuevo mundo, y todos los hombres se considerarán hermanos” – ‘Abdu’l-Bahá en Londres, pp. 19-20.

Bahá’u’lláh fundó la Fe Bahá’í a mediados del siglos XIX en Persia, el Medio Oriente.  Debido a sus enseñanzas progresivas: la unidad mundial, la eliminación de prejuicios raciales y religiosos, la igualdad entre hombres y mujeres, la armonía entre la ciencia y la religión y la unidad esencial de todas las grandes religiones, Bahá’u’lláh sufrió cuarenta años de tortura, exilio y prisión. Durante este período, los conflictos imperaron, gobiernos en guerras en el Medio Oriente, y por esta razón el mundo entero se vio envuelto en hostilidades militares perpetuas.

Durante este período, Bahá’u’lláh imploró, advirtió y amonestó a los líderes mundiales a cesar con las guerras:

 “Vemos a nuestros reyes y gobernantes disipando sus tesoros con más liberalidad en medios de destrucción de la raza humana…  Estas luchas, este derramamiento de sangre y estas discordias deben cesar, y todos los hombres deben ser como una sola raza y una única familia. Que ningún hombre se gloríe en que ama a su país; que más bien se gloríe en que ama a sus semejantes…”  – Bahá’u’lláh, El Llamamiento al Señor de las Huestes, p. 8.

En los escritos Bahá’ís, Bahá’u’lláh aclaró que su llamado a la paz no era un simple anhelo; no una simple esperanza; no un simple deseo generalizado del último mensajero de Dios.  En lugar de esto, después de miles y miles de años de guerra, destrucción y muerte, Bahá’u’lláh anunció su llamamiento a la humanidad como una orden clara, precisa y directa:

«¡Oh vosotros, pueblos del mundo! Ten por cierto que Mis mandamientos son las lámparas de Mi amorosa providencia entre Mis siervos, y las llaves de Mi misericordia para con Mis criaturas. Esto es lo que se ha enviado desde el cielo de la Voluntad de vuestro Señor, el Señor de la Revelación… De Mis leyes puede aspirarse el dulce aroma de Mi vestidura, y con su ayuda los estandartes de la victoria serán plantados sobre las más elevadas cumbres.  La lengua de Mi poder ha dirigido a Mi creación estas palabras desde el cielo de Mi omnipotente gloria:  «Observa Mis mandamientos por amor a Mi belleza.»

No penséis que os hemos revelado un mero código de leyes. Antes bien, hemos roto el sello del Vino selecto con los dedos de la fuerza y del poder. Esto lo atestigua lo que ha revelado la Pluma de la Revelación.  ¡Meditad sobre esto, oh hombres perspicaces!…

Cada vez que mis leyes aparecen como el sol en el cielo de Mi expresión, deben ser fielmente obedecidas por todos, aunque Mi decreto sea tal que haga henderse el cielo de toda religión. Él hace lo que es su voluntad.  Él elige, y nadie puede objetar Su elección. Todo lo que Él, el Bienamado, ordena, eso mismo es, ciertamente, amado.  De esto, Aquel que es el Señor de toda la creación es Mi testigo.

Este es el Día en que los más excelentes favores de Dios se han derramado sobre los hombres, el Día en que se ha infundido Su poderosísima gracia en todas las cosas creadas.  Incumbe a todos los pueblos del mundo reconciliar sus diferencias y morar bajo la sombra del Árbol de Su cuidado y amorosa bondad en perfecta unidad y paz. Les incumbe aferrarse a todo aquello que, en este Día, conduzca a la exaltación de su posición y a la promoción de sus mejores intereses…

Suplicad al Dios único y verdadero que conceda que todos los hombres sean misericordiosamente auxiliados para que lleven a cabo aquello que sea aceptable a Nuestra vista.   Pronto el orden actual será enrollado y uno nuevo extendido en su lugar»  -Bahá’u’lláh, El Llamamiento al Señor de las Huestes, p. 113.

Bahá’u’lláh, como los fundadores de todas las grandes religiones del pasado, trajo un nuevo conjunto de leyes a la humanidad. Sin embargo, para esta nueva dispensación religiosa, Bahá’u’lláh trajo la ley de la paz.

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