Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Los medios de comunicación de hoy están llenos de sorprendentes conversaciones sobre racismo, sexismo y clasismo.
De hecho, diría que las redes sociales han revolucionado la forma en la que interactuamos con la opresión. Si bien a veces esta se convierte en una plataforma para el debate y burla implacables, un gran número de usuarios de las redes sociales le han dado importancia a reflexionar sobre nuestra desgarradora historia, analizar nuestra cultura actual e intentar descubrir qué necesitamos para crear un futuro mejor.
La responsabilidad surge como uno de los temas principales en este diálogo más amplio. Las personas hacen preguntas como «¿por qué es tan difícil para muchos de nosotros admitir nuestro privilegio?» Y «¿cómo podemos involucrar a un mayor número de personas para que se responsabilicen por sus acciones?» En este diálogo, parece que no hay dudas, incluso la definición de responsabilidad en sí misma continuamente se somete a evaluación.
Entre la gran cantidad de preguntas en este diálogo, una se ha vuelto particularmente común: ¿es realmente fructífero reconocer nuestros privilegios? Algunos no están seguros de que incluso haga una diferencia real en el gran esquema de las cosas.
De acuerdo con esta pregunta, las enseñanzas bahá’ís aconsejan a todos que ajusten sus pensamientos, comportamientos y actitudes internas, y que se pidan cuentas sí mismos constantemente:
“Pon ante tus ojos la infalible Balanza de Dios y, como si estuvieras en Su Presencia, pesa tus acciones en esa Balanza cada día, cada momento de tu vida. Pídete cuentas a ti mismo antes que seas llamado a rendirlas…”. – Bahá’u’lláh, La Proclamación de Bahá’u’lláh, p. 29.
Los bahá’ís creen que, dado que nuestros comportamientos individuales afectan al entorno más amplio y, simultáneamente, el entorno más amplio nos afecta. En este sentido, ya sea que nuestras instituciones se caracterizen por una cultura de responsabilidad o no, esto no cambia la forma en que operamos en nuestras vidas personales.
Responsabilizarnos a nosotros mismos implica mucho más que simplemente reconocer el privilegio que podríamos tener en un momento dado. Si cada persona está vinculada de alguna manera con la totalidad de la humanidad y está claro que la sociedad en la que vivimos tiene muchos problemas profundamente arraigados, lo que también queda claro es que es necesario esforzarnos continuamente para evitar la internalización de aquellas tendencias problemáticas actuales. Mientras nuestro entorno contenga estos conflictos, tendremos que prestar atención constante a esta tarea.
El desafío se convierte entonces en ¿cómo podemos elevar los estándares que tenemos para nosotros mismos si sabemos que estamos expuestos regularmente a estándares poco saludables? ¿Estar interconectados con nuestro entorno significa que estamos condenados?
A pesar de que es evidente que el mundo está lleno de turbulencias y, de hecho, debemos tener cuidado de no internalizar muchas cosas de nuestro entorno, los bahá’ís creen que aunque estamos profundamente afectados por el mundo que nos rodea, también tenemos una naturaleza espiritual superior que nos da la capacidad de progresar más allá de nuestras circunstancias:
«En el ser humano existen dos naturalezas; su naturaleza superior o espiritual, y su naturaleza inferior o material. Con una se acerca a Dios, con la otra vive sólo para el mundo. Los signos de estas dos naturalezas se hallan presentes en cada persona. En su aspecto material, expresa falsedad, crueldad e injusticia; todas éstas son el producto de su naturaleza inferior. Los atributos de su naturaleza divina se manifiestan en amor, misericordia, bondad, verdad y justicia; todas y cada una de ellas son la expresión de su naturaleza superior”. – Abdu’l-Bahá, La Sabiduría de Abdu’l-Bahá, p. 75
Si bien las cosas a menudo parecen sombrías a medida que la confusión y el dolor que estamos enfrentando parecen extenderse, los bahá’ís creen que a través de nuestra lucha la humanidad progresará simultáneamente:
“Este espíritu de solidaridad ha continuado extendiéndose a lo largo de las décadas, y hoy su efecto es evidente en una serie de avances, desde el rechazo a los prejuicios raciales profundamente arraigados hasta la creciente conciencia de la ciudadanía mundial, desde una mayor conciencia ambiental hasta esfuerzos de colaboración por la promoción de la salud pública, desde la preocupación por los derechos humanos hasta la búsqueda sistemática por la educación universal, desde el establecimiento de actividades interreligiosas hasta la eflorescencia de cientos de miles de organizaciones locales, nacionales e internacionales que participan en algún tipo de acción social”. – La Casa Universal de Justicia, para los bahá’ís del mundo, abril de 2006 (traducción provisional).
Aun cuando es lento y en algunas ocasiones indetectable, los bahá’ís creen que la unicidad de la humanidad continuará extendiéndose a través del planeta. Tal vez, ser responsable por nuestros actos no significa el reconocer los hábitos tóxicos y hirientes que hemos internalizados, sino que también alinearnos con este movimiento global hacia la unidad.
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