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El mayor potencial de tu mente es espiritual

Makeena Rivers | Dic 17, 2019

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Makeena Rivers | Dic 17, 2019

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¿En qué cosas crees sin saberlo?  Por ejemplo, ¿para qué crees que se debería utilizar el conocimiento?  ¿Por qué buscamos aprender?

Ya sea que seamos conscientes de ello o no, todos operamos con un conjunto básico de convicciones sobre el propósito de la amistad, el trabajo y nuestras vidas en general.  Para llevar una vida con más propósito, necesitamos ser más conscientes de la manera en que estas creencias internas guían nuestro comportamiento.  Una de las más importantes de estas creencias principales es el papel que el conocimiento juega en nuestras vidas. 

Muchos académicos podrían decir que adquirimos conocimientos para crear teorías, escribir literatura más sofisticada o investigar más profundamente.  Pero los escritos bahá’ís dicen que, cuando se aplica en cualquier campo, el conocimiento no debe terminar con palabras, o ser reservado sólo para los privilegiados.  En cambio, el conocimiento debe inspirar la acción:

…el espíritu del hombre es esencial y, por lo tanto, eterno. Esto es una munificencia divina. Esto es la efulgencia del Sol de la Realidad y, por consiguiente, de mayor importancia que el cuerpo físico. – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal, pág. 80.

 Los bahá’ís creen que todos necesitamos nutrir nuestro ser espiritual tanto como nuestro ser físico y social. A medida que encontramos maneras de mejorar nuestra capacidad de ser generosos, justos, honestos, amables y amorosos unos con otros, iluminamos nuestros espíritus. A medida que crecemos espiritualmente, aprendemos a confiar mejor y a escuchar a personas de diferentes orígenes. También mejoramos juntos en la búsqueda de la verdad colectiva y encontramos soluciones más efectivas a los problemas sociales. A través de este tipo de crecimiento, adquirimos conocimientos que nos llevan a la acción.

Los escritos bahá’ís comparan el desarrollo de nuestro ser espiritual con una mina o un jardín:

Una Mina divina sólo puede producir joyas de conocimiento divino, y la fragancia de la Flor mística sólo puede percibirse en el Jardín ideal, y las lilas de antigua sabiduría no florecen más que en la ciudad de un corazón inmaculado. – Bahá’u’lláh, El libro de la certeza, pág. 151.

Preparar nuestros corazones requiere esfuerzo. Aunque muchas personas ven el corazón y la mente como algo separado, los escritos bahá’ís sugieren que para aprovechar el potencial más elevado de nuestra mente, tenemos que limpiar nuestros corazones del egoísmo, la codicia, el materialismo y la parcialidad en todas sus formas:

El suelo estéril no produce nada, aun cuando la nube de merced derrame la lluvia sobre él durante mil años. Debemos hacer que el suelo de nuestros corazones sea receptivo y fértil a través de la labranza, para que la lluvia de la merced divina pueda refrescarlo y produzca las rosas y jacintos del plantío celestial. Debemos tener ojos perceptivos para ver la luz del sol. Debemos limpiar el olfato para aspirar las fragancias del rosedal divino. Debemos prestar oídos atentos para escuchar los llamados del Reino supremo. No importa cuán hermosa sea la melodía, el oído sordo no la podrá oír. No puede recibir el llamado del Concurso Supremo. El olfato que está obturado con polvo no puede inhalar los fragantes aromas de los capullos. Por tanto, debemos esforzarnos siempre por obtener la capacidad y buscar nuestra aptitud. En tanto nos falte sensibilidad, las bellezas y munificencias de Dios no podrán penetrar. – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal, pág. 162.

Además de reconocer las mejoras internas que podemos hacer, cuando abrimos nuestros corazones al conocimiento que nos da esperanza, encontramos nuevas maneras de mejorar el mundo que nos rodea.

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