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Tecnología, contacto y nomofobia: ¿estamos sobreconectados?

Jaellayna Palmer | Abr 11, 2023

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Jaellayna Palmer | Abr 11, 2023

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Si has hecho algún viaje últimamente, te habrás enfrentado a los dos retos relacionados con los viajes: hacer maleta y desconectarse.

Hacer la maleta siempre me supone un reto, pero es una tarea que acepto de buena gana. Me gusta encontrar formas de mezclar y combinar prendas, y descubrir qué tan poco puedo llevar. Decidir qué zapatos meter en la maleta puede ser difícil, y como me gustan más los libros impresos que los electrónicos, añado al menos unos cuantos libros de bolsillo. Suelo meter en la maleta algunos regalos para amigos y, a medida que mi marido y yo los vamos regalando, vamos añadiendo espacio para los artículos que compramos mientras viajamos.

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Antes de terminar de hacer la maleta, siempre me planteo otra pregunta: ¿Qué voy a hacer con el correo electrónico, el teléfono y otros objetos similares? En este viaje, ¿estoy dispuesto a desconectar durante un tiempo?

Cuándo y cómo desconectar se han convertido en grandes cuestiones en nuestros tiempos. Aunque en general estoy deseando hacerlo, a veces parece que soy la única. La semana pasada me senté detrás de dos adolescentes durante una película llena de acción y suspenso. Sus teléfonos se encendían cada pocos minutos mientras uno u otro consultaba mensajes o enviaba mensajes de texto. La semana pasada, en el gimnasio, vi a un chico levantar pesas durante un minuto, luego entretenerse con su teléfono durante mucho más tiempo, y así sucesivamente a medida que pasaba la hora.

Mucha gente teme la desconexión electrónica, y recientemente he sabido que los expertos incluso tienen un nombre para ello: nomofobia.

El impacto universal de nuestra omnoconectividad se ha convertido en una noticia importante. Los estudios han demostrado que en muchos países la persona media pasa tres horas al día con su teléfono inteligente u otro dispositivo.

Gracias a los escáneres cerebrales y otras herramientas de diagnóstico, hemos empezado a conocer los inconvenientes del apego excesivo a la tecnología. Me alarma la posible erosión de las habilidades sociales, la formación de adicciones e incluso el recableado del cerebro. Basándonos en lo que ahora sabemos sobre el exceso de conexión, la investigación plantea cuestiones tanto de salud como de estilo de vida. ¿Hasta qué punto quiero estar disponible? ¿Hasta qué punto es inmediata mi necesidad de saber de mi familia y amigos? ¿Necesito estar informado de las noticias locales en el momento en que suceden, o basta con una actualización diaria?

¿Puedo sintonizar las noticias mundiales con menos frecuencia, o incluso ponerme al día cuando vuelva a casa? ¿Tengo que sentirme conectada en todo momento, o puedo desconectar de vez en cuando?

Aunque puedo optar por desconectarme temporalmente del teléfono o del correo electrónico, me pregunto de qué otra forma estoy conectada, al margen de la tecnología que permite algunas cosas. El concepto más amplio de conectividad tiene su paralelo en otros elementos de la vida, y son conexiones que quiero mantener e incluso alimentar.

A nivel personal, estoy muy unida a mi familia y mis amigos. Aprecio especialmente el papel que desempeñamos en la historia de nuestras vidas. Mis primos son un gran ejemplo, ya que hemos compartido grandes y divertidos momentos desde que éramos niños.

A un nivel más amplio, estoy conectada con mi comunidad. Mis acciones afectan a mis vecinos, y las accioens de mi ayuntamiento me afectan a mí. El grado en que participo activamente es un indicador de mi compromiso con ella, y como mínimo puedo estar informada de lo que ocurre.

A mayor escala, estoy conectada con todos los seres vivos. Mis acciones demuestran mi respeto por el medio ambiente y mi preocupación por el bienestar de los demás. Cómo empleo mi tiempo y mis recursos es un reflejo de mis prioridades. Creo que a mi manera, aunque sea pequeña, puedo contribuir a estrechar lazos e influir en el futuro.

En un nivel no físico, estoy conectada con mi Creador. Esta cita de los escritos de Bahá’u’lláh, en todo su contexto, que se refiere a los fundadores de otras confesiones y a la Fe bahá’í, ayuda a explicar esta profunda conexión:

Cada uno de ellos es el Camino de Dios que conecta este mundo con los dominios de lo alto y el Estandarte de Su Verdad para todos los que están en los reinos de la tierra y del cielo. Ellos son las Manifestaciones de Dios entre los hombres, las pruebas de Su Verdad, y los signos de Su gloria.

Si pensamos en la religión como un enfoque colectivo organizado para comprender y honrar esta conexión primigenia, veremos que su intención y propósito es promover la unidad, no la animosidad ni la división. En su libro «Contestación a unas preguntas», Abdu’l-Bahá dijo:

La religión es la relación esencial que emana de la realidad de las cosas. Puesto que las Manifestaciones Supremas de Dios conocen los misterios de los seres, comprenden tal relación esencial, y, gracias a ese conocimiento, establecen la Ley de Dios.

La próxima vez que haga mi maleta, podré decidir cuánto quiero conectarme o desconectarme para ese viaje. Pero lo único que siempre me acompaña es la conexión con mi propia naturaleza superior y espiritual, que no requiere ni espacio en el equipaje ni cargador.

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