Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Aunque suene raro, me encantan las películas sobre prisioneros de guerra. ¿Por qué? Porque me inspiran siempre las historias que muestran a personas que se sobreponen a circunstancias increíblemente terribles.
Este tipo de películas muestran a prisioneros de guerra que de algún modo consiguen mantener la dignidad, establecer lazos de amistad y crear algo que se asemeja a un hogar.
Hace poco vi una película que mostraba vívidamente hasta qué punto algunos prisioneros de guerra se esforzaban por crear belleza en sus barracones; sin duda, la necesidad de rodearse de belleza es un rasgo humano fundamental. Desde que vi esa película, pienso más en la belleza como concepto universal.
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Nos fijamos en la belleza de la naturaleza, como una cascada o una puesta de sol. La creamos a partir de materiales naturales, como un arreglo floral o un jardín bien planificado. La diseñamos y construimos, ya sea una gran obra arquitectónica o un cobertizo en el patio trasero. La expresamos a través de nuestros propios talentos, como en la música o la cocina.
La belleza también puede encontrarse en el verdadero progreso humano. Como indican las enseñanzas bahá’ís:
… cuando se reúnen diferentes matices de pensamiento, de temperamento y carácter, y se someten al poder y la influencia de un único organismo central, se revelarán y pondrán de manifiesto la belleza y la gloria de la perfección humana. – Selección de los escritos de Abdu’l-Bahá, p. 218.
En consecuencia, se anima a los bahá’ís a promover la belleza, ya sea natural o artificial, como principio rector de la planificación comunitaria. También queremos rodearnos de belleza en nuestros hogares y en nuestra vida cotidiana. De hecho, el concepto de belleza ocupa un lugar destacado en las enseñanzas bahá’ís. Como muestra de ello, a menudo se hace referencia a Bahá’u’lláh como «La Bendita Belleza». Entonces, ¿qué hace por nosotros la belleza aquí en este mundo aparte de deleitar nuestros sentidos? De un modo profundo, como dijo Abdu’l-Bahá en un discurso que pronunció en París, la belleza puede llegar al corazón e inspirarnos sentimientos y acciones nobles:
El jardín que más agrada a la vista y alegra al corazón es aquel en el que crecen, una al lado de otra, flores de diferente matiz, forma y perfume, siendo este vivo con – traste de color el que lo hace atractivo y hermoso… cada flor, cada árbol, cada fruto, además de ser hermoso en sí mismo, pone de manifiesto, por contraste, las cualidades de los demás, y muestra la especial belleza de cada uno y de todos ellos.
¡Así debería ser entre los hijos de los seres humanos! La diversidad en la familia humana debería ser causa de amor y armonía, como lo es en la música donde diferentes notas se funden logrando un acorde perfecto. – La sabiduría de Abdu’l-Bahá, p. 64.
Hay belleza en la creatividad y la innovación. Por ejemplo, he visto vídeos de la Orquesta Vegetal de Viena. Los miembros de este grupo crean diariamente sus propios instrumentos musicales a partir de frutas y verduras frescas. La idea en sí me parece tan innovadora y encantadora que, independientemente de los gustos musicales de cada cual, los miembros de la orquesta han creado una belleza peculiar.
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Podemos encontrar la mayor belleza en la concordia y la paz humanas. Cuando dejamos a un lado prejuicios inútiles y derrochadores, descubrimos que somos uno al servicio de la humanidad. Al igual que los pájaros que se diferencian por su forma exterior o su color, podemos aprender a convivir en paz y a amarnos. Para ello es necesario reconocer la belleza de todas las personas, desplazando nuestra mirada de la belleza exterior a la belleza interior, de modo que empecemos a valorar por encima de todo la sustancia, el carácter y la personalidad de una persona.
Las formas más sutiles de belleza pueden ser una sonrisa amable o una acción bondadosa. Cada uno de nosotros puede rodearse de estos sencillos y gratificantes ejemplos de belleza y ofrecerlos a los demás. Si los prisioneros de guerra pueden crear belleza en su entorno, ¿cuánto más podemos hacer el resto de nosotros?
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