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Historia

La vida y el legado de la primera bahá’í colombiana

Radiance Talley | Oct 19, 2024

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Radiance Talley | Oct 19, 2024

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A mediados del siglo XX, Colombia experimentó un cambio espiritual cuando las enseñanzas de la Fe bahá’í empezaron a extenderse por todo el país.

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En el corazón de este desarrollo histórico se encontraba Aura María Bernal de Sánchez, la primera colombiana que declaró su creencia en las enseñanzas bahá’ís, inspirando a innumerables almas a seguir sus pasos. Conozca su vida y su legado.

La crianza de Aura María Bernal de Sánchez, su familia y su introducción a la Fe bahá’í

Aura María Bernal nació el 18 de junio de 1899 en Bogotá, Colombia. Durante 12 años recibió una estricta educación religiosa en un colegio católico. Junto a su hermana Juanita Bernal, estudió enfermería, preparándose para su carrera de enfermera y partera.

En 1930, Aura se casó con Luis Augusto Sánchez Cuervo, con quien tuvo dos hijos: Luis y Gloria. Poco sabían sus hijos hasta qué punto sus vidas se verían transformadas por la búsqueda espiritual de sus padres.

El esposo de Aura era un librepensador abierto a la exploración de diversos movimientos espirituales y filosofías, afiliado a la Teosofía y a la escuela Rosacruz. Aura acompañaba a menudo a su marido a las actividades de las distintas asociaciones en las que participaba.

Fue en una reunión teosófica donde Aura y Luis conocieron la Fe bahá’í, una religión mundial centrada en la unidad: un Dios, una raza humana y una revelación divina progresiva. Como escribió Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í:

El propósito fundamental que anima a la Fe de Dios y a Su Religión es proteger los intereses de la raza humana, promover su unidad, y estimular el espíritu de amor y fraternidad entre los hombres.

En 1942, un bahá’í canadiense de ascendencia alemana habló de la Fe al grupo teosófico mientras se encontraba de visita en uno de sus viajes de negocios, lo que inspiró a Luis y Aura a invitarle a su casa. Desde entonces, se reunían todas las semanas para hablar de las enseñanzas bahá’ís.

En una de estas reuniones, les regaló el libro «Bahá’u’lláh y la Nueva Era», el único libro bahá’í disponible en español por aquel entonces. Aura comenzó a leer este libro y a hacer preguntas en las charlas semanales.

La vida de Aura María Bernal de Sánchez como primera bahá’í colombiana

En 1942, Aura se convirtió en la primera bahá’í colombiana, y su marido, Luis, hizo lo mismo, declarando su creencia meses más tarde.

Lamentablemente, a veces la gente se burla de lo que le parece diferente y desconocido. Aura no fue una excepción y se enfrentó a la conmoción y las burlas de quienes la rodeaban por ser la primera bahá’í colombiana. Sin embargo, se negó a que estas burlas la desanimaran, siguiendo el consejo de Abdu’l-Bahá, una de las figuras centrales de la Fe bahá’í, quien dijo en una charla en Nueva York en 1912:

Que vuestro corazón no se ofenda con nadie. Si alguien comete un error o daño en vuestro perjuicio, debéis perdonarlo instantáneamente.

Así pues, continuó compartiendo las revolucionarias enseñanzas de la Fe bahá’í con todos los que la rodeaban, entre ellas la erradicación de todas las formas de prejuicio, la eliminación de los extremos de riqueza y pobreza, la igualdad de mujeres y hombres, el acuerdo entre ciencia y religión, la verdad y la unidad de todas las religiones, la investigación independiente de la verdad y la importancia de un lenguaje y una educación universales.

Varios de sus amigos abrazaron la Fe bahá’í, y el número de bahá’ís creció rápidamente, lo que les permitió elegir la primera Asamblea Espiritual Local en Colombia.

Las Asambleas Espirituales Locales están compuestas por nueve miembros elegidos en una comunidad bahá’í que, como describió Abdu’l-Bahá, centran sus debates en «asuntos espirituales que se refieren a la formación de las almas, a la instrucción de los niños, al socorro de los pobres, al auxilio de los débiles en todas las clases del mundo, a la bondad para con todos los pueblos, a la difusión de las fragancias de Dios y a la exaltación de su Santa Palabra». – [Traducción provisional].

En una carta escrita en 1954 en nombre de Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe bahá’í, se afirma:

Cuando una persona se convierte en bahá’í, en realidad lo que ocurre es que la semilla del espíritu comienza a crecer en el alma humana. Esta semilla debe ser regada por las efusiones del Espíritu Santo. Estos dones del espíritu se reciben a través de la oración, la meditación, el estudio de las Sagradas Expresiones y el servicio a la Causa de Dios. – [Traducción Provisional]

«Desde el primer momento de su vida como bahá’í, su orientación y guía fueron las Enseñanzas Sagradas, su comportamiento fue ejemplo de sencillez, humildad y decidida colaboración, tanto dentro como fuera de la comunidad», escribió la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de Colombia.

«Paralelamente a la enseñanza de la Fe, dedicó sus mayores esfuerzos a la educación de sus dos hijos, dándoles la responsabilidad de demostrar “un modelo de vida bahá’í”».

Durante la década de 1950, Aura y su hija Gloria viajaron por toda Colombia, compartiendo el mensaje unificador de la Fe bahá’í en regiones como Santander y La Guajira. En 1960, se trasladó a Manizales para establecer allí una Asamblea Espiritual Local que ayudara a lograr el objetivo de elegir la primera Asamblea Espiritual Nacional de Colombia en Riḍván 1961. Su duro trabajo dio frutos.

En su memoria, la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de Colombia escribió:

Ella siempre estuvo profundamente convencida de la verdad de Bahá’u’lláh y de Sus Enseñanzas, y la envolvía un sentimiento de servicio. Los últimos 15 años de su vida los dedicó al cuidado del Centro Bahá’í, y quienquiera que entrara en esa casa era objeto de su afecto y atención, de un modo u otro.

Todos los que la conocían la llamaban ’Mamita’. Hasta el último momento de su vida, aconsejó a su familia que fueran firmes y constantes, haciendo hincapié en que lo único real y perdurable son los actos nobles y puros al servicio del Reino y de la humanidad.

El 15 de agosto de 1986 falleció en paz en casa de su hijo, en Bogotá. Hoy hay más de 30.000 bahá’ís en Colombia. Rindamos homenaje al papel que desempeñó Aura María Bernal de Sánchez allanando el camino para las generaciones venideras.

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